sábado, 10 de octubre de 2009

Sobre la indecencia. Una reflexión moral

El gozo de tener amigos se hace, a las veces, especialmente intenso. Aunque sea en la distancia. Y ese es el caso de Enrique M. de la Casa, que escribe como dios, si es que el don de la buena escritura alcanza a la inmortalidad, y piensa como un hombre capaz de pensar a lo grande.
Irónico y mordaz, claro como el agua clara que no pasa -todavía- por su río Tajo, inteligente y, por ello, con la carga a cuestas del pesimismo de la razón que de tanto en tanto alivia -bien lo sé- el optimismo de la voluntad, Gramsci que nos pesa.
Si no fuera así, desistiría(mos) de esa terca insistencia en la vindicación de la educación y la política. En la necesidad de esa educación para la ciudadanía democrática cuando una ciudadanía sin la guía de los valores de la decencia y la honestidad se declara dispuesta a votar (más) al partido del traje gratis, el jaguar invisible y la correa.
Lúcido y resistente, está asociado sin remedio al club de los reincidentes. Con el periodismo en el alma y la vida en un blog, es la suya una reflexión moral al filo de los afanes y los días. Magistral, sin moralina, a contracorriente si es preciso, y nunca a destiempo. Vean, si no, una muestra.

'Sensibilidad
Lucen de otra manera estos caprichos gurteleros. No son aquella caspa de abrigos y cafelitos. Estos son de la España imperecedera. No hay nada más que verlos y, sobre todo oírlos. Esa Ana ignorante de los jaguares que aparecen en el garaje del chalet; ese Costa caprichoso de coche y reloj; ese Camps nervioso por estrechar la mano de Obama, no son Aida o Juan. No, aquí hay un cutis curtido por centenares de años de comer bien. Ese cutis que te deja la cara como cemento y que impide el más mínimo balcuceo. No balbucean para pedir ni balbucean para justificar. Son generaciones entregadas a este cultivo monotemático de la ostentanción. Y al poco de rascar aparece el detalle chocarrero de las lumis al servicio de la contrata. Son de una manera de ser que no desentona. No hay nada más que oír a los creadores de opinión sesgada: no hay manera de que hagan sangre. ¡Ay si hubiera sido un hermano de Alfonso comisionado para conocer Cancún fuera de temporada! Pero ellos y España siguen siendo así.'

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