lunes, 28 de marzo de 2011

de rerum natura

Viernes.
1. Día de la Enseñanza, como siempre entrañable. Esta vez -austeridad y ejemplo mandan- un acto sencillo, a nuestra medida, emotivo y cálido también por fuera. Que la primavera ha desterrado las nieves y los hielos que se conjuraban para tener presencia en el de otros años. Una lección para aprendices de brujo: la de la maestra que vestía su luto al recoger la distinción. Quizás se la ofrecía a su padre, al que había dado sepultura la víspera, con las lágrimas que no pudo contener.
2. Reunión que pudo ser grata. Lástima. Y van dos en días tan señalados. Después, afectos impagables.
3. Fruición, que así se decía técnicamente en los manuales de Estética, en la visita/inauguración de la exposición de Miguel Barnés, pintor albaceteño de La Manchuela, amable y cordial. Sorpresa gratísima la de su obra, la de su conversación. Recuerdos de Berlín, ciudad que tan bien conoce Miguel y que disfruta y recrea. De música (tango/tanz), de política, de arquitectura, de filosofía (Derrida), de amor y pasión. Amena charla con el que, recién conocido, me pareció haber tratado de siempre, y ahora espero que amigo.
De rerum natura, de cómo recobrar la paz interior a fuerza de expresionismo y desfragmentación. Y más afecto.
4. Presentación de una publicación original, ya en Alcázar de San Juan. Treinta años de democracia municipal, con el protagonismo de todas las personas que han dedicado tiempo e ideas al servicio de los ciudadanos con esa especial relación de la forma más cercana de hacer política -es decir, de hacer ciudad- que es la municipal. Fueron doce años de mi vida, con mucha pasión y un solo objetivo: que la vida le fuera más fácil a mis paisanos, y más felices sus días. Leeré el libro con detenimiento. Y espero que sin añoranza.
Recuerdo de gente íntegra como Manolo Pérez. De Juan y Pedro, de Juan Antonio, de Antonio, de Virginia. Y la entrañable de José Eugenio: ni la deuda ni la ambición pudieron con nosotros.

Sábado.
Viaje. Libros. Familia. Lolas, y Marina y sus niños. Madrid ya no me mata. Y vuelta, con María.

Domigo.
Mañana de fiesta. Mitin y amigos, muchos, y amigas (y un amago de nuevo inoportuno). No cabíamos allí, que también llenaban la emoción y el entusiasmo y las ganas. Reencuentro con Rosa, la ministra amiga a la que no pude saludar. Fuerte, enérgica y lista, como (casi) siempre. Cerca de los representantes de las organizaciones agrarias, detrás de Sara M. Un Rubalcaba inteligente y certero ('que el Estado de bienestar no sea un pálido recuerdo de algo que ocurrió en el siglo XX'). Un Bono que no se achica, con Rajoy-San Isidro en andas. Y José María Barreda, que sigue insistente en un objetivo preciso, 'que la vida trate con dignidad a todos los seres humanos'.
Sin estar, allí estuvo. La que no es nueva y ya perdió antes, la que desde la altura de sus tres sueldos milonarios cree que esta Región se puede gobernar a ratos (que no sé si libres, o si perdidos). Volverá a perder, y ganará Castilla-La Mancha.
Tarde de calma. Y noto cómo avanza el resfriado, cómo me voy quedando sin voz.

domingo, 27 de marzo de 2011

gabriel

El pasado 18 de marzo habría cumplido cien años Gabriel Celaya, poeta, al que tanto hemos cantado.
Centenario sin celebración apenas, sin conmemoraciones, casi en silencio.
Y muchos seguimos leyendo sus versos.

OTRAS VECES SUFRO, PERO DA LO MISMO

Y otras veces sufro.

Tan porque sí como si estoy contento,
tan fuera de mí, mi razón o medida,
tan traído y llevado por esas olas anchas,
de mí para ti, sin fin,
tartamudeo tonto ganado por la vida
que hace llorar y hace reír,
y hace gritar, y hace callar,
mas no es llanto, ni risa, ni clamor, ni silencio,
sino allí, al otro lado,
el simple «porque sí» de que yo esté existiendo,
la pura sinrazón de mi presencia bruta
que ni obedece a nada, ni apunta a algo distinto
del confortable absurdo de saber que estoy vivo
y que me contradigo para seguirlo estando.

(De Tranquilamente hablando, 1947)

sábado, 26 de marzo de 2011

memoria

'David Viñas había nacido en 1927 en pleno centro de Buenos Aires, cerca de los bares de Corrientes que transitaría durante toda la vida. Hizo una lectura política de la literatura argentina, enseñó a leer a más de una generación, enseñó la pasión. El día de su muerte, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, dijo que Viñas “inventó la literatura como un cuerpo sudoroso”. Hoy se va al río. Con quienes él quería.'

Así termina la pequeña -¿y para qué más?- nota de Patricia Kolesnicov en Clarín sobre el destino de las cenizas de un hombre libre, resumen del dolor del mundo. Y me lleva a la memoria compartida de otro día de marzo y de otro golpe a la libertad y a la decencia, aquel 24 de marzo en Argentina.
Y al recuerdo emocionado de un viaje, Montevideo-Buenos Aires, sobrevolando las aguas marrones donde duermen tantos hermanos que fueron arrojados allí en otros vuelos de muerte e ignominia, y que dejé escrito en unas cuartillas irrecuperables.
Me contaba, con un acento dulce mezcla del español que se habla en la República Oriental donde nació y del catalán que casi se canta en la Mallorca donde vino a vivir, la joven que viajó a mi lado desde Madrid a Montevideo y cuyo nombre quisiera recordar -irrecuperables cuartillas- cómo un porcentaje elevadísimo de la población uruguaya había sufrido la represión de la dictadura.
Me lo contaría después aquel amigo entrañable de Rosario, junto al Paraná inmenso que recreé más tarde con el Sudeste de H. Conti y sentados luego ante un café en El Cairo de Fontanarrosa. Y me lo contaron los libros, las fotos, los nombres, las canciones proscritas, la campera de aquella joven que llevaba mi apellido, los cerrojos herrumbrosos de las celdas del centro de detención y tortura de Córdoba, en Argentina.

Podría ser memoria de los tristes. Pero yo la quisiera celebración de la vida. En recuerdo a las que arrebataron a los hijos de David Viñas, ese hombre libre. Homenaje y memoria de todos los hijos, y las hijas, de todas las madres. Madres de Mayo en todas las plazas del mundo.

El Paso de los Libres tiene por nombre el lugar donde desapareció Lorenzo Ismael Viñas. A veces los topónimos encierran amargas ironías.

más contrastes

Yo no soy yo.
                            Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

(JRJ, en Segunda antolojía poética)

viernes, 25 de marzo de 2011

enseñanza

En el Día de la Enseñanza quizás convenga recordar, como afirma con acierto el informe McKinsey, que ningún sistema educativo puede ser de mayor calidad que la calidad de sus docentes. Y, en consecuencia, además de dar las gracias a tantas y tantos como se afanan a diario por ayudar a nuestros más jóvenes a ser mañana mujeres y hombres de provecho (por libres, por felices, por solidarios: es decir, por sabios), trabajar por el reconocimiento y la estima social de su tarea.
Que es, sin duda, la más hermosa. Educar. Nada menos.

martes, 22 de marzo de 2011

ayer

Día de contrastes. Reflexionando sobre el poder del bulo y la mentira, amplificados por la desidia, el interés  no confesable o la ignorancia (y repiten los tontos bien pagados letanías ajenas...). De cómo los que quieren seguir siendo amos de nuestras conciencias, censores de nuestros sueños y guardianes de nuestras esperanzas se empeñan en alianzas con lo oscuro de manera que no importen la razón ni las razones. Un segundo, un titular, un fogonazo. Y el resto es silencio.
Contrastes. Saludando el esfuerzo paciente de tantos y tantas como se afanan cada día por hacer de la vida un asunto que mira de ensanchar la dignidad y abrir nuevas oportunidades. Que se trata de la educación. Y vienen con nosotros desde la Irlanda del Norte a nuestros pueblos manchegos.
Y hablando -casi tres horas- del qué hacer para que podamos producir, además de dinero y mercancías, más felicidad. Allí estuvo un alcalde al que quieren las gentes de su pueblo. Contrastes.
Contando que son muchos, que son muchas, las personas que merecen premio y distinción -aunque se les nieguen páginas y titulares- y reconocimiento. Que hacen callando, que construyen y suman, que edifican, que sonríen, que siguen soñando en un mundo de libres e iguales. Más libres, y más iguales. Que se trata de quienes hacen de la educación una barrera contra la ignorancia intolerante y abren la muralla a la bondad y la comprensión.

Y leyendo, entre viaje y viaje. A Luis Cernuda, Las nubes, en el día mundial de la poesía.

(...)
Tu pasado eres tú
y al mismo tiempo es
la aurora que aún no alumbra nuestros campos.
Tú sola sobrevives
aunque venga la muerte;
sólo en ti está la fuerza
de hacernos esperar a ciegas el futuro.

(De Elegía española)

lunes, 21 de marzo de 2011

primavera con bar

Bar de la lluvia

Amanece cada día en mi recuerdo
un bar de lluvia y besos.
Con la luz de la mañana viene
madrugando auroras
y con el pan que tomo cada día
del óleo santo ungido y de tu gracia.

Tal que el cuerpo del cristo cuando entonces
devota como soy, ¿recuerdas?,
del pan bien amasado que se prueba con la boca,
del vino blanco y del oscuro doble imán
de tus volcanes, mis amigos,
que apenas si los pienso se estremecen,
ellos también memoria y gozo.

En el bar de la lluvia espero
a que se renueve el milagro de tus labios,
a que asome abril en el brillo alborozado de tus ojos
limpios ya de toda culpa
y sin pecado.

(Gracias, siempre, a MGB. Y hoy, en el día mundial de la poesía)

miércoles, 16 de marzo de 2011

japón

De cómo la realidad desmiente, y empequeñece, a la ficción.
Cuando la naturaleza no es arte y el dolor se nos muestra ajeno y lejano.
Del sentido cívico de un pueblo castigado.
De la impudicia de los ideólogos fríos, profetas del negocio nuclear. Los tenemos aquí, están entre nosotros.

lunes, 14 de marzo de 2011

sur

Casa

Yo vivía en una casa de lenguaje,
y, de repente, un huracán de silencio
se llevó tejado, paredes y ventanas,
y quedé mudo y desnudo,
a la intemperie
y solo.

(M. Lombardo Duro)

domingo, 13 de marzo de 2011

eos

1. Aparece poética por cualquier rincón de la Ilíada, siempre rosácea, aurora -'eos'-, la de rosáceos dedos. También en la Odisea.
De la misma manera que luce vinoso el omnipresente ponto (il mare colore di vino que tan certero captó Sciascia).
Ahora se ve como en la foto, ese amanecer en verde y boreal. Nada que ver con la ceguera de Homero.


2. De por vida y para siempre, nada. Ni la propia vida.
Así es siempre, y para toda la vida.

miércoles, 9 de marzo de 2011

cicatriz

Inventario de urgencia para seguir adelante

A veces, el pasado fue sólo aquel momento
en el que se confunden
amor y muerte, soledad y dicha.

Y porque entre unos brazos
al menos un instante me he sentido feliz,
procuro compartir este camino
hacia bellos sucesos como aquél
en el que la luz fue nuestra.

Por eso me alimenta la esperanza.

Por eso llevo,
tatuada en el ansia de vivir,
como una hermosa referencia,
la cicatriz distinta de su cuerpo.

(Javier Egea, Paseo de los tristes)

martes, 8 de marzo de 2011

mujeres

'No las ves que están agotadas, que no se tienen en pie, que son ellas las que sostienen cualquier ciudad, todas las ciudades. Con el matrimonio, con la maternidad, con la viudedad, con los golpes, ellas cargan con este mundo, con este sábado por la noche donde ríen un poco frente a un vaso de vino blanco y unas olivas. Cargan con maridos infumables, con novios intratables, con padres en coma, con hijos suspendidos. Fuman más que los hombres. Tienen cánceres de pulmón, enferman, y tienen que estar guapas. Se ponen cremas, son una tiranía las cremas. Perfumes y medias y bragas finas y peinados y maquillaje y zapatos que torturan. Pero envejecen. No dejan las mujeres tras de sí nada, hijos, como mucho, hijos que no se acuerdan de sus madres. Nadie se acuerda de las mujeres. La verdad es que no sabemos nada de ellas. Las veo a veces en las calles, en las tiendas, sonriendo. Esperan a sus hijos a la salida del colegio. Trabajan en todas partes. Amas de casa encerradas en cocinas que dan a patios de luces. Sonríen las mujeres, como si la vida fuese buena. En muchos países las lapidan. En otros las violan. En el nuestro las maltratan hasta morir. Trabajan fuera de casa, y trabajan en casa, y trabajan en las pescaderías o en las fábricas o en las panaderías o en los bares o en los bingos. No sabemos en qué piensan cuando mueren a manos de los hombres.'

(Manuel Vilas, Resurrección, 2005)

domingo, 6 de marzo de 2011

restos de salmos

Zaranda -o zarando- es una palabra que he oído desde pequeño asociada siempre a la muchacha (o al chico, según) que sin salir de la adolescencia, pero ya crecida, sigue teniendo sin embargo ademanes, costumbres y comportamiento más propios de una niña. ¡Vaya par de zarandos!, nos decía la abuela Gloria a mi primo Antonio y a mí cuando nos negábamos a ser mayores a la hora de algún mandado (o recado, según el lugar).

Por eso nunca había recurrido yo al diccionario para buscar el significado de la palabra con que se bautizó el Teatro Inestable de Andalucía la Baja, ni tampoco le pregunté ayer por ella a Francisco Sánchez, Paco de la Zaranda, cuando tuve la ocasión grata y el placer -sí, bien puedo decir también que el honor- de darle la mano y charlar un rato con él y con Paco Plaza después de la función en el Teatro Rojas. Que una feliz carambola me permitió disfrutar -y como pocas veces he tenido ocasión de hacerlo en un teatro- viendo Nadie lo quiere creer (la patria de los espectros), el último espectáculo de La Zaranda, premio nacional de Teatro 2010.

Eusebio Calonge, autor del texto, aparece en la cafetería como un Valle-Inclán resucitado. Mi felicitación se acompaña de un comentario más que simple, recordando el apellido y los conocidos que lo llevan de la vecina Campo de Criptana. Poco efusivo mi elogio para la grandeza de un texto envolvente al que ponen voz y gesto, ritmo, movimiento y vida tres actores de una pieza, tres maestros capaces de llenar una hora y media de magia y desasosiego, de ruindad y poesía, de memoria y nostalgia y sueños amputados y ambición, de palabras que cortan afiladas como un cuchillo y llenan de verdad, ampliándola, una realidad que es sainete y vida y desgarro, y en la que -cerrada, el aire que no entra- cuesta respirar. De crear un mundo propio que aprisiona como un bucle sin fin. Con una iluminación, de Calonge igualmente, que actúa al modo de un cuarto actor.

Francisco Sánchez, actor y director, es, como sólo lo son los grandes, un tipo sencillo y cordial que habla de su próximo estreno en Taiwan sin olvidar -como si un acto de lealtad- su compromiso de antiguo con un pequeño festival y un amigo que ya no está. En diez minutos acabas teniéndolo a él de amigo. Y al despedirme, ganas me dieron de darle un abrazo.
Buena gente. Buen, excelente, teatro. Para pensar, para (son)reir. Para disfrutar.

Al salir, llovía en Toledo. Mansamente y sin parar, como si fueran otras tierras. En éstas seguimos llamando zarandos a los mocetes que se resisten a reconocerse mayores. Pero el diccionario de la RAE dice que 'zaranda' quiere decir criba, cedazo, y es también sinónimo de harnero, cernedor, tamiz. Como si la precisáramos para pasar a su través las emociones y otros aconteceres del espíritu, sometido casi de continuo al zarandeo de estos tiempos que parecen necesitar de jaculatorias como las que pronuncia 'la señora', palabras que no son sino restos de salmos.

sábado, 5 de marzo de 2011

medio pan

Andamos con libros, hablamos de libros, los leemos, recordamos, regalamos, prestamos, deseamos, nos prestan, pedimos, buscamos, compramos, releemos, (h)ojeamos, los olvidamos. Libros.
A veces nos invaden e inundan nuestras voces y confunden nuestros ecos, y viajan, van y vienen, siempre en compañía, tan necesarios, y en ocasiones también paisaje doméstico, alfombra, paredes y techo, almohada. Vivir entre libros.
No parece que esto último preocupara a Lorca: '(...) Por eso no tengo nunca un libro' -dicen sus palabras- 'porque regalo cuantos compro...'.
No lo conocía, y la curiosidad y el saber interminable de Elisa me lo regalaron. Libros y república, poeta, pueblo. Ahí lo pongo, por si se disfruta el discurso. Una sencilla hermosura.

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."

(Federico García Lorca, en la inauguración de la biblioteca de Fuente Vaqueros, su pueblo. Septiembre, 1931)


miércoles, 2 de marzo de 2011

enrique c

Nunca pensé -era inimaginable- que hoy escribriría de otra ausencia. Esta vez, la de Enrique Curiel, que ha muerto siendo el joven dirigente comunista que fue, después de más de veinte años de haber dejado el/su/nuestro viejo Partido. La prensa, hoy -abrumadora la mayoria de titulares-, habla de él como del ex-vicesecretario general del PCE, que así será ya para siempre.
Santiago le ha despedido 'en nombre de los viejos camaradas', y a partir de ahora se seguirán los homenajes. Ni la vida ni la política (¡qué política!) han tratado a Enrique con la dignidad con que él se condujo en su vida, ni han sido generosas con quien tanto lo fué.
Que tanto da, amigo. Lealtad y coherencia -no a toda costa, claro- y fidelidad a la propia conciencia y a las convicciones son la única recompensa de quienes, como tú, ninguna recompensa buscan ni esperan.
Coherencia, la de ese artículo valiente que hoy recuerda Baylos en el suyo, la de irse del escaño al irse (aunque incluso hoy, coherentes en su ceguera, aludan algunos todavía al afán de 'poltrona'), la de la lucidez de sus opiniones y sus previsiones.
Nuestro último abrazo tuvo un escenario impensado: la terraza del Alcázar de Toledo recuperada como Biblioteca insignia de toda nuestra gente (de cuando las letras ocuparon el espacio de las armas). Por eso lo pisé yo, aquella la primera vez. Sé que tú has cumplido, y no conocerán el eco de tus pasos las estancias del Hostal que fue cárcel de San Marcos de León.
¿Y por qué no decirte hoy, Enrique, que los eurocomunistas del mundo entero te queremos?

chocolate

El hombre que sabe a chocolate

El hombre que sabe a chocolate
se ha quedado dormido.

Sus ojos,
de chocolate amargo
a veces parpadean
y el aire se condensa
en su boca de nata,
en el dulce de leche de sus labios.

Una intuición me dice
que el chocolate puro
no puede ser un hombre,
que el deseo no debe
dibujar espejismos tan golosos.

El hombre que sabe a chocolate
no parece real,
no quiero que lo sea,
el chocolate esconde
pasiones más oscuras
que el amor.

(Ana Merino, Compañera de celda, 2006)

**pd. Gracias a MGB por el poema. No acabo de saber si sabe a josefillo.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...