lunes, 10 de septiembre de 2012

visita

 

Emilio convierte su visita en emoción y regalo. Con su luz de colores, su amistad y su afecto.
Con su par de zapatos desparejos, la gracia del contar sus historias hace sonreír a María, mi madre. Milagro en una abuela que ha dejado en el camino el brillo de sus ojos.

Vamos después a ver el mural de la estación del tren. Resiste al tiempo, apenas si algún desconchón, un punto menos vivos, más pálidos, los colores. Han sido más de veintisiete años.
'El Torreón -dice- aguanta muy bien'.
Mientras lo dice, me mira. Y en su mirada veo, más que una pregunta, una invitación.

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