miércoles, 6 de julio de 2016

día cuatro

Espectador en campaña. Día cuatro. 14 de junio

Ayer, como lo hicieron 'los líderes', descansé. Y hoy acabo de sobrevivir al debate (otra cosa es que logre la misma hazaña viendo ahora la cocinilla de La Sexta: por cierto, ¿alguien duda de a quién dará como ganador la encuesta de la casa?)
Descansé ayer para poder compartir con los amigos uno de los momentos más entrañables de hace mucho tiempo. Al calor de la amistad, comprobando que se hacen versos al andar caminos que están hechos. Acogidos a la amable hospitalidad Ndanka Ndanka.
Ratos agradables que no interrumpe ninguna campaña, aunque tengo que confesar que, de haber estado allí por la mañana, me habría apetecido sumarme al acto donde se reivindicaba el esfuerzo y la lucha -y las políticas- de igualdad. En este caso, entre mujeres y hombres.
Del debate... ¡Qué decir! De todo, menos llamar debate a un monólogo pesado, reiterativo, previsible, lento... ¡coñazo!, dicho sea con perdón de lectoras.
¿Nadie les ha dicho a los intervinientes que cuando se está en un de-ba-te no es descortés interrumpir, interpelar, preguntar, rebatir...?, ¿que la viveza no está reñida con el respeto, y que es precisamente la salsa del debatir?
Rajoy quedó vivo -léase políticamente- después de estar políticamente muerto: entre todos lo mataron y él solito decidió no morirse. Y hasta se ha permitido hoy ironizar con los 'por tu culpa' que se han proferido los del trío de al lado.
Hoy ha vuelto a lo suyo. Y si pervive -chi lo sà!- no será por sus muchos deméritos. Miren ustedes lo que tienen delante: todos por el pueblo, a ser posible sin rendir al pueblo cuentas de su sordera.
Me ha sorprendido, y bien, Pedro Sánchez. Pena del mantra de nosoypresidenteporqueiglesiasvotóarajoy/nomevotó, que ha rozado lo lastimero.
Me hubiera gustado volver a percibir la contundencia/coherencia de negar sus/mis/nuestros votos para un gobierno de la derecha, sea cual sea la fórmula que lo ampare.
Mi coincidencia con la obviedad convertida en audacia de un Pablo Iglesias que acaba de descubrir que la alternativa a un gobierno en que Rajoy se sucediera a sí mismo es un gobierno 'de cambio'. Lo que no acaba de aclarar es si ha patentado la exclusiva. No la de la ocurrencia, sino la del susodicho gobierno.
Y siempre quedará abierta la pregunta del por qué sí ahora, cuando antes fue no.
Y Rivera, a lo suyo. Con un punto faltón que falta hace en ese formato.
El mejor, sin duda, Vicente Vallés. Ojalá le hubieran dejado. Hasta podrían haber hablado de cosas que interesan a la gente.
A mis padres, por ejemplo, a los que -casi nonagenarios- les preocupa menos el futuro de su pensión que el del trabajo de sus nietos. Una, María, acaba de asistir a la ceremonia de su graduación. Ya es enfermera.
Salió la encuesta de La Sexta: ustedes ya lo adivinaron. Él.

Comentarios
Me hago una idea aunque viendo los titulares hoy encuentro un poco deprimente todo el esfuerzo que se despliega por ser segundo. Y es un empeño tenaz.

No acabo de entender tu argumento, me atrevo a calificarlo de como contradictorio? por un lado te gustaría percibir la contundencia...para no apoyar un gobierno de derechas por parte de Pedro. Críticas, como una obviedad que Pablo hable de gobierno de cambio, pero te recuerdo que Pedro fue el que pactó con Ciudadanos (¿es derecha?)

Respuesta

Ya hemos hablado de esto.
La noche de las elecciones pasadas escribí -y lo sigo creyendo- que la única manera de abrir una etapa nueva (y dar por agotado el tiempo PP de recortes, desigualdad y expolio) era conformar un gobierno para una legislatura corta y una agenda de reformas clara y pactada con quienes se comprometían con el cambio: PSOE, Podemos y Ciudadanos.
No se trataba (tampoco Podemos -véase Errejón- veía esa dicotomía) de un gobierno de izquierda vs. un gobierno de derechas, sino de uno continuista frente a uno de cambio y reformas.
Tampoco las cuentas salían.
Luego, sobraron las imposiciones, los vetos, las líneas rojas (que al final sirven sólo para autojustificarse).
A Pedro Sánchez, que sí vio la necesidad de un gobierno a tres, no le ayudó para nada el pre-juicio de los que entre los suyos lo llevaron maniatado a la negociación. Y acabó de rematarlo la nunca suficientemente denunciada egomanía de Iglesias (¿o se nos ha olvidado aquella rueda de prensa donde le formó el gobierno a quien aún no tenía el encargo del rey?).
En fin... ¿que ahora sí es imprescindible lo que ayer mismo ni siquiera era cosa a considerar?
Dos apuntes: en el gobierno 'a la valenciana' no está Podemos.
En Grecia, Tsypras gobierna con la derecha nacionalista.

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