Santiago Ramos, poeta del asombro y la alegría, fue una persona de esas -tan pocas- que mejoran el mundo y te ayudan a reconciliarte con la vida. Se fue de entre nosotros, y un grupo de amigas y de amigos nos convocaron a su recuerdo en una mañana de celebraciones -¡ay, mi Roma liberada!, Lisboa de mil claveles- a la hora en que abrió el tiempo: la tregua imprescindible. Otro poeta, amigo doblemente, leyó estos versos míos que quieren evocar la humildad de Santiago y su bondad.
Por la feria pasea
tímido
el poeta
gigante
y niño
el poeta
embelesado
de algodón
y dulce
y rosa
el poeta
se pasea
en su mano
roja y blanca
y amuleto
a rayas y espirales
la garrota
de caramelo.
El poeta pregona
ya está aquí
la feria
y saluda
en su mano
caramelo a rayas
la garrota
ya llega
el poeta discreto
fantasía
ilusión
un niño ríe
y gira
un sueño
noria y tiovivo
el poeta
saluda
sol y susurro
sonríe santiago
y se abre
la algarabía
pasen y vean
de feria el poeta
con su garrota
caramelo y duz
y bonhomía
pasen y vean
no llores niño no llores
que yo te ferio
poeta y pregonero
una garrota
de caramelo.
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