Si te parece, podríamos ir a darle los días... Era la propuesta de mi abuelo Pedro, si era fiesta o domingo, o los hombres estaban de temporal, para que le acompañara a felicitar por su cumpleaños al amigo o familiar que ese día los cumpliera. Aunque más que cumplirlos, como ahora, los años se hacían.
Siempre la misma fórmula, casi un rito, que cumplas muchos con salud, y la misma respuesta siempre: gracias, y tú que lo veas.
Hoy hago los sesenta y tres, y entre las muestras de afecto -muchas, por fortuna-, un solo pensamiento: que no quiero ser otro del que soy, que nada ambiciono.
Ahora que -tantos años después de que aquel decretara su fin- la historia está de vuelta. Lo dice The Economist: history is back. Como una venganza.
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