domingo, 26 de septiembre de 2010

café en la urss

En la URSS. Siglas que a muchos apenas si les dicen nada. Que lo fueron un tiempo largo como aviso del  miedo, para simular de acero ese telón que caería como cartón, apenas sin más esfuerzo que los de una sociedad civil tan enérgica como escasamente organizada, quieto y como dormido -felizmente dormido- aquel feroz tigre de papel que llamaban  Ejército Rojo, de poca gloria después de haber puesto millones de muertos en la derrota del nazismo.
Eran los albores de la perestroika (¿quién se acuerda ya?), una esperanza renovada de respeto de los derechos civiles, camino abierto a la democracia en el corazón de una dictadura que decían del proletariado (y nosotros: '¿dictadura?, ni la del proletariado'). Y se reanudaron contactos y relaciones. Uno de los primeros, quizás el primero, me llevó a Moscú y Kiev, donde descubrí -además de lo poco que éramos y representábamos- a los niños de Rusia, ya tan mayores y entrañables, las miserias de lo que nunca debió llamarse socialismo, la belleza de los ojos más bellos nunca soñados -ella allí, monasterio de Labra- y del ballet y la ópera (tres en siete días). Entonces supe por fin lo que es el frío en un koljós, y respiré en las calles de Ucrania el polvo que regaban a la mañana por si acaso lo de Chernóbil, tan cercana.


Pero se trata hoy de algo menos épico. Al tratar de poner orden en el tiempo caótico de la vida aquietada en las viejas fotos, me encuentro ésta de aquel viaje. Habíamos quedado en un café con nombre fácil de pronunciar. Ya entonces me gustó, Romántica. Por aquí y ahora sonaría cursi.

de leer

Dedicaba ayer Babelia sus páginas más relevantes a la literatura argentina con motivo de su presencia protagonista en la gran feria alemana del libro, la de Francfort. Por más que se hable de profusión de autores y del brillo de la diversidad de estilos y géneros, se me antojó parca la semblanza, exigua la que se presenta como muestra de las claves del buen momento de la literatura de la Argentina. Creo que Inés estaría de acuerdo conmigo.
No se habla en Babelia de Rayuela -que no la novela del gran Julio-, ese proyecto argentino-alemán de escritores residentes. Tampoco se dice que Claudia Piñeiro escribió en 2005 -y se publicó allí en 2008- Tuya, la novela que se anuncia ahora para quí el próximo 6 de octubre  y que yo leí -diálogos vivos, reflexiones urgentes- gracias a la generosidad de Enrique. ¿Para cuándo la publicación de la enorme y entrañable Elena sabe?
Exagero si digo que eché en falta a muchas, a muchos. Pero sí faltan unos cuantos, algunas más, de entre los que me han conmovido. Martín Caparrós, por ejemplo, y su A quien corresponda.
La gran foto, a toda página, del paraíso en forma de librería, El Ateneo, me lleva a las calles y plazas de Buenos Aires que recorrí tras los pasos de un sueño (pasos que no me alcanzaron para llegarme hasta El Tigre), a la Clásica y Moderna de Natu y las Rinaldi, a La Biela, al aire español de Mayo.
Destacan en el reportaje cinco poetas, cuatro mujeres y un hombre. De una, Irene Gruss, dejo aquí unos versos.

Conté con los dedos de mi mano
las veces que tuve, no las que amé.
Las yemas de los dedos
se quedaron mirándome, las líneas
de la mano rieron (¿amé
lo que tuve? ¿Quise decir
quiero un poco
de esto o de aquello,
gané, perdí semejante
generosidad?).
Ahora que me aferro
a lo que tengo -como a un poco
de nada-,
veo líneas que una burla desecha,
y lenta, tiernamente abro
el puño, dejo caer
la arena, vuelvo a tomarla.

(Irene Gruss, de Solo de contralto)

jueves, 23 de septiembre de 2010

domingo, 19 de septiembre de 2010

polvo, niebla, viento y sol

'Digámoslo de entrada, sin rodeos, sin eufemismos, José Antonio Labordeta, aragonés de cuerpo entero, con rotunda conciencia de serlo, cantor y poeta...'. Así lo (d)escribe Manuel Tuñón de Lara en aquel elepé del 74, Cantar i callar, que ahora tengo en mis manos. Y acabo de escuchar ese himno a su tierra, Aragón, que me emocionó desde la primera vez que lo oí.
Polvo, niebla, viento y sol
y donde hay agua una huerta
Al norte los Pirineos,
esta tierra es Aragón.

Hubo después un día en que todos, al levantar la vista, pudimos ver una tierra que ponía Libertad. Al fin, pudo ser. Y quizás ese día pusimos fin a un tiempo de espera.

Antes hubo un hermano, Miguel, poeta que murió temprano. Al hermano poeta le escribe estos versos con los que hoy quiero decirle yo mi reconocimiento y mi gratitud a José Antonio Labordeta, cantor y poeta, soñador de tierras libres.


¡Hermano, hoy estoy en el poyo de casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
(...)
Oye, hermano, no tardes
en salir. ¿Bueno? Puede inquietarse mamá.
                                  César Vallejo


Miguel: Y caminamos.
Aunque se hizo el silencio
y no viniste, seguimos caminando.
Atruena la ciudad.
Los verduleros –sus voces tan hirientes
ya no hieren- bajo tu ventanal
suavizan a desgarros la mañana.
Atruena la ciudad
y en su silencio, tu nombre lo ha evocado
un joven escritor
de menos de mil años
al preguntar por dónde te has marchado.
El resto,
los señores de alegres corbatines,
se agobian de queridas y de acciones
y tú te quedas
solo.
Mamá
quiere besarte sobre el rostro
-se lo hemos permitido-
y con su beso de lágrimas,
de atroces tiempos y recuerdos,
te has marchado de casa
apenas comenzaba a atardecer.
Ella
te llora en los rincones
y la ciudad,
que apesta a soledades y decoros,
no puede olvidar
tus voces acusando,
amando,
señalando injustas manos rotas
de jóvenes airados
con potencia de águila paloma en las palabras.
Miguel:
mamá te vuelve a descubrir
cada mañana
y mira tus camisas,
tus viejos pantalones,
tu boina de domingo,
tus zapatos de campo y de paseo
y te gesta de nuevo,
esta vez a lágrimas y llanto.
Mi hija
-Ana pequeña ahijada tuya-
me pregunta cuándo vas a nacer
de nuevo,
para volver aquí, a nuestro lado.
Y todo el gesto duro
de la vida,
se vuelca en mi costado
dañándome la ausencia
con que nos has dejado

sábado, 18 de septiembre de 2010

ejercicios de lectura IV

Nieves de mayo
La delicia de un beso robado en el café
y el 'adiós, pásalo bien' de un decir apresurado
son la vida también, niña cansada.
Que no es fácil retener quieta y en paz,
fértil sosiego, la luz de tu calma recobrada.
Me lo dicen tus ojos. Más elocuentes quizás
que las palabras. Las yemas de tus dedos lo pregonan,
huella sutil que delata el envés de la fatiga
de los días. Tardes y noches, horas sin sueño.
'Sé fuerte', te digo, niña frágil, delicado
equilibrio de hormonas y emociones.
Sé que lo harás. Antaño fue promesa de tus labios
soñados por los míos.

(Maite G. Blanco, en Versos discretos)

aires

de alegría, de alivio, de felicidad, de fiesta.
Y de libertad, de independencia y de orgullo los de los hermanos de Chile, de bicentenario y fiestas patrias.

viernes, 17 de septiembre de 2010

decepción

Inimaginable. Deportaciones colectivas, de gitanos por ahora, en la Europa que se dice espacio común de los derechos humanos, siglo XXI. En Francia, la de las luces y la fraternité. Claro que los gitanos son menos hermanos, poco libres y nada iguales.
¿Y España?. ¡Qué enorme decepción! La 'razón de Estado', de haberla, nunca es razón suficiente para mirar a otro lado cuando está en juego ese derecho inalienable que consiste en la igualdad radical de todos los seres humanos. ¿O es que ya no todos nacemos libres e iguales?
Y así se va incubando el huevo de la serpiente.
Europa, y España, sin memoria.
Decepción.

domingo, 12 de septiembre de 2010

ejercicios de lectura III

'... reflexionando (...) sobre la soledad, sobre el peso de la desesperación y el desaliento, sobre los penosos ataques de ansiedad infundada, sobre el amor y el odio, sobre la necesidad de que un escritor sea alguien que otorgue particular importancia a las palabras, alguien que se mueva entre ellas tan a gusto, o acaso más, que entre los seres humanos: alguien que destrone a las palabras para sentarlas en mejores sitiales y las palpe y las interrogue y las acaricie con delicadeza y hasta las pinte con los colores de lo imposible y que, después de tanta intimidad con ellas, sepa también ser capaz de ocultarse por respeto a ellas.'

(E. Vila-Matas, en Mal de Montano)

silencios

Me entero por la prensa de que cada año cerca de un millón de hombres y de mujeres -más de tres mil en España- acaban quitándose la vida. Uno cada cuarenta segundos.
Otros veinte millones lo intentan 'sin éxito', dice la nota.
Para 2020 se estima en un millón y medio el número de suicidas.
Y no se me ocurre ningún comentario.
Tampoco sé todavía hoy qué decirle a una madre cuya hija decidió dejar de vivir a los dieciocho. Murió la semana pasada, sin alcanzar el final de su bachillerato.

sábado, 11 de septiembre de 2010

salvador

Para muchos entre nosotros, el 11 de septiembre sigue teniendo por nombre el de Salvador Allende.
El compañero capaz de finalizar su primer discurso como Presidente evocando la ternura y la caricia, diciendo a los trabajadores, a los suyos, que los tiempos duros se vencen con más pasión y más cariño. Que es con cariño y con pasión como se hacen más grandes las patrias y más justa la vida.
Fue en La Alameda, en Santiago de Chile, un 4 de septiembre de 1970.

'... Y esta noche, cuando acaricien a sus hijos, cuando busquen el descanso, piensen en el mañana duro que tendremos por delante, cuando tengamos que poner más pasión, más cariño, para hacer cada vez más grande a Chile y cada vez más justa la vida en nuestra patria...'

miércoles, 8 de septiembre de 2010

maría

Del mismo modo que las hay por escribir, existen 'entradas' en un cuaderno sin papel como éste que se quedan sin escribir. He aquí un par de ellas, sin que sirvan ni de ejemplo ni de precedente.

Una. La quise escribir el día primero del mes ('uno', iba a ser su título), y era algo así como  
Septiembre. Me ha gustado siempre este mes, y una canción -creo que francesa- que ahora no recuerdo si se llamaba así.
El mes de la feria de mi(s) pueblo(s), de la vendimia, de una cierta melancolía por el verano ido.
Acabo de dejar a mi P. en el aeropuerto. Se va. Y me queda como una niebla de tristeza. Que se suma a la de ayer, cuando era A. la que se marchaba a su nuevo destino...
Y hablaba, quizás, también de sueños, de la necesidad de los sueños. De que puede que alguien, alguna vez, podría decir de uno: 'Mira, ahí va el hombre que sueña'.
Ví después que el amigo Illán (don Antonio) había escrito sobre septiembre con la claridad, la emoción y el tino que le caracterizan. Y decidí dejarla estar. Hasta hoy.

Dos. La hubiera escrito, de no ser que, la noche del pasado domingo. Y habría dicho así:  
María se desorienta, y a ratos no sabe dónde está, qué hace ahí, quiénes somos los otros.
Esta tarde me ha mirado fijamente y me ha tocado la cara, caricia lenta de sus manos, con calma, como si fuera aún su niño. Después me ha peinado con sus dedos, con delicadeza.
'Así estás mejor', y me ha pedido que le dé un beso. Esta noche, cuando me iba, se quedaba doblando cuidadosamente, una y otra vez, el borde de la sábana.
No sé si mañana, a mi regreso, habrá decidido volver de su nuevo sueño...
Hoy la escribo, y la publico, porque María está de regreso. Anoche, cuando nos volvimos a quedar solos me llamó con ese apelativo tan especial como sencillo con que lo hacen las madres, y las abuelas, de La Mancha  (y que no quiero reproducir, quienes lo deben saber ya lo saben). Y me volvió a acariciar la cara, esta vez con una mirada mezcla de ternura y de una vaga tristeza. La suya, señal de que ha vuelto.
Ojalá que para no volver a irse.

Es fiesta hoy aquí, final de feria y día de la patrona. Se percibe en el silencio de la mañana. Y María me recita un cantar que, dice, cantaba a menudo Nieves, que fue una de mis tías. Creo recordar que es algo así como
La virgen de los Remedios
tiene una hermana,
la virgen del Rosario
que es toledana.
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