Apenas si había cerrado el libro, recién terminado, cuya lectura he ido demorando, lenta, atenta al destello del genio, al hallazgo narrativo, a la sutileza inteligente, a la descripción precisa. Alto, de edad indefinida y cara colorada, de bigote gris y pelo gris (...) pegando con el rebenque contra las patas de las sillas, como si estuviera espantando sus propios pensamientos, que gateaban por el piso (...) -dijo, y se detuvo intrigado a pensar y se extravió en el zigzag de sus ideas, que se prendían y se apagaban como bichos de luz en la noche.
Sugerente la llave de la habitación del hotel. Cosas del azar. O puede que de la necesidad.
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