lunes, 8 de junio de 2009

la genealogía del odio

Ya está. Hemos votado, y los votos se han contado. Gana el PP y de inmediato se oyen en Génova los gritos de 'Zapatero, dimisión' entreverados de alusiones a una supuesta 'nueva mayoría' y a una siempre buscada 'nueva fase política'.
Malos tiempos para Europa, éstos de neonacionalismo y marcha atrás, de fuerzas nuevas de las derechas de todo tipo. Reto importante el de la presidencia española en los seis primeros meses de 2010, que los discursos del señor Mayor y del señor Rajoy han comenzado a socavar.
He mirado los resultados, bien que aprisa, de provincias, pueblos y ciudades de mi región. Es pronto para un comentario sosegado, pero sería tarde si no nos empezáramos a preocupar desde mañana mismo. Para no equivocarnos de elecciones, para no equivocarnos tampoco de objetivos y de esfuerzos.
Pero lo que me ha traído todo el día de cabeza (además de no haber podido pasear la feria del libro madrileña y saludar allí a don Tomás Segovia) es no poder comprender de dónde viene y cómo se forja el odio, en no saber de su genealogía para intentar desmontarla cuando ocurre. Y ayer me ocurrió curioseando en las nuevas de una de las llamadas 'redes sociales'. Os cuento.
Viendo los comentarios acerca de un video puesto allí por el PSOE me llamaron la atención los de un usuario que se presenta con foto y nombre de mujer y escribe en catalán, con mayúsculas y reforzadas con signos de admiración, frases despectivas -con alguna escatológica dirigida a medio mundo- e insultantes que (iluso como soy) no me cuadraban ni con la dulce expresión de la foto ni con la condición de mujer y catalana con que se presentaba el sujeto.
Como que no quiero contribuir a la letanía de respuestas que se iban sucediendo en la red -todas ellas respetuosas, es verdad- pienso que reflexionar con su autor(a) fuera de esa escena pública podría contribuir a ese diálogo que está en el origen y la base de la política, de la polis. Dicho, y hecho. Y se sucede el diálogo que transcribo en su literalidad:

"11:47
Tolerància.
He visto, Laura, tus comentarios sobre un video del PSOE. No he querido comentarlos públicamente, pero sí mandarte un mensaje privado porque me apena que una mujer joven, y catalana, tenga tanto odio, tabto desprecio y tan poca tolerancia.
Soy un 'español' que aprendió a leer, escribir y hablar catalán, voluntariamente, a finales de los 60, y que desde hace esos mismos años ama, defiende, disfruta, con el catalán, lo catalán, los catalanes y las catalanas.
Mi último libro de poesía es de Joan Margarit. Y mi voto, de izquierda.


17:23
calla rata xarnega!!!!

19:56
No creo que nuestras vidas se crucen nunca, pero qué pena me das, 'Martínez'. Nunca una persona que se considere tal puede llamar 'rata' a otra.
Que la vida te trate bien, no como te mereces.
I visca Catalunya!

22:47
si si, ara crida: "visca catalunya" per complaure' m
au va, que se' t veu el pél
ets una puta rata xarnega sociata, q abans defensaria ejpaña que no catalunya
"

Hasta aquí el 'diálogo' y el intento, iluso de mí y torpón, de hacer reflexionar y llamar a la tolerancia. Conseguí, eso sí, añadir un par de epítetos más a la salutación inicial de nuestro interlocutor (que se decía 'Martínez' de segundo apellido) y que, por poco originales, no necesitan traducción.
¿Por qué, entonces, me ha rondado el episodio durante todo el día?. Porque no puedo entender que una persona pueda odiar así, además de equivocarse creyendo que trataba de complacerla y creyéndome, por tanto, débil ante sus insultos. Porque no entiendo de dónde nace ese odio.
Porque le he dado vueltas a unas cuantas preguntas: ¿Sigue mereciendo esta persona que, como me enseñó Kant, la considere un fin en sí mismo y nunca un medio?, ¿sigue siendo portadora de dignidad quien me la niega a mí, a su 'prójimo', a su igual?.
¿O no es ese 'nacionalismo' irracional por el que supura sino una más de las caras con que se envuelve el racismo, una restallante xenofobia?.
¿Acaso no tiene que ver todo esto con lo que ocurre en esta larga tarea de hacer Europa con otros valores?
Una consideración final. No ha menguado mi admiración por Catalunya ni por la lengua catalana y su cultura. Ni, sobre todo, por tantos amigos y amigas de allí que son para mi ejemplo de tolerancia y de respeto. A tots i a totes, la meva estima.

2 comentarios:

  1. Es el discurso dominante. No la etiqueta, sino el discurso. No hablamos de nacionalismo sino de un soniquete que cambia de palabra pero tiene el mismo fin. Lo de Berlusconi, Camps, Aguirre, etc. es un discurso populista más televisión. Un mensaje repetido mil veces en mil altavoces que dan la sensación de ser mil voces diferentes. Es una sola voz con una sola función: acabar con lo público. Privatizar la política. Inmunizar al dinero. ¿Y la izquierda? En manos de la desmocopia.

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  2. Supongo que cara a cara no hubiera aguantado, el valor lo da la pantalla del ordenador. Seguro que necesita abrazos.

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