lunes, 16 de abril de 2018

aprile

        En Bolonia llovía. En Ferrara llovía agua suave, sin peso ni sonido, pero el día nublado era luminoso, como si noviembre fuera mayo, y el pavimento de las calles duplicaba la luz gris del cielo, y las fachadas rojas parecían más rojas. La gente iba a pie y en bicicleta de una tienda a otra, de una oficina a otra oficina, a los cafés (…).

(Justo Navarro, El espía, Anagrama, Barcelona, 2011)

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