jueves, 31 de mayo de 2012

martes, 29 de mayo de 2012

rafael

Sé que Rafael no está de moda. Y que el eco de Dolores se desvanece poco a poco, sin prisas, con la fría eficacia de la bruma.  Recuerdo cuánta dignidad en aquella foto, en la suya la de tantos que tanto quisieron vivir pero nunca de rodillas.
No está de moda Rafael, pero su Roma, peligro para caminantes ha acompañado muchas de mis tardes, y más de una de mis noches, en estos meses de tanto asombro como escaso sosiego. Y he visto, como al pasar, y no una sola vez, su cabellera blanca saliendo de ese bar, el Septimiano, de nombre tan rotundo, el  que descubre ahora -¡estos americanos!- el señor Allen.
Por eso quiero ir hoy a enseñarle a los amigos la que fue su casa aquí. Via Garibaldi, 88. Isidoro y Pilar se han recorrido media Italia en este viaje jubilar, pero se han quedado con ganas de Trastevere, que el paseo aquel no fue, al parecer, bien que extendido y largo, suficiente. Y si se trata de ir una vez más al encuentro del pasado -que se vuelve así futuro- prefiero a los amigos más de ahora: Roberto Lertxundi, de visita hoy en el Cervantes, será, si es que ha de ser, para otro tiempo.

Un día tal que ayer llegaba Alberti a Roma. Así lo contó al recoger el premio Cervantes en 1983, veinte años más tarde: 'El día 28 de mayo de 1963, después de casi veinticuatro años de exilio en la República Argentina, hacía mi entrada, a través de la inmensa puerta del cielo, en la ciudad de Roma. Yo tenía entonces sesenta y un años. Y unas ansias, unos deseos angustiosos, de sumergirme, de perderme, de estrecharme, hasta desaparecer en aquel complicado y peligroso laberinto de plazuelas y callejones del barrio que elegí como vivienda, el romanesco Trastevere, alegre capital, dentro de Roma, de los gatos´'.

Y allí vivió hasta su vuelta a España, en ese su amado barrio en el que -confiesa- 'tuve que volverme torero, adiestrándome en ceñirme, en adelgazarme contra los muros, en salir por pies, corriendo veloz como ante un toro, al ver llegar aquellas exhalaciones interplanetarias, ciegas y sin aviso, por tan estrechas calles y retorcidos callejones'. Tan romano allí que esperó siempre del ayuntamiento de la ciudad que pusiera su nombre siquiera a un callejón (en algún vicolo, no lejano de mi Vía Garibaldi, una placa que diga: «Vicolo di Rafael Alberti (antes del Cinque, del Cedro, etcétera)»).

Quiso vivir allí, en la otra Roma: 'porque yo me instalé aquí, me convertí en vecino de este barrio para cantarlo humildemente, graciosamente, rehuyendo la Roma monumental, amando sólo la antioficial, la más antigoethiana que pueda imaginarse: la Roma trasteverina de los artesanos, los muros rotos, pintarrajeados de inscripciones políticas o amorosas, la secreta, estática, nocturna y, de improviso, muda y solitaria.' Y allí podremos ver también nosotros con los ojos del poeta esos macizos de dondiegos rojos, que han de abrirse en la noche, perfumándola suavemente.

Volveremos esta noche a Via Garibaldi. Dejaremos atrás, por la Lungara, cárceles, villas y academias. El trazo de un fogoso, y otro, Rafael -la Farnesina- que pinta y ama; bares, negocios y osterie. Casas (delle donne -donde no me permiten cenar, nueva clausura-, della memoria) y cuarteles, el cartelón de la cereria di Giorgio y sus candelle, calles que culpan y redimen (via della penitenza). Y quizás la sfumatura del perfume que delata el lugar donde la mujer de labios grandes y tan rojos esperó impaciente esta mañana -Regina coeli, ¿ora pro nobis?- la hora temprana de la visita. (Quizás ese hombre allí dentro no se merezca la generosidad de esos labios. Ni el perfume)

Son
     venid, no tardéis,
     a olerlos
detalles de amor,
versos de Alberti.

De Roma, peligro para caminantes. Foto y composición de josé sánchez.


domingo, 27 de mayo de 2012

(in)conclusión

No he logrado nunca, ni aun poniendo mucha voluntad en conjurarlos, detener los malos presagios. Pero tampoco consigo detener esa voluntad terca que se empeña una y otra vez y sin tener en cuenta el vaticinio, a veces cantado, del fracaso. Es, sin duda, el querer a toda costa. O eso que llaman fuerza de voluntad, la que siempre creí dirigida certeramente a lo posible aunque incierto.
Gomorra, ese gran relato de Roberto Saviano cuyo comienzo tanto me impresionó, me acompañaba en aquel viaje en que el azar quiso que se hiciera la luz en la noche azul: ya se sabe que qualsevol nit pot sortir el sol. Y me encontré entregado de pronto a la práctica del sortilegio, con la promesa de que no se habría de apagar mientras el libro no se acabara. En justa coherencia, aún no lo he terminado. Ni pienso ponerle nunca fin. Mai.
La otra tarde encontré, remirando libros usados en esa encrucijada tan especial que he asimilado a un punto de fuga en los caminos del dolor y la desesperanza, la primera edición italiana de Gomorra. En buen estado, con esa huella personal que se percibe de inmediato cuando hojeas un libro abierto y ya leído por otro, por otra.
Dudé. Lo cogí varias veces, y otras tantas lo devolví a su sitio, sin decidirme a comprarlo. Ahora no sé si sigue allí. Tampoco si, como el mio, los ojos que lo leyeron han evitado llegar hasta el final.

martes, 22 de mayo de 2012

sábado, 19 de mayo de 2012

escuela


En Italia también los sábados hay escuela. Los alumnos van a clase -los tengo aquí mismo al lado, frente a la ventana de la estancia donde escribo- y algunos, como hoy, mueren un sábado.  
Melissa Bassi, una chica de 16 años, ha muerto esta mañana (Veronica Capodieci -de su misma edad- está gravísima) al hacer explosión tres artefactos explosivos frente a su Instituto en Brindisi. Hay, al menos, otros siete heridos y una enorme conmoción en el país.
El Instituto profesional Morvillo Falcone lleva el nombre de la mujer del juez Falcone, asesinada junto a su marido por la mafia. El Instituto había ganado, con el cartel que reproduzco, el concurso escolar por la legalidad y contra el crimen organizado, una pieza fundamental de la educación para la ciudadanía a la italiana. Hoy llegaba al Instituto la caravana por la legalidad.
Todo señala a la mafia, que sabe bien que la escuela es la base y el sustento de la democracia, de la justicia, de la legalidad. Que es la base de la igualdad. Y sabe que si la escuela es más débil, más débil la ciudadanía y más frágil la democracia. Lecciones que nunca nadie debería olvidar.
Ironías del lenguaje, la organización mafiosa hacia la que apuntan todos se hace llamar Sacra Corona Unita.

azzurro

Que vayas a ver una película a un cine cualquiera y acabes viendo otra y esa otra te guste mucho aunque ya iniciada la proyección quien se encarga de la misma entre en la sala y diga en voz alta que hay una señora que no puede seguirla en su lengua original subtitulada v.o.s. y por tanto pare y cambie a la versión doblada.
Que antes y cuando ya era pasada la hora de inicio de la película que habías venido a ver te diga quien se encarga que no pasa nada y que la proyección comienza cuando él quiera porque es él el amo del tiempo   o ya no sé si eso se lo digo yo a manera de constatación.
Que al entrar en la sala lumière oscura compruebe yo que no hay ninguna otra persona ni otro espectador expectante y que pasados casi cinco minutos la voz de quien se encarga me pregunte si entiendo de electricidad porque la luz no va.
Que yo salga y le acompañe    por ver si porque tampoco   y comprobemos que no funciona y sea entonces cuando me proponga que me pase a la otra sala y que la película es buena y en v.o.s. y yo   ya que estamos   le haga caso.
Que al finalizar quien se encarga me cuente que él rodó con Paco Rabal   y sea verdad   y que anduvo en amores con T. R. y con una L.de T.   dicho este último con mucho de admiración y puede que un poco de añoranza   y me invite a ver sus películas y adivine luego mi profesión   ni tienes las manos de metalmecanico ni la mirada baja   y acabe diciendo y mostrándome el libro que ha escrito sobre el genocidio de la escuela en el que la genocida es la misma escuela y   claro   inciemos una polémica que lleva al debate sobre el trabajo la educación el amor la Iglesia y la política    entre otros y variados asuntos de interés.
Todo eso te puede pasar    o no   si vas al cinema Azzurro Scipioni.
Quien se encarga de que esto pase   o no   es Silvano Agosti.

Yo iba a ver La dolce vita   un momento de debilidad   y acabé viendo Le Havre   que aquí han llamado Miracolo a Le Havre.
Tiene explicación lo de traducción del título    lo demás no la tiene    o sí.

miércoles, 16 de mayo de 2012

de palabras [quello che (non) ho]

La canción de Fabrizio De André que  tantas historias guarda da nombre al programa con el que la televisión italiana se reivindica a sí misma en estos días. En La7, y durante tres noches seguidas, le Officine Grandi Riparazioni de Turín acogen lo mejor de esta Italia entre perpleja y combativa. Lo mejor de la Italia que no quiere olvidar para no quedarse así quieta en el pasado, de la Italia que no se rinde y quiere restituir su valor a las palabras para encontrar en ellas su dignidad.
Igual que se reparaban allí las grandes locomotoras, se trata ahora de cuidar de las palabras, de curarlas, de protegerlas del saqueo. Y recuerdan cómo palabras como honor, amigo o familia han sido envilecidas por la mafia.
¿Dónde mejor que en el espacioso -e impresionante- lugar donde se reparaban las máquinas que movían el mundo?. Esas cuya evocación me lleva sin remedio al tiempo de aquellos otros talleres, de aquellas otras locomotoras, núcleo duro donde se custodiaban otras palabras: trabajo, sindicato, huelga.
Hecho sólo de palabras, este Quello che non ho de Fabio Fazio y Roberto Saviano. Ahora, cuando se vuelven a oir las viejas amenazas de las nuevas Brigadas Rojas. Cuando muere Carlos Fuentes, constructor de palabras. Cuando las de los amos del dinero son imperativos que mandan miedo, silencio y resignación.
Con palabras, en esa bellísima lengua que canta, fabricando un tiempo nuevo. Dando la palabra, compartiéndola, recreándola, descubriéndola. Tejiendo con ellas una red tan sólida como la esperanza, como la libertad, como la solidaridad. Invitando, como lo hace Vanda Bianchi -la partisana Sonia-, a la resistencia: 'El que lucha y sigue resistiendo no envejece nunca'.


sábado, 12 de mayo de 2012

de cine

Paradiso. Está cerca de aquí esa pequeña plaza que tiene por nombre Paradiso. Lo recuerda F. Sartori, el entusiasmo en persona, en la sesión de clausura de Cinema Spagna, el festival de cine español que acaba de apagar las luces. Aventura que aquella joya que se llama Cinema Paradiso debe quizás su título a la conjunción de la piazza cercana y del Farnese, algo más que una sala de cine, donde se proyectan las películas. Giuseppe Tornatore acertó.

Palacio. Si diéramos en buscar la metáfora -bien fácil- diríamos que el Farnese es el palacio del cine, como si el cinema cerrara ese espacio mágico que se abre con el impresionante palacio donde tiene la República Francesa su Embajada. Plaza y palacio. No sabría decir cuál  más asombroso.

Paz. La que no tendrán nunca los malvados, según Urbizo. Con Coronado (Jose, sin acento, lo llama el director), hablan de la película y del azar, que ya lo puse por aquí. El último plano, tan buscadamente evocador de otros cines y otros tiempos: aunque ahora el tiovivo -mis caballitos de siempre- sea más color y plástico, más luz.

Posto. No hay ya donde sentarse cuando por fin logramos entrar, aunque luego se hará esperar casi una hora el comienzo de todo (y antes, una performance que casi nadie entiende). Y me ponen en el pasillo una silla de esas que parecen de director de cine. Todos miran, y algunos bromean.

Pasos.  En Los pasos dobles tengo delante a la romana -en mujer, claro- más alta, peinado también alto como efecto adicional, pensaré que involuntario. La lengua de Mali me es completamente ajena (quizás Jerôme me cuente algún día), extraño y difícil el francés que a veces hablan, y los subtítulos invisibles, fuera de mi alcance y apenas si entrevistos cuando la cinéfila romana se mueve. Una historia -la búsqueda de lo escondido- eficaz, unos personajes irreales a fuer de naturales, la vida como viaje, la naturaleza y el color hecho de materia, el aire dulzón y seco. Y la música, que llena mi alma de todos los tonos y la luz de mi  isla, la otra Palma. La de Miquel Barceló, presente sin aparecer apenas. Joan Carandell opina que se trata de un western africano, y aparece en la charla Glauber Rocha... ¿y quién se acuerda ya?, ¡y qué mayores nos hemos vuelto!

Pasión. Es 9 de mayo. Y a pesar de todo, mi mirada se vuelve hacia Europa, a estos años que seguiré recordando con emoción y con gratitud. Reto, deseo, futuro. A mi modo y a solas, con un mar de imágenes imborrables, también este año la celebraré. Ya no serán ni el Tajo ni las Cortes, y quizás la soledad amplifique la añoranza.

Pablo Ordaz charla con David Trueba. Dos jóvenes inteligentes con una mirada limpia. La mía, inevitable, busca la de María Valverde, sentada casi a mi lado en esa sala recurrente del Cervantes-Navona. La veré luego en la película, Madrid, 1987, pero ya será otra cosa, menos niña. Después, el diálogo con los espectadores y el esfuerzo, agradecido, por hablar en italiano. José Sacristán, de no perdérselo.

Prima. Creo haber estado ya antes en el cine Farnese. Si fue así, mi primer cine en Roma. Si fue así, allí vi, hace treinta y cinco años, Saló (Salò o le 120 giornate di Sodoma), el polémico -y último- trabajo de Pier Paolo Pasolini. Lo asesinaron pocos días antes de su estreno en París. 

jueves, 10 de mayo de 2012

familia, fútbol, festejos

foto Luis Tejido (EFE)
Mi familia está futbolísticamente dividida en dos, con un apéndice que la liga al Rayo Vallecano por parte de madre. Pero son más los colchoneros, en número y puede que en relevancia, que los que vemos el campo de juego en blanco. Yo, si bien descreído y un tanto escarmentado, me encuentro entre estos últimos.

La parte atlética de mi familia -¿y por qué no decir la familia entera?- necesitaba y bien se merece una alegría, siquiera sea futbolísticamente hablando. Por eso llamé a mi padre anoche, en Madrid casualmente, para felicitarlo y prevenirle de inmediato ante los riesgos de una euforia mal controlada. Que a veces los dioses -tal que Neptuno- pueden no encajar bien los excesos de los festejantes.
Lástima. Me dijo que tenía pinchada una rueda de su andador. Y en su optimismo sin remedio, aunque le tilden, como a todos los suyos, de sufridor empedernido, me emplazó para la próxima.
Así que otra vez será. Que será.

banco malo

Que el poder y la fuerza del lenguaje son casi milagrosos es un hecho de evidencia. Basta con ver cómo un ministro -no demasiado fino, que todo hay que decirlo- llamaba 'nueva ponderación de impuestos' (si no es así, cosa muy parecida) al intento de negar la subida de uno de ellos -justamente el que pagamos todos por el mero hecho de comprar el pan o los huevos- que acababa de anunciar otro ministro compañero suyo de gobierno. Sí, ese que viene de donde viene dicen que a salvar lo que ya se encargó de arruinar la empresa que copresidía.
Pero hay ocasiones en que el lenguaje, en manos de los que quieren hacer pasar por negro lo blanco o confundir el día con la noche, dice tan claro lo que dice que acaba por ocultarlo. El caso es que yo, que me hice al casarme una cartilla -la primera, y la única durante muchísimos años- de las que entonces se decían 'de ahorros' en una Caja por ser precisamente Caja y no banco (y si lo decimos todo, también Monte de Piedad, que ya es ser) me encontré tiempo después cliente de un Banko, con mis escasos dineros y sin Caja ni Obra social ni Monte ni Piedad ni -hasta dónde llega el negar- Madrid siquiera.
Ahora, hoy, me informan de que esa Bankia tiene como matriz un banco malo que va a ser nacionalizado. Y me pregunto, y pregunto, que para qué vamos a querer un banco malo los españoles -y más habiéndolos buenos- si queremos lanzarnos a la aventura de nacionalizar empresas privadas tal que argentinos, que hasta ayer mismo eran malos malísimos, como germen e inicio de esa banca pública -repárese en el femenino-  que no pocos defendemos.
Desconfiado que es uno, porque me hacen reparar en que junto al banco BFA -léase el malo- nos viene también en el lote el 45% de Bankia. Y todo por 4.464 millones de nada, dinero público que ya hemos pagado por adelantado. Los ahorros, euro arriba euro abajo, del desmantelamiento de la educación pública. Mira por dónde.
Como sigo sin entender para qué queremos entonces ese banco si con Bankia ya tenemos bastante, vuelvo a preguntar. Y me cuentan los que saben, y yo lo cuento aquí (si no, ¿dónde?), que en realidad ese banco es malo porque lo único que guarda son deudas -que llaman, ¡diossanto!, activos- de las de nunca cobrarse, y que para salvar Bankia ('sanearla', dicen, ahora que tan maltrecha queda la sanidad toda) hay que quitarle el lastre que le estorba. Sí, han acertado, el banco malo, que pasará a ser propiedad de todos los contribuyentes.
Para salvar Bankia nacionalizamos las pérdidas fruto de la gestión irresponsable asociada al ladrillo -relean Crematorio, háganse el favor- y otros desvaríos.Y una vez 'saneada' Bankia, ya sin problemas de liquidez y con beneficios, nos dirán -¿qué se juegan?- que el Estado no está para hacer de banquero, y que es el momento de vender 'nuestra' participación y recuperar el dinero... Y será entonces cuando acudan al reparto los bancos buenos, y alguna caixa.
¿Y el banco malo? Ése, de todos. Es decir, que sus deudas las socializamos y las pagamos entre todos.

¿Y qué color, y qué identidad corporativa, asumirá entonces mi vieja cartilla de ahorros?, ¿de qué entidad seré finalmente impositor y cliente sin comerlo ni beberlo?
¿Y si me lo pienso mejor, y retiro mis dineros?
¿Y si eso es mismamente lo que están pensando los bancos buenos que voy a hacer?

** Las nuevas de la tecnología me permiten traer aquí hoy lo que se escribirá mañana. Miren por dónde, ya se habla de trocear la parte buena, una vez saneada. Así nacionalizan los liberales: a medias, a tiempo determinado, y barriendo para casa. La suya, claro, que dios en la de todos.

martes, 8 de mayo de 2012

sábado, 5 de mayo de 2012

aguaceros

Aguaceros. Los que me dice M. que caen sobre Madrid cuando lo llamo para corroborar lo que por azar acababa yo de descubrir (¿por azar?, ¿seguro?). La foto de portada de esas Cenizas en los labios que leo y releo desde que J. me lo regaló y me lo trajo, incapaz sin embargo de memorizar uno solo de sus versos,  me ha llevado a pensar si su autor, amigo de unas cuantas y nobles batallas, no sería el hijo de la poeta (¿o poetisa?). Eduardo, sí, el hijo de Angelina. Es insondable el mundo, y lo es la vida.
La vida, que no es sino el entretejerse del ayer y del mañana, de la memoria y el deseo, y en la que todo azar acaba revelándose necesidad. O toda necesidad azarosa. O casi toda.

Se cruzan y se mezclan, se atraen a veces mientras que en otras se repelen y alejan, tiempos y lugares, recuerdos, afanes, lecturas, gustos, emociones, hechos y personas, ensueños, metas, amores, certezas y desengaños, afirmaciones y dudas. Se acrecen, o menguan, afectos y amistades, y se borran otras hasta parecer no haberlo sido nunca. Así en la vida como en la escritura.

Y el olvido, esa sombra en la que se refugia la memoria, que redime y salva. Como la verdad. O como el silencio, entero a veces y a veces roto como los abrazos. Como la voluntad de recuerdo y de disposición permanente, tal que una ofrenda. Aquella frase de Vicent, recurrente, casi un programa, que venía a decir que la memoria, y el amor con ella, son capaces de alargarse más allá del tiempo, hasta después del fin del mundo.

Hasta el azar me llevaron las palabras de ayer de Enrique Urbizu, que define su película como un policíaco sobre el azar. El que hace que un Coronado solo sea capaz de salvar el mundo. Un mundo donde los malvados no han de encontrar tregua ni paz.

Mañana sabremos qué dirección habrá tomado la voluntad de millones de electores. Una decisión que hoy es sólo probabilidad, acaso, y que tal vez cambie los rumbos de la política en Francia y en Grecia, en Serbia, y en Italia también, con elecciones en casi mil de sus ayuntamientos. Tal vez otra Europa.
Aunque la lista de los malvados sea larga, y esté por hacerse. Aunque ya sepamos que un hombre solo no puede -nunca ha podido- cambiar el mundo.

silencio

Entristece el silencio más que la palabra, por más que la palabra duela más que el silencio y corte y hiera cuando presenta su envés más afilado. Que dolor y tristeza no son por fuerza compañeros.
Roto el silencio, constatación. Y alivio. Recogimiento, aceptación, y ofrenda siempre.
La voz del poeta, sobre todo si lleva consigo el desconsuelo sin fin del dolor antiguo del mundo, es anticipo y es verdad. 
Está ya, por tanto, todo escrito. Y afrontar la verdad siempre nos salva.

 
7
                        Te me has ido, mi amor, tan de repente...
                                                                     J.L. GORGÉ

Nunca me fui. No estuve. Esto es todo.
Tú creíste entreverme y yo era ausencia.
Porfiado Pigmalión, me conferiste
toda la realidad que no fui nunca.

Alguna vez, sonámbula, venía
sólo un momento para acompañarte
al lugar del amor, tanto era el frío
del corazón sin nadie. Pero pronto
arreciaba en mi pecho la tormenta
y de aquella ilusión sólo quedaba
el vaho extraviado de mí misma.
Y aunque decirlo duela casi tanto
en mi respiración como en la tuya,
afrontar la verdad siempre nos salva.

No te hablaré de olvido porque nada
quiero olvidar. Cerrado a cal y canto
guardo lo que fue nuestro.
                                            Siempre supe
que era hermoso tu amor. Quizá por eso
no consentí que se agostara un día
como una rosa amarga y abolida.

(…)

(Angelina Gatell, de Cenizas en los labios)

miércoles, 2 de mayo de 2012

maggio: música

1 Maggio. Medio millón, de jóvenes en su inmensísima mayoría, convocados por los sindicatos italianos en torno al trabajo y la música. 'La musica del desiderio. Speranza, passione, futuro' llenó la piazza di San Giovanni de pasión por el futuro. De emoción también. Y de recuerdos.
Un futuro que, como en el pasado, se escribe con eme. De mayo, de música...

























Con un aviso simpático: que la música es y crea trabajo
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