María cumple hoy ochenta y cuatro años. De niña fue a la escuela sólo el corto tiempo que le permitió la República: después quedó señalada para siempre y excluída, hija de rojo. Y me ha contado muchas veces, alegría y sonrisa en sus ojos, cuánto le gustaba la escuela y cómo quería a sus maestras. Pero su tiempo no fue el de las cerezas.
María es mi madre, hambre de escuela y entereza. Dignidad y trabajo. Mucho trabajo el de una María casi niña. Y los niños y las niñas del colegio Jardín de arena, que hoy estrena nombre, han querido hacerme el favor de cantar conmigo un 'cumpleaños feliz' que me ha sabido a emoción y a gloria.
Hoy ha sido día de bautizo, que un número no es bueno como nombre, y un colegio sin nombre parece inconcluso, provisional, como si le faltara identidad. Y vaya si la tiene el que ya es hoy Colegio Público Jardín de arena, que se identifica por ser vanguardia amable de la innovación y la creatividad, de la imaginación, de la paz y la poesía. Del buen hacer.
Como muestra, el nombre, que Juan y su comunidad han tomado prestado -a sugerencia de Edmundo, cómo no- de un libro de versos al que Pepe Corredor Matheos, su autor, le puso ese título.
Y allí estaba el poeta, padrino principal en este bautizo con cientos de niños oficiando de celebrantes, sencillo y cordial, amable siempre. Y con él más poetas, Santiago Ramos -feria y pregón, garrotilla de caramelo- y Dionisio Cañas -de cuando Nueva York fue Tomelloso- entre otros. Y algún que otro pintor como Pepe Herreros. Y los maestros, pocos, y las maestras, muchas y jóvenes, casi tanto como las madres que han preparado -también aquí los padres ayudan- unas migas solidarias.
Celebrábamos un nombre a estreno y también el día de la paz y la no violencia, y hemos cantado. En español y en inglés, que se trata de un jardín bilingüe. Y hemos bailado. Han dejado volar libres a un puñado de palomas. Y he visto a Juan, alma del cole y más que director, más hermano que amigo, con esa alegría que trata en vano de esconder para no delatar el orgullo que siente de los días grandes y felices.
Al alcalde le han dicho chicos y padres que el colegio que sueñan es éste, el suyo, el que tienen. Y yo le he confesado en público que éste es un colegio al que todos los maestros quieren venir y del que ninguno se quiere marchar. Un orgullo de puertas abiertas donde todos caben.
No sabía qué regalo hacerles, ni cómo darles las gracias. Y me he puesto a pensar en una lista de cosas de arena que pudiéramos ir escribiendo poco a poco y de a muchos. Se trataba de empezar, y me he atrevido. Y dice así
De arena
Los relojes que marcan el tiempo lento de los deseos
Las playas por las que el mar nos lleva al infinito
Los castillos que construyen los pequeños arquitectos de una humanidad que será paz
Los granitos de arena que suman y suman hasta hacerse más fuertes que el granito
Las casas de sombra que dan cobijo en el oasis a los viajeros fatigados
Las dunas de todos los mares, horizonte y promesa para el corazón solitario
El pequeño tesoro que ocultamos en los zapatos
La amistad entre la cal y las estrellas
El arenal donde las chicas saltan a la comba
Los desiertos que incendian la imaginación de los poetas
Las palabras que dicen ‘amigo’, ‘hermano’, ‘compañero’
‘te quiero’, ‘cuenta conmigo’, ‘vamos juntos’, ‘podremos’
Los jardines de los coles que trabajan cada día la esperanza
y adelantan el futuro y
sueñan con mundos de mujeres y hombres de lluvia
dulces y felices y repletos de ternura
…
El libro de arena
ResponderEliminarEstatuas de arena
Los puñados de arena que se escapan, irremediablemente, en hilillos pero que siempre dejan muchísimos granos pegados a la piel.
Los años de arena
También algunos “arenales” en nuestra geografía manchega
…
Felicitaciones por el cumpleaños. Un abrazo
Que cumpla muchos más.
ResponderEliminarEn el libro de arena se afirma: “ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.”
ResponderEliminar¿Dónde comienza el libro? ¿Dónde la arena? ¿Dónde terminan?
Da quepensar…
También los espejos son de arena.
ResponderEliminarCUENTO DE ARENA
ResponderEliminarUn día la ciudad desapareció. De cara al desierto y con los pies hundidos en la arena, todos comprendieron que durante treinta largos años habían estado viviendo en un espejismo.
Jairo Aníbal Niño (Microrrelato)
"En la arena escribí tu nombre, y luego yo lo borré, para que nadie pisara, tu nombre..." ¿Cómo seguía?
ResponderEliminarCORAZÓN DE ARENA
ResponderEliminarPor el furor de los vientos
las adúlteras mareas
los tiempos de lento
mi corazón de pura roca
se convirtió en arena.
Fue tan lenta su mudanza
que no pude percibirlo
y ahora respiro y siento
que me cuesta juntarlo y se me escapa,
se me escapa.