domingo, 29 de mayo de 2011

soñar

'Afuera es alta noche y llueve un agua insidiosa', escribe Leila Guerriero en su entrevista a Alejandro Zambra ('el hombre que lee') por la que me entero de sus inicios como poeta. Ha pasado ya el sábado y es de noche y no llueve, y cuando dé a publicar estas palabras habrá pasado también el tiempo de reflexión. Y reparo en esa condición temprana del poeta y novelista porque en estos días de desazón, de dudas y de vacilación, de certeza de cambio, he tenido la suerte de verme acompañado de versos (aunque también -y justo es decirlo- de amigos, y de amigas que son como poemas).
Se ha escrito, y mucho, del poder consolador (¿diré bien?: o de consolación, o de consuelo) de la filosofía, hasta convertir en un moderno bestseller aquel que recomendaba más Platón, y menos medicamento, como consuelo y remedio de nostalgias y otras enfermedades del alma. No he visto, sin embargo, junto a ese De consolatione philosophiae, un elogio parejo al poder taumatúrgico de la poesía.
Se lo escribí a Fernando Nombela cuando recibí -por otra nueva vía- la invitación al acto de presentacion de su nuevo libro: 'Espero poder estar ahí, acompañándote. Como tus poemas y tus pensamientos por escrito -gracias por el libro, por tu amabilidad- me acompañan en estos días aciagos, tristes'. Y en la presentación, que fue también la de una nueva editorial de poesía, me colé, con Pedro Torres oficiando de presentador junto al editor, Agustín Sánchez Antequera, de ese Soñé la muerte y otros poetas, regalo de Fernando.
Fernando, un poeta entero ('cuando lo leí -por el libro- me dije que aquí había un poeta', repitió Pedro como media docena de veces) que sabe decir con dulzura, y sin dejar de juguetear, travieso, que el poeta escribe siempre desde la conciencia de la muerte. Será cosa de los sueños, tan vital él y tan futuro. Que escoge para leernos, cosas del azar que ya no conseguiré separar jamás de la necesidad, los dos fragmentos (¿o poetas?) -el LXI, SEREMOS LO QUE HAGAMOS JUNTOS, y el XLI, LA DEL ALBA SERÍA- que, con el LXIX: LA DESTRUCCIÓN O EL AMOR cuya lectura le solicitó el presentador, son justamente los que yo hubiera elegido para esa misma ocasión.
Más ese poema de e.e. cummings, traducido por él, que traje por aquí hace un tiempo por si  de aliento servía para una mujer que me confesó su estar cansada (¿te acuerdas aún, amiga querida?). Quería yo saber cómo sonaba en su voz, y -no sin dudar- se lo pedí. De paso, y sin querer, detecté una errata imperceptible que bien pudiera ser intención y acierto, no más que un enderezarse de la cursiva del modo mismo en que la luna se eleva desde el mar.
El gozo le reventaba, alborozado, y en sus ojos y sus manos le tembló, cuando habló de Cervantes, su señor don Miguel indiscutido. Y me menciona -gracias- cuando habla de André Gorz, marxista hasta el final y enamorado.
Agustín, editor y artífice de El sastre de Apollinaire, el primero en hablar, reflexiona sobre la poesía. 'Sea -la poesía- el lenguaje que reúne, y en el que nos entendemos, a todos los que nos negamos a que se humille a ningún ser humano'. Y nos advierte de que el poeta niega, siempre, el poder porque el poder acaba siempre por humillar a alguien.

                                                               
LXI
(16 de junio de 2008)

SEREMOS LO QUE HAGAMOS JUNTOS

Un año antes de suicidarse, André Gorz escribió una larga carta de amor dirigida a Dorine, su mujer gravemente enferma, en la que anticipaba la decisión de ambos de abandonar juntos este mundo. Me gusta leer declaraciones como esta: Sin que te dieras cuenta, te saqué una foto de espaldas: caminas con los pies dentro del agua por la gran playa de la Jolla. Tienes cincuenta y dos años. Eres maravillosa.

(Carta a D. Historia de un amor. Traducción
de Jordi Terré. Madrid. Paidós, 2008)

***

Termino de escribir -ya en domingo- en el patio de la parra, preñada de uvas este año y de verde, soñando los altos pinos que ya no están. Su ausencia es su presente, y es el cielo el que se alza ahora en su lugar. La mecedora de al lado seguirá estando ocupada.

Soñé que cuando ni tú me quedabas
sólo me quedabas tú

(F. Nombela, Soñé la muerte y otros poetas, El sastre de Apollinaire, 2011)

3 comentarios:

  1. "Soñé que vivíamos
    y no era un sueño

    y despertamos"

    Fernando Nombela, en Soñé la muerte y otros poetas.

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias, Pedro Pablo. Una alegría inmensa que pudieras asistir a la presentación. Gracias por tu compañía y tus palabras. Un abrazote

    Gracias a ti también, Nell. Abrazos

    ResponderEliminar
  3. Sí, claro que me acuerdo. Gracias

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...