Espectador en campaña. Día quince (y final). 24 de junio
Lo que ayer fue una ironía (¿Gibraltar? ¡Español!) hoy, cuando
la derrota de las encuestas y el voto realmente existente confirma la
peor de las opciones, el ministro del ramo -el español, of course-
viene a decir que no hay bien que por mal no venga y, en el colmo de
la estupidez engreída, que ya está la bandera de España más cerca
de ondear en el Peñón.
¿Será que sueña con una legión de
llanitos clamando por su anexión?
Claro que su jefe, menos
dicharachero, ha despachado la infausta decisión de salir de la UE
con un 'tranquilos-que-aquí-estoy-yo-y-no-pasa-ná' y que 'ay si
esto pasa antes cuando los otros no lo contamos y nos habíamos
hundido en el rescate y la quiebra' y por eso... a ver a quién
votamos el domingo.
Vamos. En su estilo. Que así me explico cómo
le va a Europa.
Tampoco han entendido nada los que achacan el resultado a que la
UE no es la Europa social, justa, solidaria y acogedora que
queremos... Que no se enteran de que los británicos que la quieren
así han votado quedarse. Y han votado abandonar/salir los que creen
que se ha ido muy lejos en políticas sociales y de integración.
¿O
es que LePen, Salvini y demás derecha ultra y xenófoba -que ya
piden referenda para salir en sus respectivos países- claman por una
Europa federal, solidaria y de los trabajadores?
Quizás harían
bien en mirarse el análisis y pensar. Pensar si los compromisos de
referenda, más allá de quedar bien con el eslógan ('nadie viva
obligado, luego viva el derecho a decidir'), resuelven problemas o
los enconan.
Claro que ya dice Él que haría campaña para que se
queden. Como Cameron mismamente.
El caso es que ayer, ejerciendo su derecho a decidir, los
británicos nos han jodido a todos. Han votado por todos los
ciudadanos europeos, que no estábamos llamados a decidir.
¿Y los
escoceses? ¡Ay! Que ahora quieren votar otra vez, para entrar
yéndose. O volver saliéndose. O algo así.
Las bolsas caen, y en Madrid casi el triple que en Londres, mire
usted. Y la prima de riesgo sube. Y nos costará más financiar la
deuda que los nacionales han conseguido que esté ahora más crecida
y abultada.
Ya lo decía Rajoy. Que aquí estoy yo, y
tranquilidad. Que no pasa ná.
El espectador ha estado hoy de mitin, más espectador que nunca.
Y ha echado en falta dos cosas. Una, que no se haya mencionado ni
una sola -ni una- propuesta del programa electoral. Pareciera que esa
sea cosa del candidato por antonomasia. O que con tanto decir lo que
se fue y se hizo en el pasado se haya olvidado decir qué queremos
hacer con el futuro.
Dos, que el nombre del tal candidato no se
haya pronunciado ni una sola vez siquiera. Ni una.
Me daba la
impresión de estar allí donde habita el olvido.
Rajoy e Iglesias
sí han salido profusamente. Y hasta Anguita.
Habrá colegido ya el lector, o la lectora, que el mitin era de
los que el espectador en campaña llama 'los míos'.
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