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AK y su hija Sarah. Foto de D. Mordzinski |
"Jamás he querido ver a la gente que salvé, me limité a cumplir un
deber. Yo era judío y estaba condenado de todas maneras. No arriesgaba
nada. El peligro era para los niños. Algunos dicen que fueron 14.000,
pero quizá fueron muchos menos, es imposible saberlo. Cada día llegaban a
Drancy los autobuses llenos, y cuando juntaban una lista de mil
menores, los metían en los convoyes que iban a los campos de la muerte.
Hacía falta trabajar deprisa y dormir lo menos posible. En una hora
fabricaba 30 documentos limpios, así que si dormía una hora, morían 30
niños".
(
Adolfo Kaminsky)
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