Neuquén es ciudad capicúa, agua y llanura, Patagonia como de ficción. A un paso, la Bodega del Fin del Mundo, quizás el mejor último trago.
Neuquén capicúa (cap i cua, cabeza y cola, principio y meta). Non plus ultra, término y reposo, fin y final: rien ne va plus. Perfección del ser que agota su ser para no poder ser ya ni más, ni mejor, ni otro. Ser-ya-para-siempre, afirmación rotunda, pura necesidad alejada cualquier contingencia. Deseo realizado, cese del movimiento, imposibilidad del cambio. Totalidad y absoluto.
Felicidad cuando motor él mismo inmóvil, uno mismo su propio fin y el fin de cualquier otro y de todo lo otro, plenitud ya por tanto sin deseo, sin carencia ni tiempo ni dirección. Ni póros, ni penia. Cuando el único hacer -el único ser- consiste en pensar aquello solo que es dado pensar, pensar el único objeto que es a la vez sujeto. Pensamiento que se piensa a sí mismo. Quedó dicho por un grande de la filosofía.
Me dicen los amigos que la ciudad capicúa -horizonte abierto y cielo- es el lugar propicio para el reencuentro (el único posible: con uno mismo). Me dicen que ella se llegó hasta allí en su busca, que desde allí escribe para sí sola sus tardes de nostalgia. Terca y tozuda, tenaz.
Culpa
Sosiego y paz
olvido
una casa y un barco.
Amor con locura
juventud
y besos a media tarde.
Y yo nada puedo darle.
Salvo la culpa, nada.
(MGB, Ayer nostalgia)
Neuquen, no es capicua, es un palindromo, son letras que no números.
ResponderEliminaralgunos ejemplos:
Átale, demoníaco Caín, o me delata. (de Julio Cortázar)
Nada, yo soy Adán. (de Guillermo Cabrera Infante)
No di mi decoro, cedí mi don. (de Juan Filloy)
Es una licencia. Me sirve para decir con más soltura que el fin es el principio.
ResponderEliminar