sábado, 14 de abril de 2012

repubblica

Vivo, aunque sea como de prestado, en una República. Más bien repubblica, que es como si sonara con más fuerza su condición de 'cosa común' de 'bien de todos', su pública (dicho sea con respeto) condición. Y es la primera vez que celebro fuera de España -constitucionalmente, el Reino de España- el día de la República. Española, claro.
Que ya es galimatías, y ganas de celebrar lo que todavía no es. Porque eso es lo que muchos querríamos: no sólo conmemorar la que fue primavera y fiesta de las libertades sino poder festejar el presente de una forma racional del Estado en la que no escape a la ley de las urnas quien tiene la competencia de sancionar y promulgar las leyes del Estado.
La ausencia de monarca, aunque el nuestro ya maltrecho y añoso, no da la República que yo quiero. Para entendernos, prefiero un anacronismo útil -que lo ha sido, y mucho, esta monarquía parlamentaria- a una deshonra del Estado que se desdice de su propio nombre. Quizás por eso defendí convencido, cuando correspondía, que nuestro dilema entonces no era la elección entre monarquía o república sino entre democracia y dictadura. Pinochet, que vino de azul al entierro del otro, era el ejemplo más palmario de aquello.

Mi República es Machado, y el sufragio de verdad universal: con voz y voto las mujeres. La instrucción y la cultura como emancipación. La escuela única, laica y gratuita. Las misiones -¡qué nombre!- pedagógicas y el teatro caminero de La Barraca, Federico en la ILE. Los Ateneos, y aquellas casas que sí fueron del Pueblo (que yo sé bien cómo y quiénes hicieron la del mío). La ética pública, que no en vano queremos seguir llamando republicana.
Mi República es mi abuelo Pedro, y todos los jornaleros sin tierra, y todos los que alumbraron un camino que nunca desapareció, fértil aunque no fácil. Y aquellos generales de comunión diaria que siguieron leales, incluso hasta la muerte, a su conciencia y al Gobierno que los había nombrado.
Mi República es un sentimiento. Que hoy quiero compartir con muchos, con la inmensa mayoría, desde una tierra cuya Constitución comienza diciendo que L' Italia è una Repubblica democratica, fondata sul lavoro

2 comentarios:

  1. Curiosa coincidencia. Mi república era mi abuelo Pedro, pintor de brocha gorda.

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  2. Fundada sobre el trabajo. Bastante más fundamento que la función de desaparecer, pegar cuatro tiros y caerse en ese mismo momento republicano. Debe ser una conjunción de los astros.

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