sábado, 31 de julio de 2010

equipaje


Amor perdurable (Ian McEwan), que por fin he recuperado, Invisible (Paul Auster) y Un error de cálculo, de Luis Béjar, que ha vuelto a publicar. De poesía, La casa roja (Juan Carlos Mestre). Para cumplir con mi devoción por el catalán, de Jordi Puntit, Animals tristos, nada que ver con la polémica de los toros (¿o si?).
Demasiado equipaje para un viaje breve.
Y alguna que otra lectura interesante que, seguro, encontraré por allí.

volar


Volar no es sólo para pájaros.
Para el secreto, pregunten a la tripulación.

viernes, 30 de julio de 2010

más lejos


Más lejos. Siempre más lejos.
La casa sigue varada, y la esquinilla en su sitio.
Las luces -como antes y siempre- en el horizonte, señalando el camino. Me lo ha dicho esta mañana un anciano amable, su pelo blanco. 'Con un poco de suerte, usted mismo las verá'.

lunes, 26 de julio de 2010

ítaca


Busco dónde ir para encontrar descanso y lecturas de unos días. Y me encuentro con el más improbable de los viajes, aquél que alborotó el alma de Odiseo con el cantar seductor de las sirenas. Para no dormir desde entonces, soñados ya todos los sueños. Intacta la memoria, imposible el olvido.
Penélope se cansó hace tiempo de tejer la espera. Nausica aún no ha nacido.
No pisaré las playas de Ítaca. No por ahora. De allí no se vuelve.
Iré mientras a ciudades donde aprender de los que saben, para encontrar los caminos de los viejos anhelos. Ítaca es el viaje hacia uno mismo.
Y eso, amigos, es lo importante. El viaje, que nunca se hace a solas. Que será feliz si es sagaz la compañía: Homero, Kavafis, Llach.

desconocida



Me pregunto qué habrán visto esos ojos. Y me turba lo inquietante de la respuesta. ¿Cabe imaginar qué ha sido, qué es, o si será, cuando se trata del azar visitado en un cuaderno?

sábado, 24 de julio de 2010

lisboa



Podría ser una buena elección.
Lo fue en su día, ensueño y presagio. Revolución de claveles.
Volvió a ser. Promesa de hermanos aún no cumplida.
Saudade es el nombre del sentimiento que no llega a tristeza. Trasunto de melancolía.
Pessoa Saramago Tabucchi.

de nostalgia y sueños



Siempre me ha seducido -y puede que también perturbado- la pintura de Egon Schiele. También su vida. Desde que las descubrí no han dejado de impactarme.
Vuelven ahora a ser noticia. El pintor y su obra. Y la aventura de un retrato espléndido.
No es tristeza lo que descubren los ojos de Wally: es la nostalgia de los sueños por realizar.
Me sigue deslumbrando su luz.

miércoles, 21 de julio de 2010

todos los cervantes del mundo y el santo grial


El eco del sonido del tren se fue alejando, y la inteligencia de ese juglar soberbio que es El Brujo lo hizo dragón y dispuso allí mismo un desigual combate entre don Quijote y el AVE. De desenlace incierto, pienso yo.
Sucedió en Alcázar de San Juan, cuna temporal y abrazo de todos los Cervantes que por el mundo dispersos cuidan de la palabra -otros caballeros, y damas, de la palabra- y ensanchan este ya de por si vasto territorio de la Mancha.
Se reúnen estos días por aquí los directores y las directoras de los Institutos Cervantes que tenemos dispuestos por el ancho mundo para acoger a quienes se quieren acercar a la lengua española y a sus muchos misterios, gozosos todos ellos. Carmen Caffarel, como una madre amantísima, garantiza un Cervantes vivo (y es que podemos seguir, como ayer, hablando de metáforas).
Sucedió en el cerro de San Antón, al pie de otros molinos, abrigados nosotros y como escondidos en el refugio de la que fue cantera y fuente -de piedra, por más señas- para el tendido del ferrocarril. Y se obró de nuevo el prodigio de la palabra, y brilló a la luz de su luna el santo grial.
Oficiaba El Brujo. El mago. El caballero de la palabra. El que nos hechiza y nos divierte, capaz él de convocar la sonrisa y la ternura o el llanto, emoción del lenguaje que es habla y ademán y gesto.
Y a su embrujo sucumbieron los gigantes. Y las mozas del partido son ya, para siempre, doñas. El don del corazón del caballero. Milagro del amor y la palabra.
De testigo, sin par entre muchas, una dama, la de la Blanca Luna.

martes, 20 de julio de 2010

para pensar

'Solía pensar que cuando te llega demasiada suerte, tenía que sucederte algo malo. Un día me di cuenta de que las cosas simplemente ocurren, no significan nada. Para mi fue toda una liberación'

Lo dice Esther Freud, escritora, en Babelia.

domingo, 18 de julio de 2010

de oídas

Canción

Ven pronto dulce niña
que yo te espero
helado de vainilla
flor de romero.

Helado de romero
flor de vainilla
eres tú dulce niña
cuánto te quiero.

Sabor de caramelo
y azul profundo
a la luz de tu cielo
reluce el mundo.

Feliz reluce el mundo
brilla en tu pelo
y el aire de tu vuelo
me indica el rumbo.

sábado, 17 de julio de 2010

áureo y los aprendices de filosofía, y un cervantes en tinduf


Áureo es un tipo comedido, callado. Si no supiera de su timidez, parecería el suyo un comportamiento huraño. Hoy, sin ir más lejos, he llegado puntual a la presentación de la acción pictórico-sonora a la que han puesto de nombre Antitel, y cuando el artista ha llegado no he tenido la deferencia de su saludo aunque no nos separaban más de tres cuartas de distancia. Tímido, que no hosco. Ni, mucho menos, descortés o maleducado.
Presentaba su exposición Not I pintando en la propia sala, ante el público, un cuadro que finalmente castellanizó con un Yo No a modo de firma y trazo. Durante, tres jóvenes músicos aprendices de filosofía pusieron sonidos. O puede que Áureo -resonancias platónico-pitagóricas en su nombre- pusiera formas y color a los sonidos de aquéllos.
Me ha gustado. Es, para nuestros pagos y costumbres, una acción audaz la de Áureo, rodeado de los (y las) pintores locales. No faltaron tampoco las autoridades. Ni los amigos, ni las amigas.
Mucha calor, casi como la otra noche en Almagro, de flamenco y poetas. Hoy también estaban aquí Rafa y Quique. Y vino después Daniel, y Milagros-un milagro- también acudió. Fue en el Museo Municipal de Alcázar de San Juan, como quien dice sin salir de casa, al pie de los restos de un magnífico mosaico romano.
Consuelo me presenta a los estudiantes de filosofía. Son cuatro, que hay una chica con ellos. Me dicen que lo hacen voluntariamente, lo de estudiar filosofía, 'porque hemos querido, no porque no hayamos podido hacer otra carrera'. Y sé bien por qué hablan así. Bromeamos. Uno de ellos, me dicen, es 'hasta hegeliano'. 'De la izquierda', me responde cuando le pregunto el tópico de si izquierda o derecha hegeliana. Consuelo se ríe.
Me despido de ellos, que tienen la utopía de los que quieren ver más allá. Sabemos que la lechuza de Minerva levanta el vuelo al atardecer.
Me despido de Áureo y le felicito. Le he tendido la mano. Y sí, finalmente me ha saludado.
Enhorabuena.
A las puertas del Museo saludo a tres niñas saharauis. Vienen con Antonia e Isidoro, de reclamar la apertura de una sede del Instituto Cervantes en el desierto, piedra negra y dura, de Tinduf, allí donde un esfuerzo de pequeños titanes conserva la lengua española como oficial entre los ciudadanos de la RASD.
Cuando estuve allí, los textos donde aprender español los imprimían en Suecia. A los maestros los formaban en Cuba. Que cosas veredes, amigo Sancho.
Parece que Carmen Caffarel, directora del Cervantes, los recibe el martes. Que aquí estarán, en Alcázar de San Juan, todos los directores de los Cervantes de todo el mundo.
¿Querrá alguno de ellos un destino en los campamentos sin luz de estos saharauis que esperan, ahora sin guerra, volver a su tierra?

jueves, 15 de julio de 2010

gerda y robert


Bruselas me ofreció la oportunidad, y la suerte, de gozar de una exposición de Robert Capa. En el Museo Judío, austera, casi espartana. Al pie de su miliciano, en un reproductor de cd sobre una silla sonaba el Ay, Carmela. Y allí era España, la emoción intensa, inolvidable. Pocos visitantes, y el brillo de felicidad en los ojos de una pareja vestida de asombro y de caricia, regalada, tal que si allí fuera el centro del mundo.
Leo que viene ahora a Madrid, Círculo de Bellas Artes, la exposición This is War! Robert Capa. Gerda Taro, que hace tiempo estuvo en Londres. Gerda y Robert, otra pareja de mirada cautiva. La tragedia de la guerra no logró apagar la pasión y el fulgor de su objetivo.
Gerda perdió su vida en España. No sé si Robert dejó entre nosotros su corazón.

lunes, 12 de julio de 2010

iniesta

La inteligencia, el tesón y la modestia de La Mancha tienen hoy el nombre de Andrés Iniesta.



(El rojo está de moda, foto de Calata)

domingo, 11 de julio de 2010

miguel en quintanar


Domingo, y doblete en Quintanar de la Orden. Un grupo de amigos, y yo entre dos Elisas, Romero y Belmonte, amigas muy queridas. Con Consuelo Díaz y Tomás Marco, músicos y compositores. Compartiendo mesa con Matilde, que nos ha abierto su casa y su recuerdo y mi recuerdo emocionados... Matilde y Pablo, y una isla de piedra en La Mancha.
Un sencillo homenaje a Miguel Hernández, aquí, no muy lejos de Ocaña, del penal que también marcó la vida de los míos.
He querido recordar esta mañana, y así lo he dicho, que ninguna edad es buena para morir, pero que morir a los 31 es algo que escapa a toda comprensión. Que se produce el milagro de que nadie muera del todo si vive en el recuerdo -más si también en la gratitud y el amor- de los que, como allí nosotros, nos congregamos para renovar su vida y su memoria. Y hasta he traído a colación y en versión laica aquel versículo de Mateo (18, 20, que no se me olvida): 'Donde dos o más se reunen en mi nombre, allí estoy en medio de ellos'.
Y he pensado (siempre van juntos en mi evocación, Miguel y Pedro) en mi abuelo. Antes de leerlo, la noticia primera de Miguel Hernández me llegó de mi abuelo, compañero de ideales y de penal, sufridores los dos, y tantos otros, del frío de los inviernos de Ocaña, y del calor de sus veranos -y de comida bacalao, el agua racionada-, y sobre todo del dolor de la ausencia de sus mujeres, esa amputación sin remedio.
Por eso, antes de recitar el poema que me asignaron les he pedido a las mujeres allí presentes que fueran todas, por un momento, Josefina. La mujer del poeta, la esposa de estos versos a la que el aire de la noche le desordenara los pechos.
Después, concierto. Aquí ya fueron Mozart y Britten, Chueca y Falla. Y Shostakovich y su Danza española. Y el estreno absoluto, el regalo, de Tomás Marco. Su Tránsito del Señor de Orgaz es música del siglo XXI. Y un regalo.

Hijo de la luz y de la sombra

( Hijo de la sombra )

Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada del sol adonde quieres,
con un sólido impulso, con una luz suprema,
cumbre de las montañas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra ha surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.

oficios

De los oficios no me gustan ni el santo, ni el de tinieblas (aunque la novela de Cela no es de las peores de las suyas). Sí recordar con los mios -las gentes de mi puebla- que los hubo y fueron un modo de vida. Para producir, de consumir -bien poco-, para vivir en tiempos menos regalados.
El caso es que Teresa (mujer sensible, grande de corazón e inteligencia) se empeñó en preparar un primer -seguro que vendrán muchos más- Encuentro de oficios antiguos y artesanía popular. Y a su llamada respondieron más de trescientas personas, una docena de asociaciones populares y el entusiasmo capaz de congregar en torno al pasado a jóvenes y mayores, casadas y viudas, comprometidos y menos, pastoras que conservan la memoria de hacer queso, albañiles que guardaron las piezas de un tapial, el nieto que hace soplar el fuelle antiguo de una fragua portátil, su abuelo golpeando el yunque.
Respondió el amigo retratista, los que saben de cata de vinos, de esquilar, de hacer un buen jabón, y los que entienden de trenzar pleita y tomiza.
Acudí también, para disfrutar con Vicente Enrique, alcalde ahijado, satisfecho él y contentos los dos. Para decirles a mi modo que los quiero, y que mirar al pasado sólo se debe hacer para conocernos mejor en el presente, para valorar lo que somos, lo que tenemos. Para mirarnos y reconocernos, para saber que supimos andar hacia adelante, sortear dificultades. Y que, si queremos, nadie nos podrá quitar de nuevo el protagonismo: ese sentirnos pueblo, vestidos de modestia y orgullo.
Hubo música, la de la banda de la escuela municipal de música. Justo al lado de donde estuvo el quiosco en que La Flor de la Mancha, la mejor banda de música, alegró tantos días y devolvió ilusión y sueños.
Quise recordar oficios y, sobre todo, a las personas que los ejercieron. Me ayudó mi madre, que recordó, antes que ningún otro, el de comadrona. Y con él, a la mujer que la ayudó a nacerme. Su hijo andaba por allí, entre los concejales.
Afiladores y barberos, alfareros, pregoneros, albañiles, santeros, guarnicioneros, tejedores, molineros, carteros y zapateros, recaderos, caleros, barquilleros y herreros, costureras, lañadores, pastores, colchoneros, sacristanes, campaneros, sifoneros y curtidores, carreteros, caldereros, esquiladores, canteros, sastres (y luego, sastras), yeseros, aguadores y mieleros ('a la rica miel de la alcarria, mujeres, mirad, que la traigo dura', pregonó Pepe en su día). Recoveros, mondongueras, practicantes, retratistas, areneros, pelliqueros, parteras, matachines, cabreros, pimentoneros, menuderas, tejadores.
Les he dejado la lista, donde figuran otros dos. Uno, el de aquel hombre algo huraño, humilde y solitario, el santanero -casi un oficio, ser de mi barrio de Santa Ana- que nos vendía el paloduz, un oficio sin nombre conocido, que yo sepa. Otro, el de lucero, el oficio de nombre más bello: así llamaban los mayores al encargado de disipar las tinieblas y la oscuridad, el único hombre capaz de dar la luz.
Hoy he recordado el de yuntero. Era niño. Lo cantó Miguel Hernández.
Y también esta misma mañana han recreado una boda a la antigua. Me cuenta mi madre -aunque repite cada vez más a menudo eso de ¡qué cabeza tengo!- que los ricos se casaban algo más tarde y en el altar. Podían pagar. Los más pobres, a las ocho en punto de la mañana, y en el pórtico. Tiempos.
Mi P. y mi A. se han hecho una foto. La mía aparece en algún que otro periódico. Pero no sé muy bien cuál es mi oficio de ahora.
Seguro que no santo. Pero tampoco de tinieblas.

palabra de 'el brujo'


Palabra portento. Palabra asombro. Palabra magia. Palabra fiesta.
De palabras, como aquella que era en el principio, al decir de Juan, el 'ekeinos' al que crea y recrea ese gran hombre pequeño, Rafael Álvarez, El Brujo. Tanto, que hasta el griego suena a idioma conocido.
De palabras están hechos la fiesta y el poder, y el teatro. Quizás también sea de palabras una buena parte del amor. Y lo es el evangelio, la nueva que decían buena, la que nos deja este portentoso juglar moderno, tan frágil como fuerte.
Ponía en escena el Evangelio de San Juan, en Almagro. Fueron dos horas de teatro puro. De fiesta y de magia. De humor y de risas y de poesía, llenos nuestros ojos de estrellas y desiertos. De asombros: la música, el cante, el homenaje nada oculto a la mujer, a las mujeres.
Palabra.

Algunas frases -puede que no literales- me tocaron.
Una. Para los antiguos, contar una historia es una manera de celebrar la vida.
Dos. Nadie supo nunca lo que él escribió en la arena. ¿Y qué más da?. La verdad es la belleza.
Tres. El teatro es fiesta (...) Y la fiesta renueva la vida.
Cuatro. Y finalmente, la fuerza de las armas se rinde al poder de la palabra.

(la foto es de R. Villaverde)

viernes, 9 de julio de 2010

el centro del mundo

José Corredor Matheos, manchego de Alcázar de San Juan recriado en Cataluña, poeta modesto (y con muchos premios, el Nacional de Poesía sin ir más lejos), pensaba de niño que el centro del mundo era la plaza de la Aduana, aquí cerquita.
Ayer recogía otro premio, y lo dejó dicho. Habíamos hablado antes de cómo se le fue ensanchando el mundo, y de la publicación, pronto, de su poesía completa.
Enhorabuena.

Campo de La Mancha

Este campo tan ancho
viste la desnudez
que tú anhelabas.
Mirándolo descubres
lo que eres
cuando logras librarte
de todas las montañas,
los ríos y los árboles
que impiden ver en ti
más allá del paisaje,
de todos los paisajes.

olvido

Es sólo cuestión de años, de desmemoria. Nada más que eso, tiempo amontonado. Fardos de meses y años polvorientos. Una vulgaridad.

(A. Soler, Lausana)

lunes, 5 de julio de 2010

años con tirso



El Tirso de Molina, que fue mi Instituto de Madrid, va a ser demolido. Y me llaman para invitarme a un acto de celebración y despedida. Sería el 29 de junio, a las siete y media. Después jugaba España contra Portugal.
Me dijeron que si quería escribir algo -no más de 50 líneas- lo mandara pronto. Escribí, sí, pero no lo envié: sólo recordaba emociones y sueños, un material poco adecuado para revistas escolares.
Y aquí lo dejo puesto.


El nombre del Tirso me sigue sabiendo a hierba y a la sonrisa dulce de Nacha, capaz de vencer al tiempo. El Tirso me suena a libros y guateque, garito estrecho y viaje a la Mallorca de donde había vuelto yo unos meses antes. Mi primer año, chicos -y chicas, juntos por primera vez- del último Preu. Mi primer amor (¿hace falta decir que platónico?: la chica de pelo larguísimo y pecas ni siquiera sé si se enteró) y, con él, un deseo cuyo nombre no acierto a descubrir, y mis primeros desvelos. Curso 69/70, y 15 años. Compromiso creciente, mirada que se hace más ancha y quiere abarcar el mundo, hijos nosotros del 68 que fue en París. Mi primer París sería después, con Nacha bebiendo libertad y recontando sueños, La Joie de Lire y la Maga, estanque donde juegan des enfants aux yeux noirs y nosotros peleamos con la resaca. Libertad allí, aquí aún años de espera. De esperanza, compromiso y lucha. Las que fueron también mías desde entonces.
Una pasión que crece, la de leer. Y una pasión que no conocerá fin, la amistad. Luis Miguel y Pedro, Manolo, Nico y Ramón, Mayte, Consuelo, Angelines. María Jesús. También Alfredo, y Gaspar, y Julito. Y siempre, Nacha. Y la música: ¿la ha habido acaso mejor desde entonces? ¿Y el pulpo?, ninguno como el de El Rincón Gallego, y la navidad que es del color de la sansilvestre vallecana, cuando el cine se llama París, Río, Bristol o San Diego. O Palomeras.
Al Tirso volveré años más tarde, 1978, profesor en prácticas. Y allí me quedaré, enseñante donde me enseñaron, pequeño orgullo de todos los docentes que lo podemos sentir. Otras pasiones, envueltas unas en las otras: la enseñanza, la filosofía, la política. Antonio Rodríguez Huéscar, exiliado y orteguiano, y Teresa. Filosofía: Paz, a la que no volveré a ver, y Ana. Teatro, el de Eduardo y Mamen. Cine con cineclub, 2001, otro Eduardo. Y Vicente, el catedrático albañil, ecos de León Felipe en la mirada de María José. Ricardo Zamorano, su arte que entonces no aprecié como se merecía. El rigor callado de Mercedes, la literatura. Santiago, el maestro, y Pedrito ya un ligón. Fernando, el camarada y amigo, y Maite. Y una capilla que se convierte en espacio de todos.
La ultraderecha mata a nuestros alumnos. Y celebramos la vida condenando la muerte. Trabajamos con los padres y las madres. Y queremos a nuestros chicos. Y es larga la noche en que busco en las comisarías a dos que no aparecen después de una manifestación con obreros muertos, Paseo de Valencia, contra aquel primer Estatuto de los Trabajadores.
En abril festejamos, con claveles, que nos queda Portugal en el recuerdo. Isidro, que nos dejó, entona Grândola-vila-morena. Y un homenaje a Vallecas con Sabina (‘pongamos que hablo de Madrid’) de fondo. Antonio, que también se ha ido, escoge las diapositivas. Pedagogía y compromiso, que estrenamos libertad y tenemos el alma con ansia de futuro. Vallecas, el Pozo, Entrevías. El mundo va a ser limpio y nuevo.
Otra noche larga, y densa (y el Rey que no sale, las ventanas de la Albufera todas con luz), Fernando y yo, solos, imprimimos allí, ciclostil que suena hoy a prehistoria, las octavillas que de madrugada llamarán a los vallecanos en las bocas del metro, en las estaciones del tren, en las paradas de los autobuses, a resistir civilmente el golpe de Estado. Jamás olvidaré la mirada agradecida de esas mujeres, de esos hombres: estábamos allí, con ellos, los suyos, la gente del pecé. Y dábamos la cara. Y mi cara, días después, primer plano en la portada de El Alcázar, aquel periódico golpista y facha.
Ironia: el golpe me sorprendió preparando con los alumnos los carnaveles de aquel año. Y aprecio: aquella conserje, viuda de coronel, me ofrece su casa. ‘Véngase conmigo, allí estará usted a salvo’.
Dejé el Tirso en el 82, por ver si recobraba mi vida. Dejé Madrid, y Vallecas. Y quedaron mis amigos, muchos que se fueron después borrando con el tiempo y la distancia. Y prometí volver. No lo hice cuando tuve ocasión.
Me dicen que tiran el viejo edificio. Y vuelvo a esa cita con la añoranza. Yo, que siempre he predicado que sólo una nostalgia nos está permitida: la de futuro.

Me mencionan los padres que intervienen en el acto de reencuentro y despedida, y me citan los alumnos, que recuerdan aún las lecturas que les recomendaba (Rebelión en la granja, Farenheit 451, 1984...). Y me enorgullece. Pero ya no es mi sitio, y por momentos me voy sintiendo ajeno, casi un extraño.

sábado, 3 de julio de 2010

lugar corto


ser modesto,
y no haber quien me baldone;
y mayormente viviendo
en un lugar corto, donde
otra falta no tenemos
más que decir unos de otros
las faltas y los defetos,
y ¡pluguiera a Dios, señor,
que se quedara en saberlos!



Pedro Crespo (portentoso el trabajo de Joaquín Notario) lo refiere así cuando trata, finalmente en vano, de que don Álvaro de Ataide, capitán y libertino, restaure el honor que en la honra de su hija Isabel ha perdido.
Lugar corto, dice Calderón de la Barca de esa Zalamea que tiene alcalde llano y cabal, y justiciero, en descripción feliz y certera y que me gusta especialmente: lugar corto. No hay en esa referencia, que habla del tamaño del lugar y del número de sus vecinos, elogio y alabanza de aldea tan al uso un tiempo atrás, sino relato veraz y, de fondo, la razón verdadera de esa manera tan especial (y católica) de deshonor: el andar entre lenguas, la virginidad -de mujer, claro- arrebatada.
Serán la muerte y el convento los que devuelvan el honor. Al padre, of course, que, aunque villano, es al fin y al cabo rico. Será la vida retirada, desposada la hija con esposo que no mira calidad.
Pero no quieren ser estas letras disquisición sobre el honor y su tratamiento en el siglo XVII (que literatura al respecto hay para quien le interese), que a mí me atrae más desde que la leí la ironía del Pijoaparte a Teresa en una de sus últimas tardes ('No. En la honra no', parece que viene a decir ella ante los intentos de él. 'Pues vaya sitio para guardar la honra', pudiera haberle respondido el joven símbolo aspirante al desclasamiento).
Tampoco reflexión sobre el uso de la fuerza y el abuso de poder ejercido sobre la mujer, sobre las mujeres, que es asunto grave y que no admite frivolidad en su tratamiento, no.
Se trata de celebrar el estreno ayer, en la jornada inaugural del Festival de Almagro, de El alcalde de Zalamea, por la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
En el programa de mano escribe Eduardo Vasco, director del montaje, que ha sido para ellos un privilegio poder ensayarla y representarla 'tratando de hacer disfrutar al público, destino final de los esfuerzos y ambiciones de la gente de teatro desde el siglo XVII'.
Y el público disfrutó. De nuevo, el éxito de ese milagro de la vida que llamamos teatro.
Otro milagro, de ternura y de amor, se producía a mi lado. El de Valentina, seis añitos recién cumplidos en el comienzo del mes, en los brazos de su madre.

(foto de Guillermo Casas Baruque)

viernes, 2 de julio de 2010

lejos de la verdad


"... aprendí que la carne no es de su color, sino que está hecha de azules, grises, verdes y amarillos.
Tuve una epifanía. Aprendí que las sombras pueden estar hechas de colores hermosos y limpios, y que sólo quien comprende esto puede soportar la vida con un mínimo de equilibrio. Y por último, en aquellas largas tardes de invierno, con los árboles arañando el ventanal como pedigüeños en busca de limosna y el olor del aceite de linaza, la trementina veneciana y el aguarrás flotando en el aire cerrado de la sala, aprendí que un retrato es un engaño que se hace con manchas superpuestas, con trucos de la retina. Y que lo que vemos y nos parece real es otra cosa muy distinta a lo que verdaderamente somos.
Aprendí que estamos hechos de eso, de errores del ojo, de confusión, de percepciones distorsionadas que recomponemos en el cerebro a nuestro antojo. Siempre lejos de la verdad.
"

Lo escribe Antonio Soler en Lausana. Un auténtico placer. Distinta a las demás suyas, con las que tanto he disfrutado.
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