Si fue antes la iglesia, que cierra y pone fin al Largo y lo convierte en plaza, o las casas que en ella apoyan sus ventanas, es pregunta que me hago cada vez que la miro. Santa Bárbara de los Libreros, una chiesina de historia y usos cambiantes como los de la ciudad, como los de más de un Papa, que acabó comprada por el gremio de los libreros (dicen que 400 escudos fue todo, terreno circundante incluido) y sirvió, dicen también, de almacén del cercano mercado del Campo dei Fiori.Esconde la placita, si no estás avisado, una institución que es casi un mito romano. En er Filettaro se comen esos filetes de bacalao acompañados de vino de la casa y puntarelle que saben distinto. Con Fernando A. lo comprobamos, después de la espera estacional que nos mantuvo al margen.
A la salida del cine, ocupando la cabeza en otros asuntos, y nada más pasar la escuela, la sede de la antigua sezione del que fue, aquí también, il partito. Del PCI sobre cuyo ser o no ser bromea Woody Allen, a punto de tener por yerno a un comunista, abogado y joven.
¿O no es así el final?.

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