martes, 31 de diciembre de 2013

dos copas

He pasado los últimos días de este año funesto -ahora agonizante- en buena compañía, la de los versos de Joan Margarit, impensado compañero de lengua estimada y de infortunio. Se pierde la señal es el título que ha dado a estos poemas su autor, un hombre que se confiesa, además de brusco y fiel, agradecido.
Margarit ha escrito un epílogo breve, tanto que ni siquiera alcanza las tres páginas. Le sobran para hacerme un regalo de humildad y sabiduría, para enseñarnos que lo que se recuerda, aunque no sea cierto, es, en cambio, la verdad.Y la verdad es el objetivo profundo de la poesía.
Para decir, él un maestro, que la poesía es una herramienta para gestionar el dolor y la felicidad y, sobre todo, sus vertientes ya domésticas, la tristeza y la alegría.
Una gestión de la que depende lo que se guarda de la vida pasada.


BRINDIS

Més junts dels que ningú no sabrà mai,
alcem les dues copes.
Veiem la nostra llum, cadascú als ulls de l'altre.
Un home i una dona, en un instant,
poden equivocarse.
però l'instant no tornarà mai més.


Tan juntos como nadie sabrá nunca,
alzamos las dos copas.
En los ojos del otro, cada uno
ve nuestra luz.
Un hombre, una mujer, en un instante,
pueden equivocarse.
Pero el instante nunca volverá.

lunes, 30 de diciembre de 2013

demora

Me demoro en sus manos,
elocuencia fugaz del mediodía.

Soy de verdad, le digo luego.
De carne y palabras.
Sobre todo
de palabras.
Que duelen,
como los huesos.

viernes, 27 de diciembre de 2013

frío

no sé
-si tu voz o tus ojos-
qué echo más de menos
cuando el frío
se adueña de mis manos

o ese gesto
tan tuyo
en que eres alegría
en mi recuerdo

la sola,
mi única alegría

contra el tiempo

martes, 10 de diciembre de 2013

nativo con causa


 Se cruzan hoy el adiós a Mandela -uno de los imprecindibles- y el aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. Y escucho de fondo las palabras de cariño y de reconocimiento de su pueblo.
Madiba se alzó contra la ignominia. Tomó partido, y pagó con largos años de cárcel. Su sueño, el de tantos (y tantas) que encuentran su fuerza en la causa de la libertad, la igualdad y la dignidad de todas las personas.
Un fantasma que desbordó las fronteras de Europa y anidó en el corazón y en la cabeza de hombres y mujeres de toda condición, y se hizo así de todos los colores.
También negro, el color de los que fueron esclavos. El de Martin Luther King, aquel que murió asesinado por confesar su sueño. El de Mandela, que los sembró y los vió crecer.
Tenían razón los que advertían del peligro de los nativos. Sobre todo, de los nativos con causa.


lunes, 9 de diciembre de 2013

primarias

Son elecciones: una mujer/un hombre, un voto. En las que todos los votos valen y cuentan (y valen, ciertamente, lo mismo).
Sin entrar en polémica con nadie -sobre todo con aquellos que siguen creyendo que los partidos políticos son cosa exclusiva de sus afiliados-, sostengo que cuanto más abierta sea una organización y más sean los llamados a tomar decisiones, menor el riesgo de su oligarquización, sectarismo, corrupción e inmovilismo.
Si más abierta y pública, más transparente y fuerte.
Y de esas estamos necesitados todos. Sobre todo, los que no tienen otras que les defiendan, otras con que defenderse.
Por eso, de haber seguido allí me habría enorgullecido contarme entre los casi tres millones de ciudadanos -afiliados y no- que acudieron ayer a alguna de las 8.476 secciones de voto en Italia (y el exterior) para elegir al secretario general del PD, el mayor partido político italiano.

Pocas semanas después de que los militantes eligieran mediante voto directo y secreto a los tres candidatos 'finalistas', el número de votantes se ha multiplicado por nueve.
Una respuesta nítida a la desconfianza y a la antipolítica, una respuesta a los que, en lugar de ampliar los espacios para la participación democrática, los atascan y recortan y achican: siempre habrá a mano unos estatutos. Es decir, ese reglamento con el que se disfraza el miedo.
A los míos, en el sentido más amplio, les hablo: no conozco expresión más acabada de la democracia que la que se ejerce votando cuando todos los votos valen lo mismo y todos tienen derecho al voto.
Se trataba de elegir al secretario general del partido. Y se ha roto otro mito, el del derecho sacrosanto reservado a los afiliados (aunque luego los afiliados nunca votaran directamente, que esa es otra).

Me hubiera gustado, lo confieso, darme el gusto de votar. Aunque no haya ganado el que yo prefería (cosa que no extrañará a quienes más me conocen).
El nuevo, por cierto, acaba de anunciar la composición de la nueva Secretaría: cinco hombres, siete mujeres. Piensa que la estricta paridad no le sienta bien a la igualdad.

Uno de los 'derrotados' decía que seguirá trabajando. ¿La razón?: que 'la izquierda no solo tiene una vieja historia que contar, sino una historia nueva enteramente por escribir'. Dicho así, y en italiano, los nuevos tiempos prometen.
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