lunes, 25 de febrero de 2013

caminar lento




Berlin, 2

                  Lietzenburgerstrasse, 1976

Entre jardins
Desemparança
Tota de blanc
Pòmuls sortits
De dona eslava
Que s'han clavat
En els meus ulls
I algun desmai
Mogut pel vent
Passo de llarg
La silueta
Neons blau cel
On sonen passos
De vianants
En ple carrer
D'amples voreres
On ella sola
Sembla regnar
Fràgil i esvelta
Tota de blanc
Posada en venda
Ara es retalla
Contra la llum
D'aparadors
Amb maniquins
Estanc bistro
Papereria
Antiquariat
Atapeït
Desemparança
Que ens fa semblants
Caminar lent
Per les voreres
Amples tan sola
Posada en venda
I els ulls es claven
En els meus ulls
Tota de blanc
Talons altíssims
La soledat
On sona Haydn
Berlín adéu

Feliu Formosa, en Cap claredat no dorm, 2001

lunes, 18 de febrero de 2013

agujita de marear

Si dices que política -la 'bella' política- y verdad son indivisibles, te dirán ingenua. Si reafirmas que no hay política sin ética (ni ética sin estética: véase Mato), te llamaran ilusa.

Otros se preguntarán en alto qué estarás buscando, qué ambiciones inconfesables te guían (ellos, que nunca las han tenido, ni las tienen ahora: que son lo que son por la gracia del más alto)


Si quieres ser coherente y te sumas a la protesta en la calle, vendrán otros, los que quieren ser dueños en exclusiva de las causas nobles y del sufrimiento de los mas débiles, y querrán desahuciarte de ti misma, negar tus convicciones a gritos (otras, más sutiles, lo justificarán: si acudes a la cita que ellos mismos han convocado, 'te arriesgas a que te increpen'). Algunos creen que solo existe su compromiso.


Si todo eso sucede es porque algo se mueve. Porque en algo -en mucho, te lo aseguro- has contribuido a que se remuevan aires aquietados y aguas aparentemente mansas.


Sigue. Tranquila y con decisión. Si puede ser, lejos del circo de la bronca y, si puedes, de los platós que invitan a los que hacen gala de aquello precisamente que tú combates.


Y descansa, niña Bea, reposa las emociones de esta semana. Llorar es humano, y humaniza. Y tu llorar en la manifestación añade vida, y afecto y verdad, y hace luz en estos días oscuros, en estas tierras de penumbra.

martes, 12 de febrero de 2013

prosas


       ‘(…)
      Se asomó a la puerta oscura blandiendo la fusta frente a sí. Del interior le llegaron los aromas cárnicos que ya conocía y una ligera pestilencia que no había notado antes. Metió la cabeza en el cuarto negro y, sin distinguir nada, sintió el peso de lo que en aquel lugar había sucedido. Una densidad de sacristía vieja, donde los ropajes ceremoniales habían sido hilados en el comienzo mismo de los tiempos y donde las paredes habían absorbido, durante siglos, los gritos de monaguillos, huérfanos y expósitos. El dolor y la caridad. La muerte arrumbada. La podredumbre abriéndose paso entre pecados inenarrables.


      ‘(…)
      —No le entiendo.
      —Debes enterrar los cuerpos.
      —¿Cómo?
      —Entierra los cuerpos.
      El muchacho se puso de pie y miró a su alrededor. El pueblo forrado de sombras y paredes caídas.
      El cielo, en su costumbre, lejano. Echó la cabeza hacia atrás y resopló. Se sentía al borde de la extenuación y en ese momento lo único que deseaba era volver a su agujero, el hoyo tibio y húmedo en el que se amodorró la primera noche de escapada. El cuenco primigenio hecho con el barro de la verdadera madre. El lugar en el que la temperatura es constante, en el que el sol no penetra y en el que las raíces horadan la arcilla y retienen el suelo cuando llegan el agua o el viento. Se miró las manos temblorosas y respiró. El burro cargado y dispuesto para la marcha y, a su lado, como un reflejo turbio, el viejo expresando un mandato ajeno incluso a sí mismo: dar sepultura a los bastardos, buscarles un acomodo a salvo de las fieras a la espera del juicio final.'


Jesús Carrasco, Intemperie.

martes, 5 de febrero de 2013

me consta

maldita sea la inmunda condición de la historia
que no aminora nunca sus pertrechos de enconos
         embelecos falacias
ese turbio registro de dictámenes que no son más que
         formas vengativas
de una inconexa multitud de estólidos duchos en el oficio
         de jurar en falso
maldito sea el tiempo que atajó vulneró el tráfago legal de
         la decencia
y en el contiguo sumidero de la degradación acopia sus
         mentiras

J.M. Caballero Bonald, de Entreguerras.
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