jueves, 16 de abril de 2009

abril


Un tiempo de casi obligado descanso me permite descubrir el paso acelerado del tiempo. Ya abril, cuando apenas despuntó la primavera hace días. Y este escaparate sin registrar nuevas hace meses (salvo la delicia de los comentarios de la Sargenta Pimienta, que lo renueva y lo revive).
Toca escribir, y me apetece. En especial después de que mi amigo Carlos (otros dirán el doctor Monroy) me haya 'revisitado', que así le gusta decir a él -y en francés, elegante y respetuoso con su maestro- que me ha vuelto a operar, para seguir obrando el milagro de restablecer la química de mi cuerpo, poco obediente a los paradigmas de la normalidad, a los rangos aceptables y comúnmente aceptados.
Han sido sólo 25 años los que han pasado (tiempo acelerado) desde aquella primera vez/visita, cuando los dos éramos, por más jóvenes, más sensatos. Hoy, al menos él, más sabios y, por lo mismo, menos conformistas. Sabio, y humano: así se lo quise agradecer y reconocer con el regalo de mi ejemplar de 'Ritournelle de la faim', el último de Le Clézio que me compré en París en otra fecha señalada, y que me había echado al zurrón de las lecturas por si la estancia en el hospital se prolongaba.
Toca escribir para felicitar a las gentes sabias (y espero que felices) por el aniversario que siempre celebro: ese 14 de abril que recuerda la esperanza, la decencia, la ética civil y la alegría truncadas. Lo hice desde la habitación 1015, y ahora en este espacio que a todos llega, y no sin una cierta tristeza al ver en la prensa que el que fue tantos años mi Partido (el Partido, decíamos, y yo hubiera escrito incluso ayer 'mi' PCE) sigue empeñado en renegar de lo mejor de su historia, que es -en alguna medida- lo mejor de mi historia: de la Constitución que tanto nos costó, por la que tanto trabajamos, que tanto soñamos, por la que tantos tanto sufrieron.
Tiempo de sueños, de lucha y de recuerdos, de anhelo de futuro. De Partidos y de amigos. Sobre todo, de amigos. De la conversación -¡cuánto tiempo, Isabel!- con los que son tan de siempre que da igual qué tiempo nos haya pasado.
Teniendo estos días un presente tan inmediato como reciente que ocupa mi tiempo y mi sueño (Bruselas, comité de educación, ganas de más Europa, necesidad de abrir nuevos espacios comunes, euroescépticos combatidos con optimismos a prueba de (casi) todo como el mío), otro Carlos, otro amigo -y qué críos érais, ¿te acuerdas?- se 'cae' de las listas a las elecciones al Parlamento Europeo. Se ve que trabajar más que ninguno (dejémoslo, si quieres, 'como el que más') no es valor, sino demérito. Que creerse a fondo (y ahora, tiempo de crisis, más que nunca) que reforzar y hacer crecer, hacer más soberana y más competente, a la Unión es el único futuro que nos está permitido a las gentes de izquierda y progresistas, tiene valor escaso porque da igual quien allí nos represente (incluso que aquello de allí sea consuelo, descansadero o trampolín, que no causa por sí sola suficiente y apasionante).
No seré yo quien anime al desánimo, no. Pero sí quiero desde aquí, en este modesto altavoz de tan cortos vuelos, rendirte homenaje, Carlos Carnero, joven amigo, y darte las gracias, y reconocer tu trabajo.
No sé si lo harán los muchos que deben a tu esfuerzo y a tu entusiasmo que la Europa de la que tanto tiempo estuvimos expulsados siga siendo un luminoso objeto de deseo, pero sí lo queremos hacer tus amigos, los que tanto te apreciamos y te queremos.
Hoy dice la prensa, en portada y grandes titulares, que 'la crisis hunde la confianza en las instituciones de la Unión Europea'. Nos tocará, seguro, levantar de nuevo esa bandera. Y ahí estarás tú, y yo contigo, que nadie nos tiene que enseñar que luchar por lo evidente, a pesar de todo, merece la pena.

3 comentarios:

  1. Salud y salud. Ya sabes que casi siempre lo del corazón lo da la cabeza.

    ResponderEliminar
  2. Yo creo que debieras reposar más tiempo. ¡Que te dé el médico una baja activa de seis meses o un año y dedícate a escribir!, aunque sea sobre esa infancia que fue rectángulo de cal fresca, de viva cal de pueblo... y luego andanzas mil hasta el nunca encontrado reposo. Así, que bienvenida la baja si quien gana es la escritura.

    ResponderEliminar
  3. Veo, Antonio, que tu generosidad se traslada a este papel sin tinta. Muchas gracias y una pregunta: ¿sabes de un médico que firme esa baja?. Lo digo también por tí.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...