lunes, 25 de enero de 2010

memoria, olvido


Memorias. Ayer se cumplieron 33 años (¿os acordáis, los más mayores, de aquello de 'la edad de Cristo'?) de los asesinatos de los que eran y serán ya para siempre nuestros camaradas de Atocha. Treinta y tres años ya de aquella noche tan larga, preludio del estallido sereno de solidaridad, de emoción contenida, de dolor, de aquel entierro en el que tanto pueblo, todo el pueblo, rindió homenaje y gritó en silencio agradecimiento.
Manuel Rico, poeta con compromiso, recuerda a dos de aquellos en la última entrada de su blog. Felipe trae hoy a la memoria la de Enrique Ruano. Y es inevitable que se nos vaya el corazón a Lola, doblemente viuda. Y a Paca Sauquillo -¿te acuerdas de aquel acto exigiendo justicia para con el 23-F, cine de San Diego, Vallecas?-, premio Abogados de Atocha de Castilla-La Mancha.

Memorias. La del Holocausto. Seis millones de horrores, seis millones de mujeres y de hombres de todas las edades, niños también, y ancianos. Centenares de miles de horrores. Judíos, gitanos. Con ellos, nuestros republicanos, comunistas, socialistas, que combatieron el horror (y un triángulo rojo en mi solapa en su recuerdo). Probad a contar, uno a uno, seis millones. Y la infamia, casi inefable, se hace insufrible.
El jueves, en Madrid, dolor y emoción y memoria. Conmemoración y homenaje. Jaime Vandor, vivo entre nostros, y el nieto de aquel cónsul español en Budapest que es la memoria más noble de una España entonces negra encienden juntos una luz que es recuerdo y esperanza. Y el recuerdo se enreda en otras emociones y camina las calles de Bruselas, museo judío, Capa, amor.
Dentro de unas horas les leeré a los alumnos del Instituto de mi pueblo aquel verso inolvidable de Cernuda, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Y les hablaré de la necesidad de la memoria (con Éluard, poeta del amor, que nos reclama: 'Si el eco de su voz se debilita, pereceremos') y de la única nostalgia que nos está permitida.

Memorias. A su encuentro fuimos, el viernes, mis hermanos y yo. Un cuartel militar. Una memoria terrible de expedientes y legajos. El papel amarillento, la tinta azul y negra de las condenas. Setenta años de silencio.
Pero esa historia es de otro día. Pedro, mi abuelo, dignidad.

La memoria, que es personal, que es colectiva, es el antídoto contra la infamia y el horror. Es la puerta del futuro. Sin memoria de lo que fue no somos, sin memoria de lo que ha de ser nunca seremos.

La mejor estrategia de la memoria es el olvido. Lo he leído en algún sitio. Ni siquiera sé si es una buena estrategia para poder vencer a la noche oscura en la que queda, a veces definitivamente, prisionera el alma. En esa noche en la que de amor morir podemos.

2 comentarios:

  1. "Sobre mis cuadernos de colegial
    Sobre el pupitre y los árboles
    Sobre la arena sobre la nieve
    Escribo tu nombre

    Sobre todas las páginas leídas
    Sobre todas las páginas en blanco
    Piedra, sangre, papel o ceniza
    Escribo tu nombre

    Sobre las imágenes doradas
    Sobre las armas de los belicosos
    Sobre la corona de reyes
    Escribo tu nombre

    Sobre la selva y el desierto
    Sobre los nidos sobre las retamas
    Sobre el eco de mi infancia
    Escribo tu nombre

    Sobre las maravillas de las noches
    Sobre el pan blanco de los días
    Sobre las temporadas desposadas
    Escribo tu nombre

    Sobre todos mis trapos de azul
    Sobre el estanque sol enmohecido
    Sobre el lago luna viva
    Escribo tu nombre

    Sobre los campos sobre el horizonte
    Sobre las alas de los pájaros
    Y sobre el molino de las sombras
    Escribo tu nombre

    Sobre cada soplo de aurora
    Sobre el mar en los barcos
    Sobre la montaña lunática
    Escribo tu nombre

    Sobre la espuma de las nubes
    Sobre los sudores de la tormenta
    Sobre la lluvia gruesa e insípida
    Escribo tu nombre

    Sobre las formas que centellean
    Sobre las campanas de los colores
    Sobre la verdad física
    Escribo tu nombre

    Sobre las sendas despertadas
    Sobre las carreteras desplegadas
    Sobre los lugares que desbordan
    Escribo tu nombre

    Sobre la lámpara que se enciende
    Sobre la lámpara que se apaga
    Sobre mis casas reunidas
    Escribo tu nombre

    Sobre el fruto cortado en dos
    Espejo y mi habitación
    Sobre mi cama vacía
    Escribo tu nombre

    Sobre mi perro codicioso y tierno
    Sobre sus orejas elaboradas
    Sobre su pierna torpe
    Escribo tu nombre

    Sobre el trampolín de mi puerta
    Sobre los objetos familiares
    Sobre el mar del fuego bendito
    Escribo tu nombre

    Sobre toda carne concedida
    Sobre la frente de mis amigos
    Sobre cada mano que se tiende
    Escribo tu nombre

    Sobre el cristal de las sorpresas
    Sobre los labios atentos
    Bien sobre el silencio
    Escribo tu nombre

    Sobre mis refugios destruidos
    Sobre mis faros aplastados
    Sobre las paredes de mi problema
    Escribo tu nombre

    Sobre la ausencia sin deseos
    Sobre la soledad desnuda
    Sobre las marchas de la muerte
    Escribo tu nombre

    Sobre la salud vuelta de nuevo
    Sobre el riesgo desaparecido
    Sobre la esperanza sin recuerdos
    Escribo tu nombre

    Y por el poder de una palabra
    Reinicio mi vida
    Nací para conocerte
    Para nombrarte
    Libertad"


    Libertad (Paul Éluard)

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  2. Me pillas leyendo a Chomsky y las estrategias de la comunicación. Sin estrategia de ningún tipo, los medios españoles han decretado que la inopia es el mejor estado de todos nosotros. Por nuestro bien.

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