lunes, 3 de mayo de 2010

leído hoy, cuando es tiempo de silencio

Antonio Tabucchi tiene al aire inconfundible de lo cercano y sencillo. Así es Pereira, ese gran tímido, héroe malgré soi. La lectura de Tabucchi es siempre un regalo que hay que desenvolver despacio, con lentitud, como para que no se acabe.
Leo El tiempo envejece deprisa. Nueve historias que dejan, cada una, una suave invitación a más. Perfectas como lecturas de hospital, todo silencio.
Y leo cosas como éstas:

'Creo haber comprendido una cosa, que las historias son siempre más grandes que nosotros, nos ocurrieron y nosotros fuimos inconscientemente sus protagonistas, pero el verdadero protagonista de la historia que hemos vivido no somos nosotros, es la historia que hemos vivido.'

'(...) El azul del cielo era un color que pintaba un espacio abierto de par en par. Abrió la boca, para respirar aquel azul, para engullirlo, y después lo abrazó, estrechándolo contra su pecho. Decía: Aire que lleva el aire, aire que el aire la lleva, como tiene tanto rumbo no he podido hablar con ella, como lleva polísón el aire la bambolea'
(la cursiva, en español en el original).

Y me viene al aire ese azul que se respira, celeste si se dice del cielo, como aquél de las viejas cajas de lápices de colores Alpino. Un aire, el de ella, con rumbo. Tiene rumbo, tener rumbo... maravillas del lenguaje.

Mientras, como todos los lunes, la maravilla semanal de RS. Ésta de hoy tiene el eco de nostalgia de Samarkanda.
¿No os saben a gloria estos versos?:

Yo la amaba.
Tenía esa belleza de las cosas
imposibles y lejanas y perdidas.
Era morena y dulce.

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