jueves, 10 de mayo de 2012

familia, fútbol, festejos

foto Luis Tejido (EFE)
Mi familia está futbolísticamente dividida en dos, con un apéndice que la liga al Rayo Vallecano por parte de madre. Pero son más los colchoneros, en número y puede que en relevancia, que los que vemos el campo de juego en blanco. Yo, si bien descreído y un tanto escarmentado, me encuentro entre estos últimos.

La parte atlética de mi familia -¿y por qué no decir la familia entera?- necesitaba y bien se merece una alegría, siquiera sea futbolísticamente hablando. Por eso llamé a mi padre anoche, en Madrid casualmente, para felicitarlo y prevenirle de inmediato ante los riesgos de una euforia mal controlada. Que a veces los dioses -tal que Neptuno- pueden no encajar bien los excesos de los festejantes.
Lástima. Me dijo que tenía pinchada una rueda de su andador. Y en su optimismo sin remedio, aunque le tilden, como a todos los suyos, de sufridor empedernido, me emplazó para la próxima.
Así que otra vez será. Que será.

2 comentarios:

  1. Querido blanquito:
    Tu padre y yo tenemos la suerte de pertenecer a esa raza de humanos que no necesita enrolarse en poderosas organizacioes que van a terminar conquistando 10 (o veinte) copas champion.
    Somos felices con nuestro "GLORIOSO" que alguna vez gana alguna cosilla.
    De atletico viejo a atletico viejo...dale un abrazo. Rafa Díez

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  2. Haces muy bien Pedro Pablo en perseverar en la verdadera fe blanca. Somos los únicos que entendemos de fútbol. Los demás se creen que es una religión hecha para sufrir y así ganar indulgencia plenaria. Los siento por tu familia colchonera pero no es necesario estar en el fútbol como en la vida: alegrándonos con poco.

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