sábado, 23 de junio de 2012

novela con música

El viernes, calor a chorros, cita en el otro Cervantes, el Instituto. Para un encuentro con Antonio Muñoz Molina sobre Il romanzo come ritratto del mondo y para, sin decirlo, despedirme igualmente de esas dos pequeñas salas que se abren a la grandeza casi sin igual de la fontana dei Fiume.
Llego tarde, que es la enésima huelga del transporte público, pero a tiempo. Y se empiezan a suceder las respuestas y reflexiones de Muñoz Molina sobre el proceso de invención y el trabajo de escritura de la novela: La literatura es contar el mundo con palabras. El impulso de escribir una novela es el propósito de encontrar un mundo. Nunca se sabe qué mundo se va a encontrar, y hay que contar con el azar, con lo sobrevenido. Escribir una novela es contar el caos, el desorden del mundo.
Habla el escritor de cómo en su primera novela están la huella de Cervantes -el Quijote-, de Julio Verne y de la novela policíaca. Y le preguntan sobre los encuentros y desencuentros entre realidac y ficción. Y es precisamente cuando acaba de hablar del Fellini de Amarcord cuando se cuelan en la sala los sones de una banda de música, el mejor ejemplo de cómo la realidad se puede hacer literatura. Al rato, las campanas de Sant'Agnese se unen a los compases de la banda, que parece haber llegado hasta aquí para quedarse. El coro del Nabucco, Nino Rota, un par de himnos y algunas músicas con marcha y sin aires militares cambian por completo la vida cotidiana de la piazza Navona. Y, cómo no, la charla de Muñoz Molina, que nunca la imaginó con banda sonora. Aunque, por qué no, algún día lo escriba.
Saludo a Elvira Lindo, con el recuerdo de M. y de aquellas andanzas -también el de Moratalaz- y alguna broma sobre Mota del Cuervo. Su marido se escapa como si le faltara el tiempo que a Roma le sobra. Sobre todo con estos calores.

La fiesta sigue: se celebra el Día Europeo de la Música. En el patio del Palazzo Braschi, coros aficionados. Un poco más lejos, en una piazza Farnese repleta de policía, un concierto para reivindicar el derecho a la protección contra la homofobia, que por aquí -¡ah!, la crisis- repunta la vieja costumbre de las palizas a jóvenes homosexuales. Aunque la presencia de tanta policía puede que responda a la de Hollande, de visita en Roma junto a Merkel y Rajoy, en su Embajada. ¡Pedazo de palacio!

Ya a la noche, sin que refresque, cerca de casa la música romántica de lo que parece ser una verbena. Puede que una boda. O una fiesta del barrio. Distingo nombres de mujer a las que van dedicando las canciones.

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