Perdida en el
desorden de un cuaderno de apuntes, sin fecha, entre las notas para
un debate de entonces y el esbozo de un poema que habla de una draga
entre la niebla, esta cita:
‘Esperar de
alguien, al menos de esa manera, equivale a cancelar la existencia
de uno mismo, a hipotecarla por un tiempo condicional, a cambiarla
por un absurdo subjetivo.
Obsesionarse con
alguien que ha decidido no estar es regalar minutos, horas y días
enteros de nuestra vida a quien ni los ha pedido ni quiere tenerlos;
es condenar esos minutos, horas y días a la dimensión del tiempo
perdido, de lo inservible; es desaprovechar la infinidad de
posibilidades que ese tiempo nos ofrece y canjearla por la peor de
las opciones: la frustación, el sufrimiento’
(G. Nettel __ )
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