jueves, 29 de septiembre de 2016

psoe

Es una sencilla cuestión biográfica la que hace que no pueda vivir los problemas del PSOE con dolor del corazón. Razón que no evita que los padezca con una enorme desazón y una no menos lacerante preocupación de la cabeza. Que puede que hasta duelan más así, y más intensamente.
Porque al PSOE llegué por convicción, y en esa convicción acarreaba entonces las pasiones y las vivencias de un corazón volcado sin reservas en la izquierda, y ninguna quise dejar atrás.
Hoy, y desde ayer, miles de afiliados, decenas de miles de votantes, gentes que, sencillamente, nos respetan, o que nos quieren aunque no nos voten, y tantos y tantas que reconocen el papel determinante del partido en la transformación de España contemplamos impotentes el desarrollo de una operación que amenaza con llevarse por delante una organización centenaria en la que aún se depositan las esperanzas y los sueños de muchos españoles.
Ese depósito es el que hace que aún sea necesario el PSOE, porque sólo son necesarios los partidos que los ciudadanos perciben útiles porque comparten sus sueños y sus esperanzas.
Cuando deja de ser así, esos mismos ciudadanos les retiran su corazón, primero, y su voto después. Y esos partidos se consumen. Y acaban por desaparecer, no importan ni su historia -ya sea centenaria o efímera- ni sus méritos ni sus aportaciones.
Pero también, a veces, como si les pesara la edad, mueren de sus glorias pasadas -como si su pasado fuera una cortina oscura que les ciega la visión del presente y, con ella, la ambición de futuro- cuando no de la acomodación a ese lento veneno de la perpetuación de los 'aparatos' dirigentes reproduciéndose a sí mismos, cada vez más alejados si es que no ajenos a los principios fundacionales y sus valores.
En el campo de las izquierdas suelen darse también los suicidios épicos y esos otros más laboriosos que toman como método la (auto)amputación progresiva e incesante, depurando a sus miembros y depurándose hasta la consunción.
No caeré ahora en la tentación de atribuir culpas. Tampoco de exculpar a ninguno de los actores de este drama de tan escasa épica y nula lírica.
Pero no puedo dejar de señalar que la confrontación que amenaza con llevarse por delante a la organización se da precisamente entre los 'dirigentes', los notables con mando presente o pretérito, ayunos y ajenos los afiliados, sin arte ni parte en la obra.
Porque en el debate, que unos reclaman y otros proclaman, los afiliados ni estamos ni se nos espera.
Y uno, que sigue pensando que los partidos políticos, por su papel constitucional, no deben ser de sus dirigentes ni exclusivamente de sus militantes sino de los ciudadanos, tiene claro que el PSOE es un patrimonio de todos los progresistas, de la izquierda sin apellidos, del movimiento obrero español. Y que su debilidad -y no digamos su quiebra o su ruptura- es una mala nueva. Muy mala.
Cuando más arrecia la ofensiva de las derechas unidas y sus aliados no nos podemos permitir ni un solo retroceso. Y menos una derrota en toda regla como la de una eventual deriva hacia la irrelevancia del partido que ha sido, y tiene que seguir pretendiéndolo, vertebrador de la izquierda española.
Y para eso es necesario respetar, más allá de declaraciones huecas, a los militantes. Y no tomar su nombre en vano.

lunes, 19 de septiembre de 2016

forasteras

Las de este pueblo no podemos ser
sino así
Idéntica a la vecina
cada mañana me entallo la armadura
salgo a la calle me erijo vocifero
voy dejando a toda prisa en los buzones
el folleto explicativo de mi fuerza
Alzo la casa a pulso
amamanto a una impresora
meto a presión el dedo en las rendijas
doy golpes en la barra de los bares
Las de este pueblo somos fuertes por ley
Este no es un sitio de nenazas

Hacer oficio de dulzura
es un acto a todas luces reaccionario
                                *
Sin embargo en ocasiones
hemos visto mujeres
hablar con cálida voz
temblar al decir te adoro
ir por las calles sin máscara
de pestañas
llorar sin acudir a los mortuorios

Son muchachas forasteras
muy raras

y no sé cómo se atreven

(Carmen Camacho, en http://www.otroparamo.com/carmen-camacho-poesia-espanola/)

domingo, 4 de septiembre de 2016

de agua

Son días de feria en mis pueblos, de investiduras fallidas y promesas indecisas, días de lecturas nuevas, de un principio de paz y de esperanza en mi Colombia soñada -tan presente y cotidiana con Jorge y con  Helena- que ojalá y la mala hora no sean capaces de malograr. Días de poner sosiego en los días, de vendimia de la parra. Días de recordar aquellos en que bastaba con vivirlo, sin necesidad por tanto de contarlo.
Y en estos días, en el azar que me lleva siempre a lo necesario, el encuentro con un lenguaje deslumbrante, desbordante y fresco, atrevido, original. Nuevo. Aunque no sea nueva su obra, así me sabe.
A ese sabor de palabras cercanas, pura alegría, a las que pongo acento mientras las leo. Palabras que son de fiesta incluso cuando son amargas. De lúcida ternura, casi un alijo.
Las sueña Carmen Camacho, andaluza de Jaén. Y las escribe después.

Palabra de agua
Hermana: si la sed,
                         aprisa,
avisa al zahorí;
que venga a alzar su vara
para invocar mi savia
hasta quebrar la fuente,
hasta rajar la piedra.
Que la sierra rompa aguas
y te me dé a beber.

Dale en pago la sal del sur.

Hermana: si el hambre,
la nube venga
y mi nieve sea
flor de algodón
sobre el rastrojo,
quietud en la huerta,
trino y azahar mañana.

Lávate en lenta ablución.
Es primavera.

Hermana: si el amor,
apriétame los puentes,
haz de una gota un río,
échale caudal al caudal.
Y, anda, vete con él
a saltar en los regatos,
alza la falda,
moja el calzón.
Al anochecer
pídeme juncos,
luna baja y una orilla.
Tumba al amante a tu lado.

Despertarás mojada de rocío.

Hermana: si el odio
o el alpechín
se nos metiera dentro,
si tú profanas el vapor
con óxido de olvido
y mi llanto arrasa ciudades;
                               rápido,
siéntete la sangre,
pálpate las lágrimas,
fluya yo en ti.
En tu molécula
y en tu alma está el mar.

Escucha
tu palabra que es la mía,
y date por siempre viva:

Agua eres.

jueves, 1 de septiembre de 2016

maio

Septiembre es un mayo atrasado y nostálgico. Y desde un tiempo a esta parte, el día primero es el de la vuelta al trabajo -todavía no a clase- de la mayoría de los enseñantes. Preparándolo lleva meses Ángel F., que ha tenido que volver.
Hoy, y en su lengua de niño, un recuerdo y un agradecimiento. Porque ninguna lengua como el galego es capaz de decir más cabalmente la nostalgia.

 O maio

Aquí vén o maio
de frores cuberto
...
puxéronse á porta
cantándome os nenos;
i os puchos furados
pra min estendendo,
pedíronme crocas
dos meus castiñeiros.

Pasai, rapaciños,
calados e quedos;
que o que é polo de hoxe
que darvos non teño.
Eu sónvo-lo probe
do pobo gallego:
pra min non hai maio,
¡pra min sempre é inverno!...

Cando eu me atopare
de donos liberto
i o pan non me quiten
trabucos e préstemos,
e como os do abade
frorezan meus eidos,
chegado habrá entonces
o maio que eu quero.

¿Queredes castañas
dos meus castiñeiros?...
Cantádeme un maio
sin bruxas nin demos:
un maio sin segas,
usuras nin preitos,
sin quintas, nin portas,
nin foros, nin cregos.

(Manuel Curros Enríquez, en Antoloxía: doce poemas, Fundación Curros Enríquez, Celanova 2008)

aire do mencer

De Celanova, la tierra que da nombre al mundo, me llega el regalo -doble- de palabras y versos de dos de sus paisanos más ilustres. Con el afecto incorporado de la promesa cumplida de MJ, que quiere regalarme así un poquito de mi tierra en la lectura. Gracias.
También por saber que una tierra está hecha sobre todo de palabras. Como los afectos.

Libremente

Nós queríamos libremente
comer o pan de cada día. Libremente
mordelo, masticalo, dixerilo sin medo,
libremente falando, cantando nas orelas
dos ríos que camiñan pra o mar libre.
Libremente, libremente,
nós queríamos somente
ser libremente homes, ser estrelas,
ser faíscas da grande fogueira do mundo,
ser formigas, paxaros, miniños,
nesta arca de Noé na que bogamos.
Nós queríamos libremente surrir,
falarlle a Dios no vento que pasa
-no longo vento das chairas e dos bosques-
sin temor, sin negruras, sin cadeas,
sin pecado, libremente, libremente,
coma o aire do mencer e das escumas.
Coma o vento.
Mais iste noso amor difícil rompeuse
-vidro de soño fráxil-
nun rochedo de berros
e agora non somos máis que sombras.

(Celso Emilio Ferreiro, en Longa noite de pedra, Edicións Xerais de Galicia, 10ª edición, 2014)

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