lunes, 31 de mayo de 2010

uso (y abuso) del imperativo

Los hay que usan el imperativo como una orden, una imposición o un mandato. Para, si se tercia, tratar de anular voluntades.
Puede que se trate de gentes poco dadas al matiz, o demasiado atentas a la definición e incluso al uso que aprendieron y, quizás, padecieron en su adolescencia.
A otros nos gusta expresar con él un deseo ('sé feliz'), o apuntar sin apremio una sugerencia ('manda un beso a tu hijo'). También cuando nos sirve a modo de propuesta ('sigue así, ¡qué bien lo haces!') que encierra admiración y respeto, o de invitación ('ven, dame un abrazo'), aunque aparezca interesada a veces. Y nos vale también, y sobre todo, para una disculpa, tal que, por ejemplo, 'no me tengas en cuenta esta disgresión, y sonríe'.
Puede que porque no hayamos trazado aún -o no sepamos- las fronteras, tan inestables, del lenguaje intencional.

Hay al menos una persona, que yo sepa, que no usa nunca el imperativo. Y me gusta.
No dar/No aceptar órdenes pertenece al orden de lo muy saludable.
Cosa que saludo.

1 comentario:

  1. Me encanta Edward Hopper.Lo digo por esa 'excursión a la filosofía' que tienes en la sidebar

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...