DAR NOMBRE A LA TRISTEZA
Qué difícil dar nombre a la tristeza
con palabras ajenas; qué milagro.
Como la luz dorada de esta tarde
mil veces repetida y, sin embargo,
única, que ha quedado para siempre
tan dentro de tus ojos al marcharnos,
vencidos por el tiempo y el azar,
cada uno a su olvido solitario.
Victoria León, de Secreta luz, Sevilla, 2019.
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