domingo, 17 de junio de 2012

quartetto

Vuelvo a ver Cristo si è fermato a Eboli. Fue, antes que la película, mi primera novela en italiano. Una edición antigua, con aquellas tipografías que ahora no se llevan y una portada austera, que entre arreglos y mudanzas no sabré dónde para ahora. La autenticidad del dialecto añade eficacia a la historia de Carlo Levi, y la ironía de las retóricas imperiales -estremecedoras secuencias las del eclipse y la del anuncio del final de la guerra... en Abisinia- amplifica la denuncia del abandono de unas tierras (y, sobre todo, de sus mujeres y de sus hombres, de sus niños) dejadas de la mano de Dios. Allí donde la superstición, omnipresente, obra el milagro diario de la dominación más seca.
Una película, una novela, que dan noticia de los muchos mundos que caben en un solo mundo. La historia, de 1935.

Miedo, balas y neonazis andan sueltos en las calles de Atenas. Lo leo en las noticias que quieren dar cuenta de la actualidad. Que van en cuadrilla a la caza de los inmigrantes, los nuevos judíos. Dicen de sí mismos que dan seguridad, restauran el orden que los gobiernos democráticos no saben defender, protegen a los más humildes, no quieren humillada a su Patria ... Retóricas de siempre de los que llegan siempre detrás del apocalipsis, encargados del trabajo sucio con el que sus mentores, los que trajeron antes el apocalipsis, no quieren mancharse las manos. De nuevo incubándose el huevo de la serpiente.
Ya no está Angelopoulos para escribirnos con imágenes estas historias, pero las cuenta estos días la escritura afilada de Petros Márkaris: su nueva novela, L' esattore, estará a la venta aquí en unos días. Historias de hoy que algunos no pueden dejar de relacionan con aquellos tiempos aciagos de la República de Weimar.

Pocos turistas harán el viaje que enseña, si no todas, las muchas Romas que hay en Roma. Tantas, que en el final de la línea -la del 19, un tranvía casi de leyenda- la ciudad, si es que no lo ha perdido, apenas si recuerda ya su nombre. El recorrido es un perfecto manual de historia y de arte (y, a su modo, un poco también de historia del arte), de sociología y de estética, de política (especialmente, de política municipal) y de arquitectura. Y de economía, claro, aunque no sabría si decir que también algo se puede aprender de ética. Para los que se empeñan en sostener que ya no existen las clases, la clase cuesta lo que cuesta un billete de autobús (cuyo precio, por cierto, acaba de subir un 50%): un euro con cincuenta.
En la Plaza de los Geranios, donde tiene su parada final, hay una pizzeria -para mayor facilidad le han puesto Gerani de nombre- donde se puede tomar una cerveza por un par de euros. Donde un par de familias al completo comen mientras hablan de fútbol y de la crisis.
En el camino hacia la Piazza del Risorgimento, donde está il capolinea, P. y un servidor hemos dejado al Papa con la palabra en la boca. A juzgar por su pancarta, un grupo de jóvenes no muy nutrido y acompañado de algunos no tan jóvenes esperaba noticias sobre la victoria de la inmaculada.

A punto están de conocerse los resultados de las elecciones en Grecia y en Francia, y en Egipto. ¿Habrán votado unos y otros con la misma libertad?. Y me viene a la cabeza el pecio que publicaba ayer Rafael Sánchez Ferlosio: 'Los días felices los pone allí el recuerdo. Por eso son tan tristes.'

2 comentarios:

  1. Se ha votado con más o menos libertad. En todos sitios se ha votado para salir de lo que ya había. Los franceses, como siempre, poniendo el ejemplo. Aquí, en una encuesta de El País, De Guindos es más apreciado que Rubalcaba. La suerte del PSOE puede ser la suerte del PASOK. Y luego está la libertad en Egipto que parece que es cangrejo.

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  2. Obsesionados como están muchos en no ignorar nada, se vuelven eruditos sin juicio y desde luego sin emoción; de ahí pasan a la falta de entendimiento en todo lo que saben, porque la percepción justa del mundo no tiene que ver en absoluto con la inteligencia insensible, sino con la más aguda inteligencia que brinda la sensibilidad.
    Todos estamos más o menos locos, aunque algunos actuamos con mayor disimulo; sobre todo, la razón tiene también su locura.

    Juan Domingo Argüelles-Estañol

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