sábado, 26 de junio de 2010

poeta amable

Joan Margarit es un poeta catalán a quien me gusta leer y releer. Traduce él mismo, a veces, sus poemas al castellano.
Acabo de comprar su Poesía amorosa (1980-2009), donde reúne todos sus poemas de amor. Los que empezó a escribir con casi cuarenta años.
Un amor que lo es siempre -nos dice en el prólogo- a o entre personas 'porque los objetos, las cosas, no han sido nunca protagonistas de mi poesía' (con una certera explicación del por qué incluye un poema como Distància: 'Cualquier casa puede proteger de la lluvia o del frío, pero el amor es sólo función de las personas a las que hemos amado, o que amamos, o incluso a las que esperamos amar entre sus paredes').
Un amor que, en sus versos, se dice de muchas personas y de muchas maneras. Y todas, hermosas.
Amor a las mujeres que ha amado, a su hijo y a sus hijas (a Joana, que tan pronto se fue y tanto ha marcado su vida y su poesía). A su padre y a su madre, sus abuelos, sus hermanas ('todos los que me han querido antes de que yo supiera qué era el amor'). A las personas a las que quiere sin que tengan con él lazos familiares.
No falta un capítulo en el libro, el último, a los amores difíciles -los que antes, dice el poeta, se decían prohibidos- que tienen en sí mismos, en el tiempo que duran, su única consecuencia y justificación. 'Sin ser nada, son mucho. O bien, siendo mucho, no son nada. Pero son luces que nos han iluminado, que nos iluminan a su manera de niebla, de sueño, de esperanza y fracaso'.
Un libro, en definición de su autor, 'partidari de l'amor. Absolutament partidari de l'amor'.


TANTES CIUTATS ON HAVÍEM D'ANAR*

El nostre somni és fet de ciutats cultes
amb música i cafès hospitalaris,
la majestat d'un port i estacions
de ferro i vidre amb trens brunyits pels vespres
i per la pluja, la mateixa pluja
que ens acompanya en un petit hotel
o des de les finestres d'un museu.
Hi ha recers a l'empara de grans arbres,
gent callada, educada i ben vestida,
i les silencioses llibreries
on els ulls vaguen mentre cau la tarda.

TANTAS CIUDADES A LAS QUE DEBIMOS HABER IDO

Es de ciudades cultas nuestro sueño,
con música y cafés hospitalarios,
la majestad de un puerto y estaciones
de hierro y de cristal
con los trenes bruñidos por la noche
y por la lluvia, por la misma lluvia
que nos arrulla en un pequeño hotel
o desde las ventanas de un museo.
Hay lugares tranquilos al amparo
de grandes árboles, gente educada,
callada, bien vestida, librerías
donde los ojos vagan mientras cae la tarde.

* fragmento, en Mar d' hivern (1986). La traducción es del propio autor.

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