Lleva un puñado de tierra para la almohada Y es la almohada Un silbato para encender el brasero Ruido de nueces para el instante de las semejanzas Una aldea donde es feliz el calor El pasadizo de estrellas hacia el rey del otoño Un tintero para el himno de la desobediencia Pan para el pan, eso lleva
Acepto haber leído el destino en un vaso de agua seis mil años antes de la muerte de Platón, acepto haber alimentado a un animal de uñas curvas, acepto la influencia de los magos persas.
“[...]En resumen, los astros no son simples cuerpos celestes que deambulen por el espacio para darnos conversación. Un as tendrán bajo la manga para brillar tan seguros”
“Pulse asterisco. Espere a oír el evangelio de estas rosas en la nada. Marque el cero seguido de eclipse con oxígeno. Aguarde a oír su confidencia en la catedral de las ballenas. Marque luego el siete…”
"En la casa roja hay una mesa blanca, en la mesa blanca hay una caja de plata con la nada del sábado."
ResponderEliminarMi casa es una casa roja bajo la fibra de un rayo, mi casa es la visión y la beldad de una isla.
ResponderEliminarLleva un puñado de tierra para la almohada
ResponderEliminarY es la almohada
Un silbato para encender el brasero
Ruido de nueces para el instante de las semejanzas
Una aldea donde es feliz el calor
El pasadizo de estrellas hacia el rey del otoño
Un tintero para el himno de la desobediencia
Pan para el pan, eso lleva
Y
ResponderEliminarLa llave que abre el sueño de las muchachas dormidas
Acepto haber leído el destino en un vaso de agua seis mil años antes de la muerte de Platón,
ResponderEliminaracepto haber alimentado a un animal de uñas curvas,
acepto la influencia de los magos persas.
“[...]En resumen,
ResponderEliminarlos astros no son simples cuerpos celestes
que deambulen por el espacio para darnos conversación.
Un as tendrán bajo la manga para brillar tan seguros”
A mi Cielo adormecido.
“Pulse asterisco.
ResponderEliminarEspere a oír el evangelio de estas rosas en la nada.
Marque el cero
seguido de eclipse con oxígeno. Aguarde a oír su confidencia
en la catedral de las ballenas. Marque luego el siete…”