sábado, 26 de marzo de 2011

memoria

'David Viñas había nacido en 1927 en pleno centro de Buenos Aires, cerca de los bares de Corrientes que transitaría durante toda la vida. Hizo una lectura política de la literatura argentina, enseñó a leer a más de una generación, enseñó la pasión. El día de su muerte, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, dijo que Viñas “inventó la literatura como un cuerpo sudoroso”. Hoy se va al río. Con quienes él quería.'

Así termina la pequeña -¿y para qué más?- nota de Patricia Kolesnicov en Clarín sobre el destino de las cenizas de un hombre libre, resumen del dolor del mundo. Y me lleva a la memoria compartida de otro día de marzo y de otro golpe a la libertad y a la decencia, aquel 24 de marzo en Argentina.
Y al recuerdo emocionado de un viaje, Montevideo-Buenos Aires, sobrevolando las aguas marrones donde duermen tantos hermanos que fueron arrojados allí en otros vuelos de muerte e ignominia, y que dejé escrito en unas cuartillas irrecuperables.
Me contaba, con un acento dulce mezcla del español que se habla en la República Oriental donde nació y del catalán que casi se canta en la Mallorca donde vino a vivir, la joven que viajó a mi lado desde Madrid a Montevideo y cuyo nombre quisiera recordar -irrecuperables cuartillas- cómo un porcentaje elevadísimo de la población uruguaya había sufrido la represión de la dictadura.
Me lo contaría después aquel amigo entrañable de Rosario, junto al Paraná inmenso que recreé más tarde con el Sudeste de H. Conti y sentados luego ante un café en El Cairo de Fontanarrosa. Y me lo contaron los libros, las fotos, los nombres, las canciones proscritas, la campera de aquella joven que llevaba mi apellido, los cerrojos herrumbrosos de las celdas del centro de detención y tortura de Córdoba, en Argentina.

Podría ser memoria de los tristes. Pero yo la quisiera celebración de la vida. En recuerdo a las que arrebataron a los hijos de David Viñas, ese hombre libre. Homenaje y memoria de todos los hijos, y las hijas, de todas las madres. Madres de Mayo en todas las plazas del mundo.

El Paso de los Libres tiene por nombre el lugar donde desapareció Lorenzo Ismael Viñas. A veces los topónimos encierran amargas ironías.

1 comentario:

  1. Sumo una buena para aliviar algo la tristeza en la memoria:
    http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-164887-2011-03-25.html
    con una bella foto del poeta Juan Gelman y su nieta Macarena.

    Justo estos días estoy leyendo “Bajo la lluvia ajena” de Gelman, donde habla de los años de exilio. Allí cuenta que durante un regreso clandestino a Buenos Aires, camina por la ciudad y al pasar por un restaurante recuerda tiempos más felices y un bello poema de su hijo:

    “El restorán donde mi hijo escribió un poema sobre el mantel de estraza, este poema:

    La oveja negra
    pace en el campo negro
    sobre la nieve negra
    bajo la noche negra
    junto a la ciudad negra
    donde lloro vestido de rojo

    el restorán estaba abierto, pero a mi hijo lo habían secuestrado dos años atrás y nunca supe de su suerte. Su mujer estaba encinta de siete meses cuando la secuestraron con él”.

    Saludos memoriosos

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