Las gastadas palabras
Déjame recordarte las gastadas palabras de siempre,
los armarios que encierran la humedad de los puertos
y el sabor a betel que dejas en mis labios
cuando desapareces en el aire.
Déjame tender tu cabello a la sombra
para que la penumbra madure como el día.
Déjame ser una ciudad inmensa, un bote de cerveza
o el fruto desollado ante la espiga.
Déjame recordarte dónde me ahogué de niño
y por qué hace brillar mi sangre la tristeza.
O déjame tirado en la banqueta, cubierto de periódicos,
mientras la nave de los locos zarpa
hacia las islas griegas.
Francisco Hernández
DE OTRO HERNÁNDEZ
ResponderEliminar"No vale entristecerse. La sombra que te lo ha dado. La sombra que se lo lleve."