(…)
Tengo,
a causa de mi deformación como historiador, una sensibilidad
especial para las fechas y la progresión ordenada del tiempo. La
gran incógnita, la pregunta que me acompaña estas semanas dedicadas
a transcribir mis cuadernos, a dictar mis diarios y pasarlos, como se
dice, en limpio, fue ver en qué momento la vida personal se cruzó o
fue interceptada por la política, por ejemplo, en estos siete años
a los que estoy dedicado ahora, sin cesar, exclusivamente interesado
en saber cómo había vivido yo, entre 1968 y 1975, mi pobre vida de
joven aspirante a, digamos así, escritor, a ser un escritor, porque
no lo era en sentido pleno -porque uno es algo, llega a ser
algo más o menos definido después de muerto-, yo había publicado
ya un libro de cuentos, La invasión, bastante decente, le
digo ahora, sobre todo comparado con los libros de cuentos que se
publicaron en aquel tiempo, de modo que era sólo un joven aspirante
a escritor y ahora, al leer los diarios de esos siete años, la
pregunta que me ha surgido, casi como una idea fija que no me deja
pensar en otra cosa, es qué es personal y qué es histórico en la
vida de un individuo cualquiera, le decía Renzi aquella tarde al
barman uruguayo de El Cervatillo, mientras tomaba una copa de vino en
la barra del bar.
(Ricardo
Piglia, Los diarios de Emilio Renzi. Los años felices,
Anagrama, 2016, págs. 12-13)
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