jueves, 1 de enero de 2009

año nuevo

No amanece radiante, angelgonzález,
la alegría del mundo que anunciaste
en el verso aquél hermoso e inspirado,
que no encuentro en este madrugar temprano
la promesa de un mañana más abril
o el anuncio de un vivir en paz y enamorado.
He puesto el café y me he preguntado
si serán hoy más felices mis hermanos
palestinos de Gaza acribillados,
si tendrán más esperanza las mujeres
capaces de dar amor, que no sumisas,
que en lugar de amor muerte reciben.
Madruga esta mañana gris y fría
de mi alcázar de inviernos azulados
de escarchas y de nieblas pertinaces:
la casa está tranquila. Todos duermen
después de celebrar el año nuevo.
Yo he tomado el café de cada día
y quisiera ser feliz a mi manera:
decirte con pasión que libres somos
y con todos y uno a uno compartir
la alborada de un mañana solidario,
de un mundo en paz y gentes que se afanan
en ser más libres, más sabias, más iguales.
En Viena se afinan ya los instrumentos
-dirige Barenboim hoy el concierto-
y anuncian en Roma al Santo Padre.
Sin noticias, aún, de la Intifada.

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