viernes, 31 de diciembre de 2010

hoy y mañana, así

(...)

Ya no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, a ti,
hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tú me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas.
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en nuestros brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

(Jaime Sabines)

jueves, 30 de diciembre de 2010

año nuevo, deseo

2011

¿Y qué más desear sino sosiego y paz,
pan y salud, amor, serenidad?
Y poder ofrecer a los amigos
-y a las amigas, cuánto más-
el don preciado del buen vino
y un alijo inagotable de ternura.

Que se cumplan los sueños, todos,
de la buena gente. De los hombres
y mujeres que se saben de buena voluntad,
sal de la tierra y oro del mundo.

Ir juntos, por libres y por sabios,
caminar los otoños de la mano
y adelantar las primaveras, todas,
es el más mío.
                      Mi sueño, digo,
de a diario, el de ayer y para siempre.
El de amasar el pan de estos inviernos,
para abrir de par en par
la luz y el mar de todos los veranos.

Y dejarte en prenda, amor, el dulce abrazo
sin esperar a cambio nada.
Me basta así: de tarde en tarde, tu sonrisa,
sin nada más que desear que tu deseo.

martes, 28 de diciembre de 2010

la niña se asoma a la ventana y mira

Valiente

Le daban miedo las pisadas
las puertas entreabiertas
las cortinas
los pies de las esfinges
la lengua de los gatos

Le asustaban la risa de los viejos
y las fotos de niños con corbata
los osos de peluche
las gaviotas de cine
de los años sesenta.

Temía sobre todo
ver llorar a su padre
recorrer un pasillo
cortarse con papel
y morir cada noche.

Pero era tan valiente
que miraba a los ojos
y derramaba el alma
y decía te amo
y era cierto.

(Gracia Iglesias, de Aunque cubras mi cuerpo de cerezas)

viernes, 24 de diciembre de 2010

de amor y muerte

El destino de los libros es siempre incierto. A veces los buscas, y cuando aparecen es posible que una mano más diligente se adelante y los rescate del estante horizontal donde esperan, que así me sucedió un día ya lejano, mañana de domingo en la madrileña Cuesta de Moyano: la mano diligente, la de Charo López, que hasta agradecí la pérdida sólo por esa sonrisa suya como de disculpa. A veces se pierden, y se encuentran donde menos esperas. Otras, sencillamente, no aparecen. O se quedan para siempre, ayunos de papel y lectura, en el limbo virtual de los archivos electrónicos que no se dejan abrir, puede que definitivamente perdidos.
De los que quiero hablar a punto estaban de ser desechados. Instituciones de muy variado empeño, y entre ellas las Universidades, se desprenden -no sé si de tarde en tarde, o si a menudo- de libros en papel y los tiran, en estos tiempos en que el espacio, el continente, cobra y tiene más valor incluso que aquello que puede albergar, depreciado su contenido, cualquiera que éste sea.
Ha sido esta vez la mano diligente y sabia de mi P., que paseó conmigo otro domingo de verano el mercadillo gaditano de libros y cachivaches en busca de los nuevos poetas andaluces, la que ha dirigido hacia mis manos dos libros cuyo destino era el contenedor de la basura de la Universidad londinense en la que trabaja, cuyo nombre (por meridiano) no viene al caso. Son dos ejemplares de la revista Litoral, uno dedicado a la Poesía arábigo andaluza (nº 139, 140, 141) y, el otro, una Antología de la joven poesía andaluza (nº 118, 119, 120). Dos regalos, dos sorpresas.

La última, de 1982, es una selección hecha por Antonio Jiménez Millán, Álvaro Salvador y Juvenal Soto de jóvenes, entonces, poetas andaluces. Que ha llamado mi atención, además de por la forma azarosa de su encuentro, por la presencia en ella de Javier Egea, un año antes de que apareciera su manifiesto por La otra sentimentalidad, y muchos antes de que decidiera poner fin a su vida.
Pronto aparecerá su Poesía completa, que así lo tiene anunciado Manuel Rico en su blog.
En los dos poemas que figuran en la Antología del 82, 19 de mayo y Troppo mare (anticipo de lo que sería libro espléndido) no aparecen con nitidez -aunque se avisan- esa lúcida, e infinita, tristeza y la desolación de las que nos habla Rico, pero sí los ecos del amor y de la muerte. Ecos presentes, ambos, por otra parte, en toda poesía.
Pena, con todo, que salte del verso a la historia esa pulsión de muerte que acaba con la propia vida y con todo amor posible. Quiero por eso, y por el azar que los ha traído hasta mi casa, dejar para su recuerdo, ahora que el año declina, estos viejos versos, siempre nuevos, de un poeta andaluz y joven. El poeta más brillante de Granada desde García Lorca, al decir de quienes mejor conocen su obra.

Troppo mare

(y IV)

Es así que otras aguas se presienten
azules, más allá, volviendo el Cabo,
y en los acantilados amanecen
palomas y zureos,
sirenas nuevas,
que desde el farallón de la esperanza
pueblan el aire.
Sobre el puente los hombres aparejan.
De espaldas a la Isleta
promete el horizonte con la luz
lisas y pargos.

Pero es tarde en la orilla. Los escollos
amurallan los últimos deseos
y es tarde en la Bahía para el que yace y sueña,
para el que se quedó del lado de la piedra.

Aquí, de tanto mar, de tanto cielo,
tanta espalda alejándose,
se han extraviado los ojos y las manos
y sólo huele a pueblo vacío con el alba,
a ruïnas de arena,
a luz deshabitada.

La Nube permanece. Las palabras
sobran ahora que el dolor levita,
orza a estribor y pasa.
Es tarde y en tu espalda florecen los pañuelos.

Es así que el amor, el viejo amor,
el pobre amor tan viejo, tan torpe, tan cansado,
mira hacia el mar, entorna los postigos
y se tiende y reposa.

(Javier Egea)

lunes, 20 de diciembre de 2010

justicia, humanidad

I.  Ayudar a construir sociedades justas. Esa ha de ser la meta y el fin de las políticas educativas, que nunca son un fin en sí mismas sino una herramienta.
Lucidez aliada con una claridad tranquila, vivida y no postiza, es la marca de J.C. Tedesco, el que fuera ministro de Educación nacional de Argentina e impulsor del pacto educativo.
Recuerda la necesidad de las tres alfabetizaciones básicas (la de la lectoescritura, la digital y la científica), nos anima a seguir en el empeño de armar una educación de calidad para todos (la que es capaz de universalizar aprendizajes socialmente significativos), y echa de menos mecanismos globales de gobierno capaces de someter los mercados a la voluntad política de la democracia.
Porque nada está definitivamente conquistado, porque todo puede retroceder, dice Tedesco.
Es un honor, y un placer, compartir con él mesa de análisis y reflexión antes de compartir mesa y mantel, vino y queso, y hablar de Córdoba y Rosario, del Racing de Avellaneda, del presente y del futuro, de amigos comunes como Alejandro T.
En tiempos difíciles nos hacen falta herramientas para el análisis y el debate, la previsión y el proyecto. Para poder seguir soñando. Eso le digo, y que nos hacen mucha falta hombres lúcidos y honestos como él.
Sin ir más lejos.

(foto Vicente González)
II. María cumple años el mismo día que los hace esta tierra nuestra de Castilla-La Mancha, el 31 de mayo.
Actriz jovencísima en Solas, aquella cinta irrepetible repleta de ternura y vida, es ahora -pienso yo- rehén de ese personaje que la convierte en el 'universal abuela', como ella dice. Porque creo que María Galiana es la menos Herminia de todas las mujeres que hay en ella.
Le di en La Solana las gracias y mi enhorabuena. Y le recordé la fortuna de haberse dedicado a las dos profesiones más hermosas: la de enseñar a vivir a las chicas y chicos de su Instituto, y la de enseñarnos a todos nosotros a soñar.
En un festival de cine y vino no quise que faltara Fellini, tan italiano que bien pudiera haber sido español: 'Un buen vino es como una buena película. Dura un instante, y deja para siempre en la boca un sabor a gloria'.
Mientras, llovía. Tercamente y sin parar.

domingo, 19 de diciembre de 2010

para vivir

Leo, y se la tomo en préstamo, la lúcida (y amorosa) reflexión sobre la libertad que escribe una amiga muy querida, y que no me atrevo a reproducir aquí en su literal sin que medie, al menos, su consentimiento.
Y me da que pensar, y me enredo -además de en la emoción- en una reflexión sobre el ser o no ser de la libertad que tiene una capacidad -la reflexión, digo- de seducción y de rechazo casi por igual.

Pensar -con esa parte del pensamiento que nos depara mucho más que una apropiación abstracta y fría y lejana- que somos uno con el mundo, luego sujetos al orden imperturbable que marca el ritmo pausado y regular con que se suceden, por ejemplo, las estaciones (tal así que -inexorable- la primavera avanza la tibieza a la que sucumbe el invierno para abrir paso a la luz restallante del verano, anticipo a su vez del declinar perpetuo del otoño), o el ritmo pausado y regular con el que el día desplaza lentamente y con suavidad a la noche para que ésta vaya más tarde apagando con delicadeza los últimos destellos de luz y así  ganar oscuridad y misterio e invitación al sueño y al deseo. O el ritmo constante y regular con el que se produce el prodigio del lento refluir de las mareas, ese vaivén que dice de la vida inagotable del mar, de los mares infinitos.

Un pensar que seduce y se reafirma en que ésa es la marca única de la libertad auténtica. La del no ser sino necesidad, aceptación gozosa del ser lo que se es, del hoy que es reiteración del ayer que fue, idéntico ya al mañana que todavía no es. Orden, sucesión, armonía, cosmos. Necesidad, ley.

No es libre quien quiere lo que no es ni puede ser, sino aquel que sabe por qué es lo que es y conoce así que sólo cabe que así sea. No está en la voluntad el ser del libre, sino en el conocimiento. Y no es posible aquí la rebeldía, ni el deseo: libertad es aceptación consciente, y gozo, del orden inmutable del mundo y del yo. (Y de ahí el vértigo, y el rechazo)

Un hilo tenue a la par que firme une el asombro de los primeros presocráticos con el sueño de ese Hegel para quien (sólo) lo real es racional -y viceversa- en ese cielo particular donde se encuentran, inescindibles, el ser y el deber ser: asombro y sueño bajo la impertérrita vigilancia de Parménides.
En ese hilo no ha lugar para el azar, la sorpresa o el milagro, manifestaciones éstas que son causa de  aberración y escándalo: lo que es y ocurre necesariamente tiene que ser -es muss sein- y no cabe dar la razón al que, como Sisa, proclama en su canto que qualsevol nit pot sortir el sol, o a las doctrinas que predican la muerte del dios o la conversión del agua en vino, por más que agasajo nupcial.
Tampoco tienen sitio ahí la poesía y el poeta, expulsados de la polis junto al loco y el profeta. En ese hilo, libertad es sólo, y sólo puede ser, total y absoluta dependencia. Donde no hay -ni habrá- más emociones que aquellas que estén de ser.

De ser así -seducción y rechazo del pensamiento- tiene razón, toda la razón, mi buena amiga: la libertad, a la manera en que la entendemos los mortales, es un estado de ánimo (mental, dice ella) transitorio y efímero, fugaz, que nos alcanza la ilusión de que no existen ni dependencia ni necesidad, rotas sus cadenas.
De no ser (o no ser así), tampoco importa: se puede sentir, y es -además- hermoso.

Razón y sentimiento, viejos aliados que viven de la apariencia de una confrontación sin fin. Y es que, acaso, también el sentimiento y las emociones, la belleza y el consuelo -la ética y la estética- sean medicinas necesarias para el alma, tanto como la aceptación no resignada de que somos uno y lo mismo que el terco sucederse del día y de la noche bajo la atenta mirada de esos astros que tiritan, azules, a lo lejos. O el del mar yendo a morir, y a revivir, en la orilla de esa playa al ritmo exacto y regular de la marea, azul también la luz del faro en el recuerdo y dulce la noche en la caleta. El mismo, diría yo, que el del corazón que bombea amor y vida -regular y exacto cada latido- y el respirar el aire que exigimos trece veces por minuto.

Para vivir. Para estar vivos.
Y dar, si es preciso, las gracias a la vida.

martes, 14 de diciembre de 2010

de vigilia

Y cuando despertó del sueño vio que la vida lo había puesto otra vez en su sitio.
Tuvo entonces la certeza de que soñar sería de nuevo materia reservada.

jueves, 9 de diciembre de 2010

mundo

'No hay mundo', sentencia N., asturiano que quiso ser minero y anduvo interno en Tarancón. Los amigos -algunos recién llegados- asienten. El vino es un Finca La Estacada, selección varietal, de 2005 (imported by Vinos Selección Inc.Guaynabo-Puerto Rico, dice la etiqueta). Y C. confiesa que nació en La Roda.
Coincidencias. Vida. Y le doy vueltas en mi cabeza: ´No hay mundo´.
Ni fronteras para el recuerdo y la memoria. Tampoco para el deseo.

martes, 7 de diciembre de 2010

biutiful

Todo el dolor del mundo, inconmensurable.
La belleza de la compasión, y su origen incierto.
El valor del recuerdo y la memoria (del padre, de todos los padres), la culpa como redención y el perdón como destino.
Y unos actores en estado de gracia. Soberbio Bardem-Uxbal.
En Biutiful.

lunes, 6 de diciembre de 2010

32

Pero antes, otro número, el 32. Son los años de vida de la Constitución española que hoy los demócratas celebramos y festejamos. En homenaje a las españolas y los españoles que la escribimos con nuestros votos otro 6 de diciembre, treinta y dos años atrás, traigo aquí la -para mí-  más hermosa página de ese texto, la más hermosa declaración colectiva de amor y de intenciones. Aunque nosotros, los de entonces, no seamos ya los mismos.
Es mi felicitación también, y mi regalo, a quienes hoy cumplen años. Con el deseo de que sean muchos los años y los sueños que vean cumplidos.


La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.
Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular.
Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.
Establecer una sociedad democrática avanzada, y
Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

domingo, 5 de diciembre de 2010

201

Con ésta, ya más de doscientas (+una) presencias.
Y tentación de clausurar este tiempo.
Un impulso que se va convirtiendo, cada día más, en necesidad.

viernes, 3 de diciembre de 2010

sal terrae

Devocionario

Devota me declaro del vino blanco
y de la sal oscura de tus pezones,
del regusto agraz de tu más hondo.

Confieso que me gustas cuando cierras los ojos
y me inundas de luz mientras esperas
que atrape con mi boca el cielo de tu nuca
hasta beber tu savia duz en mis labios membrillo.

Atenta te venero al beso que pongo en cada  iris
enceguecida de azules y danzón en tu sonrisa
de anticipado placer estremecida
-senderos libres que en la piel abren tus dedos-
y expectante la caricia corazón y seda
sobre el rosado nácar de mi aurora
ardiente y boreal
y amanecida.

Estás de nuevo en mí. En mí de nuevo.
Y declaro y confieso que te quiero.

(Maite G. Blanco, en Versos del recuerdo)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

uno de diciembre

'Él vio a un montón de mujeres esos meses, cuando el invierno era realmente invierno, tendido como un puente entre dos épocas que sólo pueden imaginarse, pero ella nunca escapó de su cabeza y puede suponerse que en algún sentido él creció, cualquier cosa que eso signifique. Vió una película con Nadja Uhl en la que ella tenía problemas y se preguntó quién no los tenía. Y un día, mientras salía de su casa tratando de no resbalar sobre la nieve, volvió a verla; venía hacia él y al acercarse le dijo "Mi marido ha venido conmigo. Está en el hospital. Van a operarlo de los ojos", y él asintió y pensó en despedirse, pero ella lo tomó del brazo y comenzó a caminar a su lado. Fueron a un parque y se abrazaron, él la besó y le pareció que besaba un cubo de hielo o algo así. Se detuvieron un momento frente a un canal y vieron pasar un barco con turistas y luego ella hizo una mueca y fueron a un hotel pero allí, después, ella lloró arrepentida y dijo que quería ir a ver los barcos y ambos volvieron al parque y estuvieron un largo rato allí, enfriándose lentamente, sin hablar. (...)'

(Patricio Pron, de Los peces y las montañas, en El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan)
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