Rosalinda ha querido romper las normas a que se atiene de ordinario todo editorial para, en el recuerdo a dos de los que fueron primero sus maestros y acabaron más tarde siendo sus amigos, hacer memoria de tantos y tantas como ejercieron su profesión de enseñantes en las aulas del Cervantes. De ese IES que tiene a bien llevar por nombre el nombre completo de don Miguel, el Saavedra incluido, que así reza en la partida bautismal que como talismán custodia la parroquia de Santa María deste lugar de Alcázar de San Juan que fuera antaño el republicano Alcázar de Cervantes.
Treinta y cuatro años, incluidos los dos cursos de quienes me quisieron en el destierro más otros seis que traje en mis alforjas, dan para muchos recuerdos. Con el de nuestro buen Jesús, los de mis dos hijas los primeros. Y los muchos de quienes, también en mí, dejaron huella y a los que no quiero citar por si en falta se echara alguno.
Satisfacciones, muchas también. Pero nunca ninguna que supere a la palabra amable de una madre (mi hija se casó, tiene dos hijos y siempre que viene me pregunta por usted), a la mirada agradecida de un alumno del que dijeron este no vale para estudiar y quedó desahuciado tantos años.
Nunca tanta satisfacción y orgullo como el que siento leyendo las palabras de Rosalinda. Gracias. A ti y a todos los que fuisteis mis alumnos: si algo soy, lo soy por vuestra memoria.
editorial
Profesores que dejan huella
El Instituto Miguel de Cervantes de Alcázar de San Juan conmemora su 50 aniversario, y con tal motivo, dentro de los distintos actos programados, mañana sábado abrirá sus puertas para recibir a gran parte de los profesores que han pasado por sus aulas. Directores, jefes de estudios, profesores del antiguo BUP o del actual Bachillerato, docentes que volverán a verse para disfrutar de una jornada de convivencia que sin duda alguna servirá para intercambiar recuerdos, conocimientos y experiencias.
Al margen del programa oficial de actividades (abundante y completo, según hemos podido comprobar), basado en conferencias, talleres, exposiciones y otras actividades educativas y culturales, programadas para la semana que viene, el 50 Aniversario de este instituto nos invita (a nosotros y a todos los que fuimos alumnos o alumnas de este centro) a mirar de forma entrañable hacia el pasado para recordar momentos innumerables. Tantos y tantos momentos, buenos y malos, sentados en aquellos pupitres verdes, de asientos plegables (sólo en mis primeros cursos, pues creo que en segundo o tercero, pasaron afortunadamente a la historia), escuchando a profesores, también buenos y malos, mejores y peores, pero de los que todos guardamos recuerdos imborrables.
Quiero aquí utilizar la primera persona del singular para referirme a Jesús de Haro y a Pedro Pablo Novillo, profesores míos, en COU y tercero de BUP, de los que siempre guardaré buenos recuerdos. Sus clases, para mí, fueron las mejores (o al menos, las que mejor recuerdo).
Por eso, a ambos quiero dedicarles este espacio editorial. Desde la actualidad, y a la vez, desde el recuerdo. A Pedro Pablo, tal vez lo encuentre mañana, cuando acuda a cubrir la recepción de invitados; y a Jesús, como no lo podré saludar personalmente, le dedico esta fotografía para subrayar esa huella que, como amigo y profesor, siempre llevaremos (vuelvo al plural) todos sus alumnos dentro.
(El Semanal de La Mancha, viernes 15 de abril de 2016)
Sin duda, elogios muy merecidos. Me alegro mucho.
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