domingo, 20 de marzo de 2016

recuerda

El azar, tan antojadizo, dispone que a la lectura de La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco, se una en un tiempo corto la visión (no acabo de acostumbrar mi gusto a el visionado) de Remember, la última de Atom Egoyam. Dos obras, dos productos del ingenio, que entretejen memoria, identidad y olvido.

La primera, un viaje a los orígenes más recónditos del dolor y la pérdida, de la alienación y el desgarro, de la desposesión más absoluta, de un hombre -Leva- que apenas si alcanza a decir su nombre. Un viaje de la mano de una escritura certera capaz de fundir, indistintas finalmente, conjetura y verdad; la historia de un regreso que trata de recuperar una identidad que se sustenta, y se agota, en el instinto primario de la tierra, y del simultáneo descubrimiento de la piedad y la empatía que provocan en Eva los propios recuerdos, esos que le sirven de cimientos sobre los que construir y reconstruir la vida que le sale al paso en el otro, el extraño, el ajeno.

La película, con un trio de actores prodigiosos, cuenta el viaje hacia el descubrimiento horrorizado de la propia identidad por quien adoptó una nueva, ficticia y robada, que a punto está de olvidar en el proceso implacable de borrado progresivo de la memoria. Una identidad, y un yo, ajenos, que trastocan y mudan y confunden, y cuya impostura se revela a través del hilo argumental de la búsqueda del culpable, aquel sobre el que hacer recaer la consumación de la venganza y su poder redentor. Y también aquí la escritura como medio y guía: esa carta que es el único vínculo que ata al protagonista a su realidad, bien que ficticia, y le señala a la vez su destino. Una carta, palabras, que mantienen en pie el edificio ruinoso de una vida fallida.

1 comentario:

  1. Es curioso el azar, justamente antes de leer esto acabo de pedir el libro. Y la película habrá que verla.

    UN ABRAZO

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