domingo, 20 de febrero de 2011

capicúa

Neuquén es ciudad capicúa, agua y llanura, Patagonia como de ficción. A un paso, la Bodega del Fin del Mundo, quizás el mejor último trago.

Neuquén capicúa (cap i cua, cabeza y cola, principio y meta). Non plus ultra, término y reposo, fin y final: rien ne va plus. Perfección del ser que agota su ser para no poder ser ya ni más, ni mejor, ni otro. Ser-ya-para-siempre, afirmación rotunda, pura necesidad alejada cualquier contingencia. Deseo realizado, cese del movimiento, imposibilidad del cambio. Totalidad y absoluto.

Felicidad cuando motor él mismo inmóvil, uno mismo su propio fin y el fin de cualquier otro y de todo lo otro, plenitud ya por tanto sin deseo, sin carencia ni tiempo ni dirección. Ni póros, ni penia. Cuando el único hacer -el único ser- consiste en pensar aquello solo que es dado pensar, pensar el único objeto que es a la vez sujeto. Pensamiento que se piensa a sí mismo. Quedó dicho por un grande de la filosofía.

Me dicen los amigos que la ciudad capicúa -horizonte abierto y cielo- es el lugar propicio para el reencuentro (el único posible: con uno mismo). Me dicen que ella se llegó hasta allí en su busca, que desde allí escribe para sí sola sus tardes de nostalgia. Terca y tozuda, tenaz.

Culpa

Sosiego y paz
olvido
una casa y un barco.
Amor con locura
juventud
y besos a media tarde.

Y yo nada puedo darle.
Salvo la culpa, nada.

(MGB, Ayer nostalgia)

2 comentarios:

  1. Neuquen, no es capicua, es un palindromo, son letras que no números.
    algunos ejemplos:
    Átale, demoníaco Caín, o me delata. (de Julio Cortázar)
    Nada, yo soy Adán. (de Guillermo Cabrera Infante)
    No di mi decoro, cedí mi don. (de Juan Filloy)

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  2. Es una licencia. Me sirve para decir con más soltura que el fin es el principio.

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