La fuerza de la historia -de mi historia- me empuja a no poder ver nada que tenga relación con París sin que asocie momentos, luz, sabores, trajines, libros, niños, pérdidas, lajoiedelire, tiempos y cerezas, farmacias, gritos y susurros, estanques, le poulidor, sonidos, rayuelas, jardines y sorbonne... Visitas efímeras, rápidas casi todas si hago el paréntesis de aquella iniciática -el París de Nacha y de Cortázar- y de la muy divertida estancia en aquel Liceo procolonial que acabaron bautizando como alcatraz alumnos y profes, feliz intercambio de papeles y de arriesgadas excursiones nocturnas a los dormitorios de ellas, rigurosamente separados y vigilados, sin permiso de madame, c´est pas posible, nous tous sommes mariés!

Me viene a la cabeza, más ocupada en estos días por sintagmas y parasíntesis, la peli de Truffaut porque leo en la promoción habitual de viajes que quisieran tener sentido una que aconseja los diez mejores lugares para robar un beso. Sin que el autor amigo sepa que de esos ya no hay, que murieron todos el día aquel que, deseados, no se dieron.
Entre ellos, claro, el Pont-Neuf. Ese lugar donde esperan, sin encontrarse, todos los amantes que en el mundo han sido.
Y fuera de lista, como al descuido, la llanura blanca y luz del Salar de Atacama. Donde puede -allí sí- que el silencio que duele como el frío encuentre su sentido más completo.
LOS AMANTES
ResponderEliminar¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
SIEMPRE....
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=ncs4WlWfIZo