Espectador en campaña. Día cuatro. 14 de junio
Ayer, como lo hicieron 'los líderes', descansé. Y hoy acabo de
sobrevivir al debate (otra cosa es que logre la misma hazaña viendo
ahora la cocinilla de La Sexta: por cierto, ¿alguien duda de a quién
dará como ganador la encuesta de la casa?)
Descansé ayer para poder compartir con los amigos uno de los
momentos más entrañables de hace mucho tiempo. Al calor de la
amistad, comprobando que se hacen versos al andar caminos que están
hechos. Acogidos a la amable hospitalidad Ndanka Ndanka.
Ratos
agradables que no interrumpe ninguna campaña, aunque tengo que
confesar que, de haber estado allí por la mañana, me habría
apetecido sumarme al acto donde se reivindicaba el esfuerzo y la
lucha -y las políticas- de igualdad. En este caso, entre mujeres y
hombres.
Del debate... ¡Qué decir! De todo, menos llamar debate a un
monólogo pesado, reiterativo, previsible, lento... ¡coñazo!, dicho
sea con perdón de lectoras.
¿Nadie les ha dicho a los
intervinientes que cuando se está en un de-ba-te no es descortés
interrumpir, interpelar, preguntar, rebatir...?, ¿que la viveza no
está reñida con el respeto, y que es precisamente la salsa del
debatir?
Rajoy quedó vivo -léase políticamente- después de
estar políticamente muerto: entre todos lo mataron y él solito
decidió no morirse. Y hasta se ha permitido hoy ironizar con los
'por tu culpa' que se han proferido los del trío de al lado.
Hoy
ha vuelto a lo suyo. Y si pervive -chi lo sà!- no será por sus
muchos deméritos. Miren ustedes lo que tienen delante: todos por el
pueblo, a ser posible sin rendir al pueblo cuentas de su sordera.
Me
ha sorprendido, y bien, Pedro Sánchez. Pena del mantra de nosoypresidenteporqueiglesiasvotóarajoy/nomevotó, que ha rozado lo
lastimero.
Me hubiera gustado volver a percibir la
contundencia/coherencia de negar sus/mis/nuestros votos para un
gobierno de la derecha, sea cual sea la fórmula que lo ampare.
Mi
coincidencia con la obviedad convertida en audacia de un Pablo
Iglesias que acaba de descubrir que la alternativa a un gobierno en
que Rajoy se sucediera a sí mismo es un gobierno 'de cambio'. Lo que
no acaba de aclarar es si ha patentado la exclusiva. No la de la
ocurrencia, sino la del susodicho gobierno.
Y siempre quedará
abierta la pregunta del por qué sí ahora, cuando antes fue no.
Y
Rivera, a lo suyo. Con un punto faltón que falta hace en ese
formato.
El mejor, sin duda, Vicente Vallés. Ojalá le hubieran dejado.
Hasta podrían haber hablado de cosas que interesan a la gente.
A mis padres, por ejemplo, a los que -casi nonagenarios- les
preocupa menos el futuro de su pensión que el del trabajo de sus
nietos. Una, María, acaba de asistir a la ceremonia de su
graduación. Ya es enfermera.
Salió la encuesta de La Sexta: ustedes ya lo adivinaron. Él.
Comentarios
Me hago una idea aunque viendo los titulares hoy encuentro un poco
deprimente todo el esfuerzo que se despliega por ser segundo. Y es un
empeño tenaz.
No acabo de entender tu argumento, me atrevo a calificarlo de como
contradictorio? por un lado te gustaría percibir la
contundencia...para no apoyar un gobierno de derechas por parte de
Pedro. Críticas, como una obviedad que Pablo hable de gobierno de
cambio, pero te recuerdo que Pedro fue el que pactó con Ciudadanos
(¿es derecha?)
Respuesta
Ya hemos hablado de esto.
La noche de las elecciones pasadas
escribí -y lo sigo creyendo- que la única manera de abrir una etapa
nueva (y dar por agotado el tiempo PP de recortes, desigualdad y
expolio) era conformar un gobierno para una legislatura corta y una
agenda de reformas clara y pactada con quienes se comprometían con
el cambio: PSOE, Podemos y Ciudadanos.
No se trataba (tampoco
Podemos -véase Errejón- veía esa dicotomía) de un gobierno de
izquierda vs. un gobierno de derechas, sino de uno continuista frente
a uno de cambio y reformas.
Tampoco las cuentas salían.
Luego,
sobraron las imposiciones, los vetos, las líneas rojas (que al final
sirven sólo para autojustificarse).
A Pedro Sánchez, que sí vio
la necesidad de un gobierno a tres, no le ayudó para nada el
pre-juicio de los que entre los suyos lo llevaron maniatado a la
negociación. Y acabó de rematarlo la nunca suficientemente
denunciada egomanía de Iglesias (¿o se nos ha olvidado aquella
rueda de prensa donde le formó el gobierno a quien aún no tenía
el encargo del rey?).
En fin... ¿que ahora sí es imprescindible
lo que ayer mismo ni siquiera era cosa a considerar?
Dos apuntes:
en el gobierno 'a la valenciana' no está Podemos.
En Grecia,
Tsypras gobierna con la derecha nacionalista.
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