viernes, 8 de marzo de 2019

8M

Escribo nido
no pecho no carne no cielo


I
Solo hay una forma correcta de llevar un registro
de aves:
el sujeto que observa y anota siempre es el
mismo
las manos que agarran son siempre las mismas
los animales que se escriben tarde o temprano
hacen el nido
en ningún caso se permitirá el retorno de un
animal del cuaderno enfermo al cuaderno sano
las aves y este cuerpo siempre buscaron la
caída
hombres y animales siempre comparten la
misma página


II
así la palabra pecho, así la palabra nido
así esta sucesión de manos que han pasado
siempre por la misma parte de mi cuerpo podría
constituir una narrativa;
no una sucesión de gritos, no una sucesión de
espacios
porque vosotros
siempre os refugiáis
en mi pecho que es isla
en mi pecho que es paraíso
en mi pecho que es cúmulo de leche invisible,
sudor y sangre
yo que os enseñé con esta parte de mi cuerpo a
tener hambre, soy incapaz de responder si me
preguntan: señorita, diga la región exacta,
concreta, única, señorita, dígame todos los
nombres correctos de vasos y venas, ganglios y
linfa, músculos y grasa, tipo de divisiones y de
células... pero señorita, ¿cómo que no lo sabe? si
estamos hablando de su propio cuerpo
no, no, y no
pero quizás puedo decirle, señor,
mientras mira atentamente esta parte de mí
esta parte de grieta y ayuno,
este sitio donde anidaron todos los hombres de
mi vida:
(sí mi abuelo, sí mi padre, sí mis hermanos, sí él
que hizo posible la caída, sí, el que ensuciaba
todas las calles con el nombre de arthur cravan)
sí todos los animales que he alimentado como
los hijos que no tengo,
porque ya sabe,
     yo soy un vientre vacío, mamá
y no soporto que escribáis sobre vísceras y venas
sin haberlas tocado:
hablo de tener las manos ardiendo y empapadas
de sangre, hablo de los últimos movimientos y
de lo caliente que está un cuerpo antes de
marcharse.
hablo de saber señalar en el mismo órgano
moribundo el dolor exacto, el agujero recién
nacido.
por eso os digo, si os preguntara:


¿qué cantaríais?


III
venid que yo os enseñaré a tener siempre
     hambre
venid que yo os enseñaré qué es la verdadera
      pureza
venid que yo os enseñaré sobre anatomía y
      animales
venid que yo os enseñaré a elegir bien entre la
     carroña
venid que yo os enseñaré a alimentar a los
     buitres hermanos
venid que yo os enseñaré a diferenciar el poema
     de la cacería
venid que yo os enseñaré qué canción hay que
     cantarle a la muerte


IV
porque vosotros con esta parte de mi cuerpo os
comportáis como pájaros
porque a todos vosotros os cobijé en la misma
región anatómica, y aunque solo sepa de cuerpos
y enfermedades de animales, podría equiparme
con cualquiera de ellos y deciros que
     tengo el corazón de vaca
     tengo los dientes de perro
     tengo la placenta de yegua
     tengo el vientre lleno de leche de gato
          para las crías que invento
porque yo los he abierto para aprender a
delimitar de manera concisa y exacta
qué trozo de carne debo tocar para que un cuerpo
de carne no se derrame
por eso os digo
que yo,
que me he quedado dormida mientras os
amamantaba,
yo que he sido ofrenda y alimento,
rastrojo y desperdicio,
sal y lágrima,
puedo deciros otra vez
la razón por la que seguís comiendo de mí
(sí profesores, sí hermanos, sí amantes)
Porque habéis aprendido como esa especie de
pájaro a construir solo el nido en árboles que se
preparan para morir.
Porque habéis elegido lo que se esconde y lo que
hace latir, el mismo fluido incansable infinito del
color de la leche.


Mientras os lloro,
mientras con mi propio cuerpo
os doy de comer.
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María Sánchez*, Cuaderno de campo, La Bella Varsovia, 2017

*mujer, veterinaria de campo, poeta

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