El entrañable hombre de regalos los quiere hacer por pares. Y si el otro día fueron unos jardines ajenos, al siguiente -y con la imagen escrita de unas calles fatigadas- son estos versos de Alberti, que tanto las amó.
Las gracias, Fernando.
Lo que dejé por tí
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
(Rafael Alberti, Roma, peligro para caminantes. México, Joaquín Mortiz, 1968)
“tanto como dejé para tenerte.” Tener Roma ya es tener mucho. De todas formas: ojalá Roma le premie con todo lo que usted merece, que es mucho, grande, bello…
ResponderEliminarBaci
me cuesta dudar
ResponderEliminarque no te lo dará.
¿mi lugar por excelencia?
el portico d'ottavia
yacimiento de historias y de historia
es mágico.
un abrazo