martes, 28 de abril de 2009

italiano


Aunque Carla Bruni, de visita entre nosotros en estos días como Madame Sarkozy, sea italiana, no es la causa de mi ya antiguo amor por Italia, por la lengua italiana, la más musical de las que conozco y sin duda alguna una de las más bellas, por su literatura y por su poesía, por su cine.
¿Cómo no emocionarse con las canciones más hermosas, especialmente cuando te pienso?
En la Brigata Lolli podréis encontrar más (emociones).

sábado, 25 de abril de 2009

más Rosa

La decisión de Rosa Aguilar, que ya comenté muy brevemente, está dando que hablar. Yo espero igualmente que sirva para dar quepensar. Y alguien que piensa, y lo escribe certeramente, con prudencia y claridad hace un comentario que no me resisto a compartir y que firmo y suscribo del inicio al final. Es de Enrique Curiel.
Les vendrá bien a los y las progresistas en general, a la buena gente de IU (la hay, claro que sí, y muy buena) y, si bien lo quieren, a muchos compañeros y compañeras de ese gran partido (y hablo, al hablar de partido, de las gentes: militantes, amigos y amigas, simpatizantes, votantes, sufridores críticos) de la izquierda española y europea que es el PSOE.
Los que no nos hemos arrepentido, y sí hemos aprendido, nos volvimos a emocionar ayer viendo La2 y un fragmento de la historia reciente que condujo a una España recuperada: Bucarest. La memoria perdida. Ver a Solé Tura con su nieta, la dueña del secreto, en el laberinto, recordar a Comín y su clarividencia de comunista en la Iglesia y cristiano en el Partido, sentir un nudo en la garganta al ver de nuevo a Miguel Núñez poco antes de morir, el paso lento y fatigado, me llevaron a la memoria de mi abuela Gloria, la pobre, que no lo llegó a entender nunca: 'Hijo mío -me decía-, no sé por qué en la radio de la tía Fidela se escucha a Manolo Escobar y aquí en la nuestra no se coge más que la Pirenaica'.
Cosas de un tiempo cuya memoria, amiga Rosa, Enrique amigo, no puede caer en el olvido porque la llevamos grabada a fuego en nuestros sueños más jóvenes.

jueves, 23 de abril de 2009

Marsé, contra la literatura "del ombligo" · ELPAÍS.com

Marsé, contra la literatura "del ombligo" · ELPAÍS.com

23, de libros y memoria (y una Rosa)


Esta mañana me he vuelto a enamorar de la lectura, y he vuelto a renovar mi amor por los de siempre, por los que siempre pierden. El responsable, aunque yo diría más bien que sólo a medias, Juan Marsé y su palabra en el acto de recepción del premio Cervantes, que se ha hecho discurso modesto y lúcido, entrañable e irónico. Si no me delata mi torpeza, un poco más arriba se podrá leer.
Una lectura que comienza con el acierto de mencionar a Gamoneda y Gelman ("como si la poesía me tendiera la mano")y se mueve en el hilo frágil que desvela y teje la relación entre apariencia y realidad, ese eterno conflicto tan real como aparente del que se viene ocupando la palabra desde que es lógos (con Platón, y antes Heráclito y Parménides) y en el que sustentan el cine y la literatura, y puede que la vida misma.
Unas palabras sabias que hablan de la imaginación y de la memoria como ingredientes necesarios del escritor y en las que se narra (el lenguaje como cine)el episodio triste de una quema 'preventiva' de libros, de cartas y de fotos convertidas finalmente en 'mariposas negras', en 'ceniza fugaz' de las palabras y de las ilustraciones.
Oyéndole decir que no fue, ni lo quiso ser, 'el escritor obrero' que en él algunos barruntaban, pero que tampoco le habría disgustado, y afirmar que no se considera un intelectual sino 'un simple narrador' al que le asusta que la teoría asome su hocico impertinente, y traer a la mañana de Alcalá los versos limpios de Machado, me vinieron a la memoria mis lecturas de Marsé, el enorme placer, la intensidad, las ganas de que no se acabe nunca y la necesidad de seguir viviendo sus historias.
Lo he recordado esta mañana con mi amigo Rafa Asín, que tuvo la suerte de ser su vecino. Y he vuelto a evocar esa relación extraña que he establecido entre él, aprendiz en el taller de joyería, y el Espinosa (Spinoza, escribirán por ahí) que fue pulidor de lentes, filósofo que se ganaba el pan con el trabajo de sus manos. Quizás porque son las mismas las manos con las que trabajan las palabras, las que se esmeran en el lenguaje tallando, puliendo, engastando ese material tan sensible del que están hechos los sueños. El material en que consisten la memoria y la imaginación, tan distintas y tan idénticas que acaban confundiéndose (y confundiéndonos).
No encuentro entre mis libros, no sé dónde lo puse, el que me falta por leer, aquel Encerrados con un solo juguete que nunca he abierto. Tendré que hacerlo antes de que el maestro nos regale con nuevos escritos.
Ayer, aunque no era oficialmente día del libro, compré algunos. El de costumbre por su cumpleaños para Pepe -esta vez fueron dos, que había que celebrar el amor nuevo- y uno para mí. El que buscaba especialmente no pudo ser, y sólo puedo adivinar el brillo de los ojos amantes y lectores el día en que lo encuentre y lo comparta.
El espíritu áspero, con olor de tinta recién impresa y que recuerda en el título a los chicos y chicas que estudiamos griego, de Gonzalo Hidalgo Bayal fue, junto con Completamente viernes (LGM) para Pepe. Otras islas, de Manuel de Lope, me espera tentador. Será esta noche.
Manuel de Lope tiene, como Marsé, un mundo propio de imaginación y memoria. Como Antonio Soler. Son los tres, con Muñoz Molina, alta literatura, fruición garantizada. Y forman parte de esa no tan amplia nómina de escritores españoles que a su talento suman ese horizonte de resistencia y de ética civil que nos devuelve la memoria al tiempo de los héroes anónimos, de los que aun perdedores supieron construir con dignidad los tiempos del presente.
Hoy, 23 de abril, en Barcelona es fiesta de libros y de rosas. Y en toda España, con un especial acento andaluz, hoy es noticia otra Rosa, la cordobesa Rosa Aguilar. Mientras muchos la apuntan ya -la sombra del sectario es alargada- en la particular lista de los traidores, otros muchos queremos decirle tan sólo que estamos convencidos de que Córdoba no pierde una buena alcaldesa sino que gana (y con ella toda Andalucía)una excelente consejera.

jueves, 16 de abril de 2009

abril


Un tiempo de casi obligado descanso me permite descubrir el paso acelerado del tiempo. Ya abril, cuando apenas despuntó la primavera hace días. Y este escaparate sin registrar nuevas hace meses (salvo la delicia de los comentarios de la Sargenta Pimienta, que lo renueva y lo revive).
Toca escribir, y me apetece. En especial después de que mi amigo Carlos (otros dirán el doctor Monroy) me haya 'revisitado', que así le gusta decir a él -y en francés, elegante y respetuoso con su maestro- que me ha vuelto a operar, para seguir obrando el milagro de restablecer la química de mi cuerpo, poco obediente a los paradigmas de la normalidad, a los rangos aceptables y comúnmente aceptados.
Han sido sólo 25 años los que han pasado (tiempo acelerado) desde aquella primera vez/visita, cuando los dos éramos, por más jóvenes, más sensatos. Hoy, al menos él, más sabios y, por lo mismo, menos conformistas. Sabio, y humano: así se lo quise agradecer y reconocer con el regalo de mi ejemplar de 'Ritournelle de la faim', el último de Le Clézio que me compré en París en otra fecha señalada, y que me había echado al zurrón de las lecturas por si la estancia en el hospital se prolongaba.
Toca escribir para felicitar a las gentes sabias (y espero que felices) por el aniversario que siempre celebro: ese 14 de abril que recuerda la esperanza, la decencia, la ética civil y la alegría truncadas. Lo hice desde la habitación 1015, y ahora en este espacio que a todos llega, y no sin una cierta tristeza al ver en la prensa que el que fue tantos años mi Partido (el Partido, decíamos, y yo hubiera escrito incluso ayer 'mi' PCE) sigue empeñado en renegar de lo mejor de su historia, que es -en alguna medida- lo mejor de mi historia: de la Constitución que tanto nos costó, por la que tanto trabajamos, que tanto soñamos, por la que tantos tanto sufrieron.
Tiempo de sueños, de lucha y de recuerdos, de anhelo de futuro. De Partidos y de amigos. Sobre todo, de amigos. De la conversación -¡cuánto tiempo, Isabel!- con los que son tan de siempre que da igual qué tiempo nos haya pasado.
Teniendo estos días un presente tan inmediato como reciente que ocupa mi tiempo y mi sueño (Bruselas, comité de educación, ganas de más Europa, necesidad de abrir nuevos espacios comunes, euroescépticos combatidos con optimismos a prueba de (casi) todo como el mío), otro Carlos, otro amigo -y qué críos érais, ¿te acuerdas?- se 'cae' de las listas a las elecciones al Parlamento Europeo. Se ve que trabajar más que ninguno (dejémoslo, si quieres, 'como el que más') no es valor, sino demérito. Que creerse a fondo (y ahora, tiempo de crisis, más que nunca) que reforzar y hacer crecer, hacer más soberana y más competente, a la Unión es el único futuro que nos está permitido a las gentes de izquierda y progresistas, tiene valor escaso porque da igual quien allí nos represente (incluso que aquello de allí sea consuelo, descansadero o trampolín, que no causa por sí sola suficiente y apasionante).
No seré yo quien anime al desánimo, no. Pero sí quiero desde aquí, en este modesto altavoz de tan cortos vuelos, rendirte homenaje, Carlos Carnero, joven amigo, y darte las gracias, y reconocer tu trabajo.
No sé si lo harán los muchos que deben a tu esfuerzo y a tu entusiasmo que la Europa de la que tanto tiempo estuvimos expulsados siga siendo un luminoso objeto de deseo, pero sí lo queremos hacer tus amigos, los que tanto te apreciamos y te queremos.
Hoy dice la prensa, en portada y grandes titulares, que 'la crisis hunde la confianza en las instituciones de la Unión Europea'. Nos tocará, seguro, levantar de nuevo esa bandera. Y ahí estarás tú, y yo contigo, que nadie nos tiene que enseñar que luchar por lo evidente, a pesar de todo, merece la pena.
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