domingo, 29 de noviembre de 2009

de educación: autoridad y fracaso

Uno. En lugar de hacer de la educación una multiplicación de oportunidades, se empeñan en que debe ser una carrera de obstáculos. Y se alegran cuando alguno cae. Más, si ese uno no se levanta. Engordan así el porcentaje del 'fracaso'. Y sonríen satisfechos: ése es su éxito.
Pertenecen a la estirpe de los que quieren borrar del mundo cualquier sombra de felicidad o de placer. Si no es con sufrimiento, al parecer no tiene mérito. Lo sabemos de antaño: la letra, mejor con sangre.

Dos. Una cuarta parte de los alumnos y las alumnas de nuestra educación secundaria no alcanzan el título de graduado (un elevado porcentaje porque han suspendido algunas -tres o más- de las materias que estudian). Son, para esos mismos de antes, el 'fracaso escolar', los fracasados.
¿Y acaso no es más oportuno -y más justo- pensar que después de diez años, al menos, de escolarización son muchachas y muchachos competentes en muchas y muy diversas competencias?. ¿Acaso no sería más deseable que, en lugar de cerrarles todas las puertas -triunfo final del obstáculo que trunca la carrera-, pensáramos en reconocerles esas competencias suyas, y aprovecharlas?

Tres
. Tienen dieciséis, diecisiete años. No titulan. No pueden continuar (o tienen que buscar algún agujero en la coraza, o esperar a tener más años). ¡Lo tienen más que merecido!
Aquella chica despierta, por ejemplo, que no hizo bachillerato -escribía muy bien, y quería estudiar literatura- porque alguien dijo que con él no aprobaría nunca las matemáticas (y no las aprobó, claro).
¿Tiene alguien derecho a clausurar la vida a los dieciséis? ¿Se puede saber en nombre de qué?

Cuatro. He conocido a decenas de alumnos que sin mucho esfuerzo han hecho carrera. Y a otros muchos esforzados que no lo han conseguido. De otros tantos decimos que no hacemos carrera de ellos. ¿Se trata de esfuerzo?

Cinco. Sin autoridad no hay formación. Sobre todo, sin la autoridad de padres y maestros. Algunos, sin embargo, pretenden hacernos creer que la consideración legal de autoridad pública (que no les vendría, en todo caso, de su ser maestros sino por su condición de funcionarios) añadiría autoridad a quienes la entienden mermada cuando, en realidad, vendría tan sólo a incrementar la pena: de falta a delito, de infractores a delincuentes. De la educación en la convivencia -con sanción si es precisa, y autoridad- al derecho penal.
Los más cínicos, que lo saben, me dicen: 'Así se lo pensarán dos veces'.

Cinco bis
. Creo que el maestro de Albert Camus no tenía la consideración de autoridad pública.

1 comentario:

  1. Mejor imposible e impensable. Ya sabes que atacan con sencillos argumentos que son argumentos que no son otra cosa que su sencilla incapacidad de pensar.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...