Mujer, joven, de izquierdas. Y de Guadalajara, la de España. No sé si será por alguna de estas razones, o por todas ellas juntas, pero el caso es que apenas si he visto en los 'medios' una referencia a su elección, hace sólo unos días, como secretaria general de la
Unión Internacional de Jóvenes Socialistas. Un orgullo para muchos, y todo un honor para los que la conocemos y la queremos. Un honor, sí, haberla conocido.

Bruselas era el lugar, y los afanes para convertir en más y mejores nuestros sueños europeos la causa. Allí, en aquella oficina nuestra de La Mancha en la UE repleta de inteligencia y audacia, enhebraba
Bea aprendizajes hechos de valores y palabras, de ideas y de ideales, con ese hilo rojo del corazón tan particular en que consiste la ternura.
Menuda -y en apariencia frágil- y vivaz. Lista, valiente. Se le nota en los ojos que, además de entender, siente lo que entiende. Que razón y emoción son en ella a la par, indistintos. Poeta a su manera, me enseñó que no hay nada mejor para regalar que un arcoiris. Y me dejó en prenda un apelativo cariñoso.
Así, de todos los colores de la alegría, y como a una canción de Serrat, me supo el día en que la conocí. Y ahora, cuando la he felicitado, he querido desearle sabiduría y suerte. Porque estos de ahora son tiempos en los que merece especialmente la pena seguir luchando por lo evidente.
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