‘En
este contexto de reconfiguración del poder mundial, es la hora de
analizar cuál va a ser el papel de España. De momento y por
desgracia, somos una nación subordinada: en el reparto de funciones
globales, a España le ha tocado cuidar de los jubilados europeos,
ejercer de territorio vacacional, ser fuente de recursos para los
tenedores de la deuda y ocasionalmente producir futbolistas. España
apenas cuenta con poder financiero, ni con fuentes de energía
propia, poder militar o tecnología avanzada,
y ni siquiera tiene agricultura y ganadería para abastecerse, lo
cual nos convierte en un país especialmente débil. Más
vale que empecemos a plantearnos cuál va a ser el futuro de España
en el nuevo contexto geopolítico,
porque nos jugamos muchísimo.’
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