lunes, 26 de julio de 2010

ítaca


Busco dónde ir para encontrar descanso y lecturas de unos días. Y me encuentro con el más improbable de los viajes, aquél que alborotó el alma de Odiseo con el cantar seductor de las sirenas. Para no dormir desde entonces, soñados ya todos los sueños. Intacta la memoria, imposible el olvido.
Penélope se cansó hace tiempo de tejer la espera. Nausica aún no ha nacido.
No pisaré las playas de Ítaca. No por ahora. De allí no se vuelve.
Iré mientras a ciudades donde aprender de los que saben, para encontrar los caminos de los viejos anhelos. Ítaca es el viaje hacia uno mismo.
Y eso, amigos, es lo importante. El viaje, que nunca se hace a solas. Que será feliz si es sagaz la compañía: Homero, Kavafis, Llach.

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